Elon Musk marca el camino a Meta y busca "cambiar las reglas del juego" para aupar a los ultras en Europa
"El dueño de X va a intentar usar su herramienta para incidir políticamente en todas las elecciones que le interesen y conseguir apoyos para los partidos con los que simpatiza", vaticinan los expertos.
Madrid--Actualizado a
Alemania elige a su próximo canciller este mes de febrero, Polonia celebra elecciones presidenciales en primavera, Rumanía tiene que repetir los comicios y Reino Unido trata de evitar una nueva cita con las urnas. Europa encara una cascada de procesos electorales que despiertan interés al otro lado del Atlántico. "Solo AfD puede salvar Alemania", publicó Elon Musk en la red social X. El magnate también llamó "tonto" e "idiota incompetente" al actual canciller, Olaf Scholz, y definió como "tirano antidemocrático" al presidente del Bundestag. SpaceX no es la única empresa que ha tomado partido. Meta ha anunciado este martes la finalización de su programa de verificación de datos. Instagram y Facebook "han ido demasiado lejos" en la moderación de contenidos y seguirán la estela del nuevo Twitter, según confirmó su fundador.
Mark Zuckerberg no ha dejado lugar a dudas en su último discurso. "Hemos llegado a un punto en el que tenemos demasiados errores y demasiada censura. Los recientes procesos electorales parecen marcar un antes y un después para priorizar nuevamente la libertad de expresión. (...) Empezaremos a reintegrar [el contenido político] en Facebook, Instagram y Threads", ha deslizado el jefe de Meta. El empresario se ha comprometido a "trabajar con el presidente Trump" para "contrarrestar las presiones de los gobiernos que promueven la censura" y ha avanzado que pondrá fin a las “restricciones” en temas relacionados con la migración y el género, para garantizar que todas las personas "puedan compartir sus creencias".
La Ley de Servicios Digitales permite a las instituciones europeas vigilar cualquier acción que pueda hacer peligrar el comportamiento democrático en unas elecciones. "La normativa no habla de cercenar la libertad de expresión, sino de controlar los algoritmos para que no favorezcan los discursos de odio ni mensajes que puedan corromper los procesos electorales y la seguridad pública. Y la amenaza ahora pasa a ser doble: Musk y Zuckerberg. Ellos son los que ponen el foco en la censura, pero no es más que una trampa dialéctica para venderse como dos adalides de la libertad", señala Anna López Ortega, politóloga y experta en extremas derechas. La Comisión Europea contempla sanciones de hasta el 6% de la facturación global para las compañías que vulneren las reglas.
Joel Kaplan, exasesor del presidente George W. Bush y próximo al círculo de Donald Trump, aterrizó en Meta hace apenas unos días; suficientes para sucumbir al modelo Donald Trump. "Musk acaba de conseguir su vuelta a la presidencia de EEUU porque ha comprado una plataforma de información central y la ha puesto al servicio de su agenda. Este es un relato simplificador porque exagera la centralidad de X y olvida muchas otras causas del contexto mediático, político y social, pero está sobre la mesa. [El magnate] va a intentar usar su herramienta para incidir políticamente en todas las elecciones que le interesen y conseguir que sus seguidores apoyen a los partidos con los que simpatiza", vaticina Marta G. Franco, periodista y autora de Las redes son nuestras (Consonni).
Europa vigila las acciones de Musk
El hombre más rico del mundo no sólo reclama su cuota en la política alemana, donde la extrema derecha sería, según las encuestas, segunda fuerza. Las miradas también apuntan a Downing Street: Musk ha intensificado sus ataques contra el primer ministro laborista, Keir Starmer. El abogado dirigía el Servicio de la Fiscalía de la Corona cuando el organismo investigaba las llamadas grooming gangs, redes criminales de pederastas que explotaban y abusaban sexualmente de menores.
"Debe irse y debe enfrentar cargos por su complicidad en el peor crimen masivo en la historia del país", denunció el empresario sudafricano. Musk ha rescatado ahora un escándalo que tiene más de diez años y ha multiplicado sus comentarios sobre la actualidad británica, llegando a decir que el país camina hacia una "guerra civil inevitable".
