Opinión
Anatomía de un 'meta'discurso
Directora de Público.
-Actualizado a
Mark Zuckerberg anunció este martes su decisión de convertir en una jungla las redes sociales de su multimillonaria empresa, Meta, propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp. Lo hizo a través de un vídeo-monólogo de cinco minutos y 17 segundos que merece la pena diseccionar, porque posiblemente sea uno de los mejores ejemplos recientes de tergiversación del lenguaje en esta era de posverdad y autocracia.
"Es hora de volver a nuestras raíces en lo que respecta a la libre expresión en Facebook e Instagram. Comencé a construir redes sociales para dar voz a la gente. Di un discurso en Georgetown hace cinco años sobre la importancia de proteger la libre expresión, y hoy todavía creo en ello", arranca.
Cualquiera que llegara de una galaxia lejana (o de otro tiempo) pensaría que Zuckerberg es un adalid de la libertad de expresión y de los derechos civiles. Pero no lo es. Lo que hace el dueño de Meta es preparar el terreno para las palabras que pronunciará después. Ese "dar voz" y esa "libre expresión" hacen referencia exactamente a la misma "libertad" que proclama Isabel Díaz Ayuso.
Con la frase que cierra ese párrafo ("hoy todavía creo en ello"), Zuckerberg intenta significar que en estos cinco años la libertad de expresión se ha visto dañada, pero que él y sus redes sociales van a protegerla porque no tira la toalla y viene a salvarnos del mal, como Donald Trump. Pero, ¿quién encarna ese mal? Ahora lo van a ver.
"Se ha debatido mucho sobre los daños potenciales del contenido online", continúa. Falso. Se ha debatido y se ha alertado sobre la vulneración de derechos y la proliferación sin control de discursos de odio en las redes sociales, no de cualquier contenido online.
Ya llegamos al mal. "Los gobiernos y los medios tradicionales han presionado para censurar cada vez más. Gran parte de esto es claramente político [...]". Parcialmente cierto, pero 100% falaz. ¿Claramente político? ¿Los gobiernos y los medios? ¿Qué gobiernos y qué medios?
Zuckerberg no se refiere a gobiernos concretos, sino a sistemas de gobierno: o sea, a las democracias. Y mete en el saco a los medios de comunicación, porque con todos sus fallos, siguen siendo un pilar de los sistemas democráticos... y una competencia obvia para las redes sociales y el negocio multimillonario de Mr. Zuckerberg, porque qué mejor que la información fluya libre a través de las redes sin que nadie la contraste ni verifique. Sus palabras son un calco del llamado discurso antiwoke; tanto que podría haber utilizado el término "cancelar" en lugar de "censurar", pero este último sigue teniendo más fuerza y sonoridad.
Desde que en 2011 varios movimientos impulsados a través de las redes sociales -primaveras árabes, 15M, Occupy Wall Street, etc.- amenazaran algunas prerrogativas de los más privilegiados y, sobre todo, a partir del recrudecimiento del terrorismo islamista en la UE, no pocos gobiernos democráticos han trabajado con denuedo en endurecer sus legislaciones, aunque esto supusiera un recorte de libertades fundamentales, entre ellas la libertad de expresión, que algunas venimos denunciando desde el año 2014.
En España tenemos ejemplos más que sobrados: la reforma del Código Penal de 2015 y la ley mordaza, sin ir más lejos. Gracias a la primera, artistas como César Strawberry o tuiteros hasta entonces desconocidos fueron procesados por delitos de terrorismo. En Francia se mantuvo durante dos años el estado de emergencia tras los atentados de Bataclan con la excusa de la amenaza terrorista y con la limitación de derechos que esa excepcionalidad conlleva.
Pero tampoco es esto a lo que se refiere Zuckerberg, sino más bien a leyes como la Directiva de Servicios Digitales de la UE, que establece mecanismos para evitar que los algoritmos de las grandes plataformas favorezcan los discursos de odio o mensajes que puedan interferir en procesos electorales. La Comisión Europea contempla sanciones de hasta el 6% de la facturación global para las compañías que vulneren las reglas. De nuevo, el negocio.
