Vicepresidenta Montero, el revulsivo para que un PSOE andaluz dormido vuelva a soñar con la Junta
La número dos de Sánchez asumirá previsiblemente, a la espera de saber si Hierro logra los avales, el liderazgo del partido en el Congreso regional de Armilla a finales de febrero.
Sevilla--Actualizado a
Después de años en todas las quinielas, María Jesús Montero, a la que buena parte del PSOE andaluz esperaba como agua de mayo, ha decidido dar un gran paso. Una decisión que, aunque tomada por ella misma, fue también de los demás. Dirigentes y militantes han sido quienes poco a poco la incluyeron en su agenda y en sus expectativas de vida.
En 2021 ya fue la primera opción para liderar el PSOE de Andalucía, la más deseada por los críticos con la expresidenta Susana Díaz, quien venía de ganar las elecciones autonómicas, pero de perder el Gobierno andaluz tras la alianza del PP con Vox y Ciudadanos.
Entonces, de algún modo Montero evitó un enfrentamiento en las urnas con Díaz, de la que había sido consejera de Hacienda y con quien aún hoy mantiene relaciones que se podrían definir como correctas, según las fuentes consultadas por Público. Como ella no se lanzó, el PSOE activó en aquel momento el plan Juan Espadas, entonces alcalde de Sevilla, quien venció a Díaz en aquellas primarias.
Ahora, una vez que Espadas —quien ya lo venía rumiando y trabajando desde hace tiempo— ha asumido que su proyecto no ha cuajado y que ha dejado, deportivamente, el paso libre, el PSOE ha decidido apostar fuerte con la carta de Montero, quien pretenden que sea un revulsivo.
El regreso de la vicepresidenta, que previsiblemente conservará su puesto en el Gobierno de España, se produce en el peor momento de una organización que aún conserva más de 40.000 militantes y que ha sido hegemónica durante décadas en Andalucía.
Ahora es el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla el que domina la escena, el partido que ha ganado todas las elecciones en el ciclo: tiene mayoría absoluta en la Junta, seis diputaciones y siete alcaldías de las ocho capitales de provincia.
Ya, antes aún de que Montero haya anunciado su idea, el PP ha empezado con la labor de erosión y ha arremetido contra ella por la corrupción, el flanco de la financiación autonómica —la acusan de olvidarse de Andalucía— y los acuerdos socialistas en Catalunya, además de por sus cargos en el Gobierno de España.
La credibilidad perdida
Varios factores explican, según analizan las fuentes consultadas por Público, el paso dado este miércoles por Montero, quien desde hace tiempo también venía haciéndose el cuerpo —por lo menos un año— a lanzarse a la arena, si Pedro Sánchez —y ella— concluían que era lo mejor para el horizonte próximo del PSOE andaluz.
En efecto, Montero tiene tirón entre los cuadros del partido y también entre la militancia. Todo el mundo —incluidos los susanistas y cuadros díscolos y críticos— al que Público ha consultado admite que en este momento el mensaje que lanza el partido hacia afuera con su candidatura es claro y contundente: con Montero se aspira a recuperar el tono, el pulso, la credibilidad perdida y, en último caso, aunque esto se antoja muy complicado, el Gobierno de Andalucía.
Ella, asumen todas las fuentes, es el mayor activo, por experiencia y conocimiento, que tiene el PSOE andaluz ahora mismo: vicepresidenta del Gobierno de España, ministra de Hacienda, y número dos, tras el propio Sánchez, del PSOE federal.
Existe también en este momento, tras años de líos y dimes y diretes, que Espadas no ha logrado calmar, el temor a que unas primarias a cara de perro, como las anteriores, terminasen por dividir de nuevo y todavía más a la organización.
El aún secretario general —el relevo se producirá oficialmente en Armilla (Granada) a finales de febrero, en vísperas del 28F— había planteado, según algunas fuentes, que seguiría adelante con su candidatura en el caso de que Montero rechazara tomar los galones.
En este tiempo Espadas no logró remontar el vuelo —el PSOE ha seguido perdiendo apoyos— ni tampoco unir al partido. Tampoco lo ha tenido fácil. El gran reto que tiene ahora por delante Montero en el plano interno es justamente ese, lograr la unidad de la organización en torno a ella y que esta funcione como un bloque.
40.000 militantes implicados repartidos por todo el territorio como están, son una cifra muy considerable de la que partir para recuperar el contacto con el tejido social y la credibilidad que el PSOE ha perdido en Andalucía, de la mano sobre todo de los escándalos de corrupción, y también de los recortes en sanidad aplicados tras la caída de Lehmann, que causaron grandes manifestaciones, y de las guerras internas.