La Comisión Europea lleva semanas tras la pista del magnate y de su red social. Bruselas ha recordado públicamente que los algoritmos tienen que funcionar de manera neutral. Nada más lejos de la realidad: X lleva meses funcionando como altavoz de las organizaciones ultraderechistas de EEUU, América Latina y Europa. Trump y Milei no son los únicos que han contado con su patrocinio. Musk ha reconocido públicamente que apoya al partido Alternativa por Alemania (AfD) y entrevistará en los próximos días a su candidata, la ultra Alice Weidel.
"La preocupación es entendible, porque no hablamos de un usuario al uso, sino del usuario que define las reglas del juego. Elon Musk es el dueño de la red social más importante cualitativamente hablando, al menos, en términos de discusión política e información periodística. Esto hace que nos planteemos una serie de cuestiones. ¿Qué ocurre si sus rabietas personales escoran demasiado el terreno de juego en favor de la extrema derecha? ¿Y si el mismo árbitro cambia las reglas del juego para que sólo beneficien a una parte del espectro político?", se pregunta Iago Moreno, sociólogo y experto en política digital.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha acusado al multimillonario de apoyar una "internacional de reaccionarios" y de querer interferir en las elecciones de otros países. "Esta internacional reaccionaria lleva varios meses en construcción y su marco ideológico está claro: liberalismo económico dentro de las fronteras y proteccionismo comercial e identitario fuera de ellas. Además, existe un fuerte interés económico para la industria estadounidense, porque los líderes de la extrema derecha europea podrían mostrarse más proclives a aceptar ofertas comerciales de quienes favorecieron su elección", explica a Público Renaud Large, politólogo y miembro de la Fondation Jean-Jaurès.
El primer ministro británico se ha sumado a las críticas y ha pedido basar los debates "en los hechos y en la verdad, no en las reglas de aquellos tan desesperados por reclamar atención", en un mensaje claramente dirigido al dueño de X. Olaf Scholz también ha condenado su actuación y ha advertido de que el magnate "no sólo actúa en esta dirección" en Alemania. "Los intereses que tiene [Musk] en la política europea son fundamentalmente empresariales, tiene empresas que funcionan en muchos países y quiere una posición de liderazgo. El Gobierno alemán y la oposición lo han calificado de intromisión, pero EEUU lleva entrometiéndose en la política europea desde las dos grandes guerras del siglo pasado”, insiste Carmela Negrete, periodista afincada en Berlín.
Un debate con intereses empresariales
Giorgia Meloni ha confirmado esta semana que Italia se encuentra en negociaciones avanzadas con SpaceX para proporcionar "comunicaciones seguras" al Gobierno por 1.500 millones de euros. Las fuentes consultadas por este medio coinciden al señalar que la estrategia del magnate resulta evidente. "El relato de una gran batalla cultural contra lo que tachan de dictadura woke tiene peso, pero no podemos olvidar que las redes sociales son un gran negocio, y los negocios son mucho más rentables cuando no tienen que garantizar los derechos de los consumidores", recalca Iago Moreno.
"El objetivo no sólo es ideológico, también económico. Musk y Zuckerberg quieren seguir ganando dinero, pero tenemos que ver cómo resuelve [el conflicto] la Comisión Europea. ¿Bruselas va a exigir a X y Meta que presenten un informe de riesgos por si incumplen la Ley de Servicios Digitales? ¿Bruselas se va a enfrentar de esta manera al Gobierno de Trump?", sugiere Anna López Ortega. Esta norma, que permite controlar y medir los niveles de desinformación en las plataformas digitales, ha permitido suspender las elecciones en Rumanía. TikTok tuvo entonces la culpa, pero ahora los focos apuntan al hombre con más dinero del mundo. "Musk busca un escenario de poder absoluto. No le vale con ser el hombre más rico, quiere sentir que es el más poderoso del planeta", sentencia Marta G. Franco.
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