Sigamos analizando las palabras de Zuckerberg: "Las recientes elecciones [en referencia a las de noviembre en EEUU] también se presentan como un punto de inflexión cultural hacia la priorización, de nuevo, de la libertad de discurso". Acabáramos: con Trump llega ese soplo de aire fresco que nos hará ser libres y great again.
"Después de que Trump fuera elegido por primera vez en 2016, los medios tradicionales escribieron sin parar sobre cómo la desinformación era una amenaza para la democracia. Intentamos, de buena fe, abordar esas preocupaciones sin convertirnos en árbitros de la verdad. Pero los verificadores de datos han sido demasiado parciales políticamente y han destruido más confianza de la que han creado".
Esto me recuerda a mi paso por el juzgado hace unas semanas tras la demanda que interpuso contra mí y contra Público el director de una web a la que calificamos como "web de desinformación". Tras aportar una batería de pruebas que evidenciaban que sí es una web de desinformación -entre ellas, numerosos desmentidos de los principales verificadores-, el abogado del demandante alegó que nuestras pruebas no eran creíbles porque esos verificadores trabajan, según él, al servicio de la izquierda y, por tanto, contra su cliente, cercano a la extrema derecha.
No deja de ser llamativo que Zuckerberg y el abogado de este periodista utilicen exactamente los mismos argumentos. La transversalidad del movimiento reaccionario es fascinante.
"Vamos a deshacernos de un montón de restricciones en temas como la inmigración y el género que no están dentro del discurso mainstream". Es decir que, con los cambios que va a aplicar Meta en sus redes, cualquiera podrá decir y convertir en viral enunciados como que los migrantes se comen nuestros perros. Y nadie en Meta hará absolutamente nada porque ya no habrá verificadores que, en su afán woke, izquierdista y de defensa de lo políticamente correcto, digan que esa afirmación es mentira y frenen así su alcance. Meta implantará un sistema similar al que utiliza X, la plataforma de Elon Musk, a base de notas de la comunidad.
"Vamos a detectar menos cosas malas, pero también reduciremos la cantidad de publicaciones y cuentas de personas inocentes que eliminamos accidentalmente". Hablar de "personas inocentes" implica que hay otras que son culpables. Si las "inocentes" son las distribuidoras de discursos de odio y bulos, ¿quiénes son las culpables? Creo que se responde solo.
"Vamos a trasladar nuestros equipos de moderación de contenido y confianza y seguridad de California a Texas. Creo que trabajar en lugares donde hay menos preocupación por los prejuicios nos ayudará a generar confianza mientras promovemos la libertad de expresión". Texas, bastión republicano, es uno de los 22 estados de EEUU que prohíben el aborto, incluso en casos de incesto o violación.
Por último, y por si no había quedado claro, Zuckerberg anuncia que "vamos a trabajar con el presidente Trump y otros para hacer frente a los gobiernos de todo el mundo que están atacando a las empresas estadounidenses y promoviendo la censura".
Minutos después del anuncio de Zuckerberg, Trump afirmaba que no descarta emplear el Ejército para controlar el Canal de Panamá y Groenlandia. Horas antes, líderes de toda Europa habían alertado de que Elon Musk es un peligro para la democracia después de que el dueño de X y Tesla, asesor de Trump y miembro de su futuro Gobierno, llamara "tonto" al canciller Olaf Scholz, arremetiera contra miembros del Gobierno británico y aseverara que la formación de extrema derecha AfD es la única capaz de "salvar a Alemania".
Habían pasado apenas 72 horas desde que Ann Telnaes, viñetista de The Washington Post, abandonara el periódico después de que no le publicaran una caricatura suya crítica con Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon y dueño del diario.
Según el índice de multimillonarios de Bloomberg, Musk, Zuckerberg y Bezos son, por este orden, las tres personas más ricas del planeta. Facebook tiene 3.070 millones de usuarios activos al mes en el mundo; Instagram, 2.000 millones; X, 611 millones; WhatsApp, 2.780 millones y Amazon, 310 millones. La población mundial alcanzó casi los 8.200 millones a mediados de 2024.
Este trío de poderosísimos tech bros ha decidido cambiar el curso de la Historia. Ahora, Donald Trump mediante, solo tienen que pulsar un par de teclas para que suceda ante nuestros ojos y a una velocidad vertiginosa. La demolición era esto. Saluden la nueva era.
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