Rusia avanza hacia la conquista de todo el Donetsk y frena la ofensiva lanzada por Ucrania para impresionar a Trump
La toma de Kurájove por Rusia acerca más la conquista total de Donetsk y deja en un difícil brete a Zelenski, que se queda sin ases en la manga para atraerse a Trump.
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El año pasado marcó el comienzo de la debacle de Ucrania en la guerra contra Rusia y el comienzo de 2025 confirma la apurada situación en que se encuentra Kiev y los pasos desconcertantes del presidente Volodímir Zelenski, incapaz de darle la vuelta al conflicto antes de que llegue el impredecible Donald Trump a la Casa Blanca.
Sin capacidad para asestarle un golpe contundente al ejército ruso en el frente del este, donde Ucrania se juega su integridad territorial y donde las deserciones están mermando sus filas, las fuerzas armadas ucranianas pusieron en marcha el domingo una nueva ofensiva en Kursk con el objetivo de aumentar su decreciente presencia en esta región rusa limítrofe con el norte ucraniano.
En Kursk, en agosto pasado, los ucranianos lanzaron una importante incursión que llegó a apoderarse, según llegó a decir Kiev, de casi 1.400 kilómetros cuadrados. Cinco meses después, las fuerzas ucranianas controlan apenas 400 kilómetros cuadrados de la que pretendía ser su gran apuesta para presionar en una mesa de negociaciones que podría ya bosquejarse a fines de mes.
El 20 de enero Trump asumirá su cargo y todas las miradas interesadas en Ucrania se dirigirán a la Casa Blanca. Su nuevo inquilino ha señalado muchas veces que uno de sus propósitos internacionales es poner fin a esa guerra y reducir el apoyo militar de Washington a Kiev.
Ese respaldo estadounidense, con más de 70.000 millones de dólares en armas desde que comenzó el conflicto en febrero de 2022, encabeza la ayuda militar que le están prestando los aliados occidentales a Ucrania. Es por esto que Zelenski quiera tener una victoria sonada para “convencer” a Trump de que la apuesta por Ucrania en esta guerra no es agua de borrajas, como apunta la creciente ventaja bélica rusa.
Por eso la inesperada ofensiva ucraniana lanzada el domingo en Kursk fue recibida con alarma en Moscú. Aunque Ucrania pueda perder el este del país, si parte del territorio ruso queda mancillado por la presencia ucraniana, aunque sea simbólicamente, el Kremlin nunca podrá cantar una absoluta victoria.
Una ofensiva sorpresa, pero nada decisiva
Horas después quedaba claro que la ofensiva no era tan masiva como se había especulado. El Kremlin indicó que el ejército ruso había logrado frenar y destruir a los atacantes con una oleada de aviación y drones, además de fuego artillero, contra la nueva incursión. Ésta, pese a su factor sorpresa y la participación de unidades con mucha experiencia, no contaba ni con apoyo aéreo ni con los suficientes carros de combate como para consolidar su avance.
La movilización rusa aprovechó para atacar otros puntos del frente de Kursk, con lo que es muy posible que la ofensiva ucraniana se saldara incluso con pérdidas en el territorio que controlaba Kiev en esa región rusa.
Pronto el intento ucraniano quedó en eso, en un intento, con efectos más tácticos y propagandísticos que reales. Una maniobra muy audaz, pero a la desesperada y sin suficientes tropas como para asegurar ganancias territoriales.
¿Un tanteo de una inminente ofensiva a gran escala ucraniana?
Queda la duda de que esta ofensiva pueda haber sido una operación de reconocimiento para tantear la respuesta rusa. El sabotaje electrónico de la navegación de los drones rusos que participaron en el contraataque podría apuntar en ese sentido.
Si se tienen en cuenta otras operaciones ucranianas lanzadas en las últimas semanas en Kursk, todo podría señalar a una inminente ofensiva ucraniana, según el estadounidense Institute for the Study of War, uno de los más prestigiosos a la hora de examinar los aspectos militares de la contienda.
Logren o no acometer los ucranianos un ataque a gran escala en Kursk, desde el punto de vista militar es sorprendente la resistencia de sus fuerzas a la presión rusa durante esos cinco meses. De ahí la insistencia de la Administración estadounidense, al menos de la actual con Joe Biden aún a la cabeza, en priorizar los pocos cientos de kilómetros retenidos por el ejército ucraniano en Kursk frente a la quinta parte de Ucrania que ya ha sido anexionada por Rusia.
En las próximas semanas es previsible que el sur de Kursk sea escenario de intensos combates entre rusos y ucranianos, unos para recuperar su territorio y evitar que Trump les puede echar en cara esa parcial derrota ante Ucrania, y otros para tener una mínima baza de negociación en un eventual proceso de armisticio que impulse el nuevo mandatario estadounidense.
La toma de Kurájove y el dominó ucraniano en Donetsk
En todo caso, la respuesta militar rusa a este nuevo intento ucraniano de penetrar más en territorio de la Federación Rusa no se redujo a frenar el ataque en Kursk. El auténtico golpe lo dio el ejército del Kremlin un día después, el lunes, con la captura de Kurájove, uno de los bastiones defensivos ucranianos más importantes del territorio que Kiev aún controla en la región de Donetsk, en el este del país.
