Elena López Riera declara en 'Las novias del Sur' su ruptura con los ritos del patriarcado
La cineasta estrenó el mediometraje en la Quincena de Realizadores de Cannes, donde ganó la Queer Palm. Es una película documental feminista y hecha con la urgencia de lo que se necesita decir, una denuncia de siglos de imposiciones emocionales y sexuales que también se pregunta por el futuro de las mujeres liberadas.
Madrid--Actualizado a
"Miro la foto de mi madre el día de su boda y compruebo que soy más vieja que mi madre el día que la desvirgaron". Es la voz de Elena López Riera en su mediometraje Las novias del Sur, que se estrenó en el Festival de Cannes, en la Quincena de Cineastas, y en el que declara su ruptura con la milenaria cadena de imposiciones emocionales y sexuales del patriarcado.
Ganadora de la Queer Palm en el certamen galo, la película es un ejercicio de cine "urgente", con el que la cineasta no solo rechaza ese hilo antiquísimo de machismo y de ritos opresores, sino que se pregunta por el futuro de las mujeres como ella, mujeres sin hijos, "novias sin novio". "¿Cómo decirle que de todo lo que me enseñó solo me queda el futuro?".
"Busco a mi madre en todos los cuerpos, en todas las novias, en todas las madres. Conmigo se acaba esta cadena de gestos repetidos", dice la voz en off de Las novias del Sur, película que avanza con el testimonio de mujeres mayores que contestan a las preguntas de la directora y recorren así su juventud, el amor, el matrimonio, el deseo sexual, las aventuras amorosas, la maternidad…
"El mayor error de mi vida"
Obligadas por educación y presión social y religiosa a casarse y a tener hijos, las mujeres de generaciones anteriores aparecen en este brillante filme documental en imágenes antiguas, fotografías de sus bodas, vídeos caseros… y, sobre todo, representadas por los recuerdos de las mujeres que hablan a cámara de sus vidas.
"Le conocí en la fábrica donde trabajábamos. Yo tenía 16, él era siete años y medio más grande que yo… Muy buena gente, muy buen hombre. Tenía un piso y yo pensé: ‘Salgo del yugo familiar, dejo de trabajar…’, pero fue el mayor error de mi vida, haberme casado, porque en parte le destrocé. Sentí siempre mucha culpa porque yo sé que le hice daño a este hombre. Yo no podía esclavizarme toda la vida con una persona que no he querido nunca. Nos llevamos mejor ahora como amigos".
Primero nació un hijo, "y ya te ves obligada", dice la misma mujer, que explica cómo volvió a quedarse embarazada y otra vez, de nuevo embarazada, "me lo quité yo. El tercero que no sabía que era. Una clínica abortista".
Sin posibilidad de elección
La película, inspirada por las cineastas que "me hicieron el amar el cine", como Chantal Akerman o Jean Eustache, es un proyecto que persigue a Elena López Riera desde hace años y que, por fin, se lanzó a hacerlo prácticamente sola con su cámara. Cine independiente, cine casi de batalla, animado por el impulso y la necesidad de contar, por la exigencia de cuestionarse a una misma por su futuro y por el de tantas mujeres hoy.
Preguntas que se hace la cineasta a través de las que ella misma plantea a las mujeres entrevistadas. Mujeres que reconocen el espejismo de una esperanza cuando se casaron –"ilusión, sí, que luego la perdí, también"-, que confiesan relaciones sexuales muchas veces no deseadas, en ocasiones incluso dolorosas, que aman a unos hijos que tuvieron no siempre porque quisieran, sino porque era lo que se esperaba de ellas… Mujeres con unas vidas que, tal vez, no hubieran sido las que ellas hubieran elegido.
Relaciones sexuales
"Nunca me gustó hacer el amor con él, en 30 años. Era una mujer casada y punto", dice una de las mujeres que aportan su testimonio ante la cámara, testigo atento a las declaraciones de las entrevistadas, relatos de patriarcado, a menudo de obligada sumisión, también de reconocimiento y cierta rebeldía. "Cuando fue la hora de la verdad…", relata una de ellas, su marido le preguntó si era virgen, "chico, que yo pasé una guerra y en la guerra pasan muchas cosas. Y tú no me has preguntado", le dijo.
Cuando se rodó la película tenía 103 años, a punto de cumplir 104, y explica sonriente y confiada cómo con 73 años encontró al "amor de mi vida". Fue en un baile, "una aventura muy bonita, pero también se me murió", dice antes de sentenciar: "El hacer el amor es lo más bueno del mundo siendo bonito".
Elena López Riera muestra la foto de la boda de su madre, una imagen que la ha perseguido hasta que ha terminado esta película. Mira el retrato y en él ve un pasado de vidas dirigidas, manipuladas… y se declara en contra de esa tradición… y "repito la palabra ‘herencia’ hasta que pierde su significado".
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