Catalunya ha ganado un 30% de población durante el siglo XXI, con aumentos muy destacados en el litoral

La población catalana ha registrado un fuerte crecimiento en lo que llevamos de siglo XXI. Si en el año 2000 su número de habitantes era de 6.261.999, los últimos datos disponibles del padrón -correspondientes al 1 de enero del 2024- ya elevan la cifra a 8.034.743 personas. Lo que constituye un aumento de casi el 30% -el 28,3%- y cerca de 1,8 millones de residentes en un cuarto de siglo. Ahora bien, esta evolución no ha sido ni de lejos homogénea a nivel territorial y encontramos zonas con un fuerte dinamismo poblacional e incrementos superiores al 40% y otras con un crecimiento raquítico e, incluso, pérdida de residentes.

A grandes rasgos, el aumento de población ha sido especialmente destacado en el litoral de Tarragona -con la excepción de les Terres de l'Ebre, en el sur- y de Girona y en la segunda corona metropolitana de Barcelona -Maresme y los dos vallesos-, mientras que ha sido muy reducido en zonas del Prepirineo -como el Berguedà, el Pallars Jussà y el Alt Urgell- o el interior de Tarragona -Priorat y Ribera d'Ebre-.

Ahora bien, los casos más extremos son las tres comarcas que han visto menguado su número de residentes en lo que llevamos de siglo XXI, que son la Terra Alta, el Ripollès y las Garrigues. Tres comarcas que son paradigma de lo que se ha denominado la Catalunya vaciada. En concreto, la Terra Alta -integrante de las Terres de l'Ebre- ha pasado de 12.189 habitantes en 2000 a 11.444 en 2024, lo que supone 745 menos, una caída del 6,1%. Los descensos del Ripollès, en el Prepirineo, y de las Garrigues, en Lleida, son menos destacados y se sitúan en el 1,3% y el 1,2%, que en cifras absolutas corresponden a 355 y 232 habitantes, respectivamente.

Reivindicación rural

Pese a haber ganado población, hay una serie de comarcas en las que el volumen de habitantes ha crecido muy por debajo de la media catalana en este cuarto de siglo, que es del 28,3%. Los casos más extremos son la Ribera d'Ebre, que apenas ha ganado 128 residentes -un 0,6%-; el Priorat, con 261 vecinos más que en 2000 (+2,9%), para un total de 9.390; y el Pallars Jussà, con un incremento del 6,9%. También quedan por debajo del 10% los avances demográficos registrados por el Berguedà (7,8% y 2.962 habitantes) y el Alt Urgell (9,8% y 1.899 vecinos). Superan por muy poco este umbral la Conca de Barberà, en Tarragona, con el 10,6% y unos 2.000 habitantes más, y la Alta Ribagorça, en el Pirineo, con el 10,8%, que son 390 empadronados más que en 2000, para un total de 4.002 personas en la comarca menos poblada de Catalunya.

El estancamiento o, directamente, el declive demográfico de una parte significativa de los municipios rurales o del Pirineo catalán ha provocado una creciente movilización los últimos años de unos territorios que han denunciado sentirse abandonados por las administraciones. En este sentido, se han puesto en marcha grupos de presión como Eines de Repoblament Rural para reclamar medidas concretas, que en los próximos meses se tienen que certificar en el Estatuto de Municipios Rurales.

Se trata de una normativa elaborada durante la presidencia de Pere Aragonès que Salvador Illa recuperó y el ejecutivo aprobó en octubre y que el Parlament tendría que validar las próximas semanas. Entre otras cuestiones, el Estatuto prevé reducir la burocracia en los municipios rurales y crear una bolsa de viviendas para facilitar el establecimiento de nuevos residentes.

Fuerte crecimiento en el litoral En el extremo contrario encontramos una serie de comarcas que han experimentado un enorme crecimiento de población los últimos 25 años. La mayoría se ubican en el litoral, sobre todo en las demarcaciones de Tarragona y Girona, o en la segunda corona metropolitana. El ejemplo más destacado lo constituye el Baix Penedès, la comarca más al norte del litoral tarraconense, que ha más que doblado el volumen de habitantes desde 2000, al pasar de menos de 60.000 (56.843) a casi 120.000 (118.595). A nivel provincial, el crecimiento de Girona (45,5%) y Tarragona (43,9%) se sitúa unos 20 puntos por encima del de Barcelona (24,5%).

Por debajo, las comarcas que han registrado incrementos demográficos superiores al 50% son la Selva (Girona), punto de inicio de la Costa Brava, con el 60,7%, que han supuesto 70.000 habitantes más; el Garraf, en la segunda corona metropolitana, con el 56,6% y 58.000 residentes nuevos; el Tarragonès, con el 54% y cerca de 100.000 vecinos; y el Gironès, con el 52% y un aumento de 71.000 habitantes.

En un nivel inferior se sitúan el Alt Empordà, el Alt Penedès, la Cerdanya, Anoia y el Baix Camp, con aumentos de entre el 40% y el 50%, y que con la excepción de la comarca pirenaica -muy marcada por el turismo y las segundas residencias- siguen el patrón de situarse en los litorales gerundense y tarraconense y en la segunda corona metropolitana (Alt Penedès y Anoia). Y todavía con crecimientos claramente superiores a la media catalana están el Maresme (37,2% y 130.000 habitantes), el Vallès Oriental (38,2%, cerca de 120.000 residentes) y el Vallès Occidental (34,1%, que comportan casi 250.000 residentes de más).

En cambio, una de las zonas que menos ha crecido desde 2000 es el Barcelonès, con apenas un 13%. Ahora bien, la comarca que incluye la capital catalana es la más poblada en cifras absolutas con casi 2,4 millones de residentes y una de las de menor superficie, de forma que también dispone de menos espacio para expandirse. Paralelamente, su relativo estancamiento poblacional también se explica por el desbocado incremento del precio de la vivienda, lo que ha comportado que una parte de sus vecinos hayan optado los últimos años por establecerse justamente en las comarcas del entorno y, sobre todo, de la segunda corona metropolitana donde los pisos -o las casas- tienen costes sensiblemente más asequibles.