Precisamente, algunos comentaristas militares rusos indicaron que el ataque de Kursk del domingo había sido en realidad un fallido intento para desviar fuerzas rusas desde Donetsk y evitar así la caída de Kurájove, que estaba sitiada por las tropas del Kremlin desde hacía tres meses.
Kurájove era una de las últimas piezas del dominó de plazas fuertes ucranianas en Donetsk, una región rusófila que fue ocupada en su mayor parte por las fuerzas del Kremlin ayudadas por las milicias prorrusas locales al comenzar la invasión de Ucrania hace casi tres años.
Hace pocos meses cayeron en manos rusas otros bastiones ucranianos, como Vugledar y Selídove. Antes fueron conquistadas Avdivka, a principios del año pasado, y Bakhmut, tristemente célebre por las batallas encarnizadas de que fue teatro hasta su toma por los rusos en mayo de 2023.
Las deserciones y falta de soldados sentenciaron a Kurájove
Kurájove ya estaba sentenciada, en cualquier caso. No solo sufría el cerco ruso; tampoco estaban llegando suficientes refuerzos del ejército ucraniano, minado por el creciente número de deserciones y la imposibilidad de rotar, con tropas de refresco, a la guarnición que la defendía.
La Fiscalía General ucraniana ha alertado de que la deserción ha afectado ya a cerca de un 10% del ejército de su país, unos cien mil militares. Esta cifra va creciendo fruto de la desmoralización y la propia falta de efectivos en los principales frentes.
Un caso extremo fue el de la 155ª Brigada, pertrechada y preparada por el ejército francés en la propia Francia, con artillería y blindados de este país. Cerca de 1.700 de los casi 6.000 soldados de la brigada desertaron incluso antes de que esa unidad entrara en combate, según el corresponsal militar ucraniano Yuri Butusov, citado por la agencia EFE.
Era solo cuestión de tiempo, pues, que cayera Kurájove y que puedan hacerlo por similares razones otras plazas defensivas ucranianas. De poco sirven las armas que los occidentales les están enviando a los ucranianos si no hay soldados suficientes para manejarlas.
En una de sus excentricidades estratégicas, el presidente francés, Emmanuel Macron, insistió en la posibilidad de enviar tropas europeas a combatir a Ucrania aunque no fuera bajo bandera de la OTAN para evitar una conflagración abierta con Moscú. Por suerte, en este caso imperó el sentido común en Europa.
Siguiente objetivo ruso: Pokrovsk
De momento, no parece que vaya a correr la suerte de Kurájove y su falta de defensores la próxima gran pieza que se quiere cobrar Moscú. Se trata de Pokrovsk, una ciudad muy defendida por algunas de las mejores unidades del ejército ucraniano.
Con su caída quedaría cercenada la principal ruta de abastecimiento de las unidades ucranianas en la exigua zona que le queda a Kiev de control en Donetsk. Pero lo más importante es que la toma de Pokrovsk abriría las puertas al avance ruso sin apenas obstáculos hacia Kramatorsk y Sloviansk, las últimas grandes ciudades que Kiev controla en Donetsk.
De momento, con la conquista de Kurájove, Moscú se asegura el control del sur de Donetsk y le despeja la senda al ejército ruso para ir capturando una tras otra nuevas localidades y asentamientos en la zona. Además de Pokrovsk, otros objetivos prioritarios son Toretsk y Chasiv Yar, también en Donetsk.
Uno de esos lugares conquistados en los últimos días es Dachenske, a menos de cuatro kilómetros de Pokrovsk. Su captura evidencia la estrategia rusa: las fuerzas del Kremlin quieren evitar un asalto directo de Pokrovsk y prefieren cerrar el cerco en torno a esta ciudad, la mayor fortaleza ucraniana en la región.
Solo en 2024, Ucrania perdió más de 3.600 kilómetros cuadrados de su territorio ante el avance ruso, frente a los 540 kilómetros de 2023 y los 430 kilómetros cuadrados de 2022. Estas pérdidas se produjeron principalmente en Donetsk, pero también en la vecina región de Járkov, ignorada por los partes de guerra, pero donde hay una zona invadida por fuerzas rusas desde el norte que va ampliándose día a día.
Alargar la guerra dos o tres años más
Según la inteligencia ucraniana, el objetivo del Kremlin no es, sin embargo, acumular territorio para negociar un armisticio. Según el jefe del Centro ucraniano de Lucha contra la Desinformación, Andrí Kovalenko, la intención de Moscú es alargar la guerra hasta 2027.
Para eso, afirmó el jefe de inteligencia, Rusia está acumulando recursos militares y ha impulsado su economía de guerra. El objetivo ruso sería, no tanto la negociación con Zelenski, sino su capitulación.
Según Kovalenko, el presidente ruso, Vladímir Putin, no quiere negociar con Zelenski, como tampoco éste con aquel. El propio líder ucraniano ha reiterado que tratará primero con Trump y después con Europa. De ahí la imperiosa necesidad que tienen ambos enemigos para atraerse al nuevo presidente estadounidense y tratar de influir en sus eventuales planes para finalizar el conflicto. Planes, por otra parte, aún desconocidos.
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