Montero parte de un buen lugar para conseguirlo, para pacificar una organización convulsa, antes y después de perder el Gobierno de Andalucía. Montero, aunque durante años se la consideró una outsider en lo orgánico —entró en el Gobierno andaluz como independiente (es médico) y se afilió después—, cuenta hoy con todo el crédito en el plano interno.
Cierto es que hay que esperar antes de darla por proclamada a saber qué pasa con la candidatura de Luis Ángel Hierro, eterno agitador y firme defensor de las primarias, quien necesita que le avale un 12% de la militancia, unas 4.900 personas. Se trata de una cifra más alta que la de votos que obtuvo en las pasadas primarias, las de 2021, en las que sacó 1.741 apoyos, un 5,5% del total, por un 55% de Espadas y un 38% de Díaz. Esto se antoja cuando menos improbable en este contexto, aunque él cree que sí existe la posibilidad y por eso sigue en la carrera:
La mano izquierda de Montero
Montero, además de congregar el apoyo de cuadros y militantes, tiene también relaciones normalizadas con los expresidentes, tanto con Manuel Chaves como con José Antonio Griñán. Con ambos trabajó: fue consejera de Salud de los dos. Díaz la ascendió a Hacienda después. Todos los expresidentes la han tenido por una excelente gestora. Ahora le toca demostrar que, como líder, también lo puede ser.
Las sentencias del Tribunal Constitucional sobre los ERE, que obligan a la Audiencia de Sevilla a revisar las condenas, han dado un respiro al PSOE andaluz, que ha iniciado un camino de reconciliación con su pasado. Ahí queda la foto de Chaves, Griñán y Díaz en el 41 Congreso, sentados juntos en primera fila.
Enfrente, Montero tiene a un rival que, contra pronóstico, se ha convertido en formidable. El PP de Andalucía que durante años vagó sin rumbo por la comunidad autónoma, ha encontrado en Moreno Bonilla un líder sólido y bien asentado.
Aunque seis años después de lograr el Gobierno andaluz, empieza a acumular algo de desgaste, sobre todo vinculado a los problemas crecientes en la sanidad y en la falta de viviendas asequibles, goza aún de un colchón importante, en términos de credibilidad, según revelan los sondeos del Centro de Estudios Andaluces, y también de números: el PP tiene 58 escaños, lo que supone tres diputados por encima de la mayoría absoluta. Además, Vox acumula otros 14. La suma del PSOE con toda la izquierda se queda en 37. El reto de vencer a Moreno Bonilla, que Montero ha asumido, es por tanto, considerable.
Montero, en la etapa de Griñán y de Díaz después, compartió Gobierno en Andalucía con IU y también aprobó tres presupuestos con Ciudadanos, en la última legislatura de Díaz. Además, pactó con el partido de Juan Marín, una reforma del impuesto de sucesiones y donaciones, que liquidó para todo el mundo, excepto para los millonarios.
Desde Adelante Andalucía, se recuerdan estos datos y otros para defender que Montero tiene responsabilidad en la falta de financiación de la Comunidad Autónoma y también en las privatizaciones en sanidad. También desde IU se recuerda que lo importante son las políticas a aplicar y los contextos en que estas se aplican, más allá de los nombres.
Sin embargo, la realidad, más allá de las consideraciones de Adelante Andalucía, partido siempre crítico con el PSOE, y de las cautelas de IU, es que Montero mantiene de toda la vida buenas relaciones a su izquierda, donde conserva afectos.
También con los sindicatos UGT y CCOO mantiene una dialéctica similar —algo que se antoja clave en los meses que quedan hasta las autonómicas, previstas en principio en 2026— a la que tiene con algunas de las fuerzas de izquierda: respeto mutuo y saber el lugar que ocupa cada quién.
"Con nosotros ha negociado y también le hemos hecho movilizaciones cuando no compartíamos cosas. Para nosotros lo importante son las propuestas, los proyectos y que las personas que los lideren sepan dialogar y negociar buscando puntos de encuentro. Y ella es una persona rigurosa y dialogante y también es dura en la negociación", afirman a Público fuentes sindicales.
En definitiva, la propia Montero, Sánchez y los cuadros, dirigentes y militantes han disparado, por utilizar una manida metáfora, la última bala que le quedaba al PSOE de Andalucía de toda la vida para recuperar la confianza y la credibilidad del electorado. El tiro llega en un momento en el que Moreno Bonilla y el PP han conquistado Andalucía.
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