Este artículo se publicó hace 6 años.

Voces femeninasZaida Muxí: "La familia nuclear es una invención del siglo XIX"

La arquitecta Zaida Muxí retratada por el artista Francesc Polop, autor de la escultura de portada de 'Mujeres, casas y ciudades'. / Francesc Polop

Marga Tojo

Madrid-

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Dice que presentar una historia de la arquitectura hecha por mujeres es tarea complicada porque se enfrenta al rechazo de quienes creen que la historia ya está bien contada, y que si ellas no figuran es porque no han realizado aportaciones destacables. ¿Cuál es la realidad?

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Se ha centrado en la vivienda como elemento relegado de la gran arquitectura, a no ser que se trate de una pieza de autor. Sin embargo, es un componente esencial de los tejidos urbanos.

El hogar, tal como lo conocemos hoy, es una realidad históricamente reciente cimentada en el asentamiento del capitalismo y de la clase social burguesa. ¿Cómo se transforma la vivienda para albergar a la familia nuclear hegemónica en el marco de la eclosión de la ciudad, a mediados del XIX, y cómo pasa a convertirse en el espacio privado que es hoy?

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El concepto de ‘hogar, dulce hogar’ parte de la experiencia masculina.

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Muxí: "Necesitamos un cambio en el paradigma de la arquitectura"

¿Esa idea de la casa solo como descanso no coincide con la de mujeres de fuera de la clase trabajadora, que contribuye a hacer invisible la carga de trabajo doméstico y de los cuidados?

El libro es también un glosario de mujeres. Algunas fueron detonantes de grandes cambios, aunque su aportación se haya diluido. Flora Tristán (1803-1844) fue pionera en denunciar las desigualdades, la insalubridad y la contaminación de las grandes ciudades. En su obra 'Paseos por Londres' (1840) habla de las infraviviendas, antes incluso de que lo hiciese el grueso de los higienistas que impulsaron el nacimiento del urbanismo.

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La burguesía fue una fuerza esencial para la construcción del modelo de sumisión familiar. Además, ya a principios del XIX empleaba la mayor precarización de las trabajadoras fabriles como arma de disgregación de clase.

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A lo largo de la historia del diseño de las casas en las grandes ciudades ha habido propuestas de mujeres para disminuir la carga del trabajo doméstico, muchas a través de espacios de colectivización, pero parece que seguimos en un punto parecido.

"El día que dejéis de hablar de Le Corbusier podremos hablar menos de Jane Jacobs", afirma la arquitecta

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Habla del mobiliario medieval como algo móvil, transformable o plegable que adapta los espacios. ¿Se podría traer a una nueva concepción de casa sin divisiones de hoy?

En su libro se plantea el 'cohousing', la vivienda compartida, como oportunidad de ruptura con los roles tradicionales dentro de las casas. ¿En qué se diferencia esta opción del 'coliving', un término que últimamente se emplea como si fuese la última tendencia de moda en las grandes ciudades, sin mencionar que es el resultado de alquileres muy elevados, salarios bajos y un mercado laboral fraccionado y precario, y que a priori no tiene nada de emancipador?

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Jane Jacobs, menospreciada en su día, es hoy un referente del urbanismo. Su obra 'Muerte y vida de las grandes ciudades' (1961), que usted prologó para la reedición en español (Capitán Swing, 2011), sigue teniendo una demoledora vigencia. Jacobs criticó la descentralización que defendía inicialmente Lewis Mumford, la ciudad radiante de Le Corbusier o la city beautiful de Chicago. ¿Qué peso han tenido estos modelos de arquitectura en la configuración de nuestras ciudades?

¿Es necesario un cambio de paradigma en arquitectura?

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El urbanismo ha estado atravesado en España por pelotazos y especulación, sobre todo durante la época de la Ley del suelo de 1998 y en operaciones que llegan hasta nuestros días. ¿Hasta qué punto impide el desarrollo de otro modelo?

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