Los dos presuntos sicarios contratados para matar al concejal de IU en Llanes aseguran que nunca viajaron a Asturias

Este martes empezó en la Audiencia Provincial de Oviedo el juicio con jurado por el asesinato en agosto de 2018 del concejal de IU de Llanes Javier Ardines. Son cuatro las personas que se sientan en el banquillo de los acusados: Pedro N.A., acusado de ser el inductor del crimen por celos tras descubrir que su mujer y el concejal mantenían una relación en secreto; los dos ciudadanos argelinos Djilali B. y Maamar K., acusados del asesinato material a cambio de 25.000 euros cada uno, y Jesús M., señalado por los investigadores como el intermediario.

La primera sesión, de las 18 previstas, se ha dedicado principalmente a dar lectura a los escritos de las acusaciones, que piden 25 años de prisión para cada uno de los cuatro acusados, y a las calificaciones provisionales de las defensas, que interesan la absolución, por lo que únicamente han podido declarar los dos supuestos sicarios.

Las defensas alegan falta de pruebas directas y objetivas en su contra: sostienen que no hay pruebas testificales, ni visionado de imágenes, ni pruebas biológicas de ADN que les identifique y les posicione en la parroquia de Belmonte de Pría el día del crimen, el 16 de agosto de 2018.

Djilali B. y Maamar K., los dos supuestos sicarios de nacionalidad argelina, se han negado a responder a las preguntas de las acusaciones; únicamente lo han hecho a sus defensas. Según su versión, nunca estuvieron en Belmonte de Pría, la parroquia llanisca en la que residía Ardines y donde fue asesinado, a escasos metros de su casa.

Es más, Djilali B. ha afirmado que sólo conoce a Pedro N.A. y Jesús M., de verles a raíz de esta causa, y ha añadido que únicamente tenía una relación de amistad con su compatriota, Maamar K. Además, ha acusado a la Guardia Civil de hacer con él "lo que quisieron" porque, según su versión, no tiene "nada que ver, ni participó" en nada relacionado con el asesinato de Ardines, al que ha dicho no conocer.

Maamar K. se ha limitado a decir que tenía una relación cordial con Djilali B. hasta que la amistad se rompió cuando estando preso en Suiza para cumplir otras condenas anteriores se enteró de que éste le había implicado en el asesinato de Ardines y ha afirmado desconocer las razones por las que un móvil de su familia que "no funcionaba" se geolocalizó en Llanes, informa EFE.

"Odio profundo" a la víctima

La fiscal del caso sostiene una versión completamente opuesta y ha expresado su convicción de que Javier Ardines fue asesinado por el "odio profundo" que sentía hacia él el presunto inductor del crimen Pedro N. A., quien estaba obsesionado por los celos que sentía desde que había descubierto que su mujer y el concejal mantenían una relación secreta.

Según las acusaciones, Pedro N. A., residente en Vizcaya, tomó la decisión de ejecutar su plan, sabedor de que su mujer pasaría el verano en una casa familiar próxima a la de Ardines, y para ello contactó con Jesús M. para que le buscase a personas que pudieran actuar como sicarios a cambio de 25.000 euros cada uno, mientras que el mediador recibió otros 10.000, según declaró en diligencias Djilali B.

Ardines sufrió una emboscada el 16 de agosto de 2018 cuando se dirigía al puerto de Llanes y tras ser rociado con un espray de pimienta fue golpeado en la cabeza con un palo o un bate de béisbol y estrangulado hasta la muerte. En un primer momento, y durante los primeros días, se barajó la posibilidad de que el asesinato de Ardines tuviera una motivación política, pero los investigadores descartaron tal escenario cuando los acusados fueron detenidos en febrero de 2019.