El 2 de agosto de 2020 Juan Carlos I remitió a su hijo Felipe VI, actual monarca y jefe del Estado, una carta: "Guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España", rezaba la misiva.

El rey emérito había huido de España tras meses de publicaciones y aperturas de causas judiciales que apuntaban a irregularidades fiscales y a la presunta comisión de delitos como cohecho y blanqueo de capitales durante décadas.

A pesar de la indignación que despertaron estos escándalos financieros en la ciudadanía, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) no preguntó en ese momento, ni lo ha hecho desde entonces, por la percepción y la opinión pública acerca de los mismos. De hecho, el CIS lleva casi una década sin incluir una valoración de la monarquía, que en España representa a la Jefatura del Estado, en sus estudios.

Estos dos hechos (la huida de Juan Carlos I y la ausencia de la monarquía en las encuestas del CIS) tienen efemérides distintas en el calendario, pero están estrechamente relacionados a la hora de reflexionar acerca de por qué el organismo dirigido ahora por José Félix Tezanos decidió obviar en sus numerosos estudios en qué medida los escándalos financieros de Juan Carlos I llegaron a afectar a la Corona a ojos de la ciudadanía.

Lo que sigue a la huida del rey emérito es de sobra conocido. Aunque la carta enviada a Felipe VI el 3 de agosto confirmaba que su padre había salido de España, su destino era una auténtica incógnita. No fue hasta 15 días después, el 17 de agosto, cuando Casa Real despejó la duda: Abu Dabi era su nueva residencia, el lugar escogido por Juan Carlos de Borbón entre destinos como Portugal o República Dominicana, que se habrían barajado en un primer momento.

La prescripción de delitos y la inviolabilidad monárquica

El rey emérito pasó allí dos largos años en los que no regresó a España, un tiempo en el que las informaciones sobre los escándalos financieros y las investigaciones judiciales sobre delitos fiscales continuaron. Pasado ese tiempo, la Justicia se dio de bruces contra la cláusula legal que salva a los monarcas de responder ante sus actos: la inviolabilidad.

La Fiscalía en España archivó las causas abiertas contra el monarca por cohecho y blanqueo de capitales por dos motivos: en algunas de estas causas los supuestos delitos habían prescrito, y en otras, la inviolabilidad que le otorgaba la Constitución impedía investigar qué había hecho el rey emérito con sus finanzas antes de 2014, cuando cedió la corona a su hijo.

Antes, en 2020 y 2021 Juan Carlos I había pagado a Hacienda más de cinco millones para regularizar su situación fiscal; cuatro meses después de su huida, en diciembre de 2020, presentó una declaración ante la Agencia Tributaria de más de medio millón de euros (en relación al uso de tarjetas bancarias y a la contracción de una deuda tributaria entre 2016 y 2018); en febrero de 2021 el monarca hizo un segundo pago a Hacienda, en este caso de más de cuatro millones, para regularizar rentas declaradas que ascendían hasta los ocho millones.

En mayo de 2022, dos meses después de que la Fiscalía archivara su causa contra él, el monarca viajó después de dos años por primera vez a España para participar en una regata en Sanxenxo (Pontevedra). Posteriormente volvió a viajar a este lugar en diferentes ocasiones e, incluso, mantuvo encuentros y comidas con el resto de miembros de la familia real.

En la actualidad, Juan Carlos I sigue manteniendo su residencia habitual en Abu Dabi, pero viaja de manera frecuente a España (en algunas temporadas hasta una vez al mes). En una de sus últimas visitas el rey emérito asistió a la boda del alcalde de Madrid y dirigente del Partido Popular, José Luis Martínez-Almeida.

Una década después del suspenso de la monarquía en el CIS

Pese a todos los escándalos financieros que forzaron al anterior monarca a huir de España, el Centro de Investigaciones Sociológicas no ha incluido una valoración sobre la institución en sus estudios. La última tuvo lugar en una encuesta publicada en abril de 2015, la única vez que se ha preguntado sobre la monarquía con Felipe VI al frente, y la Corona suspendió con un 4,34.

El presidente del CIS trató de explicar en 2020, durante una comparecencia en el Congreso de los Diputados, tanto cuál había sido, a su juicio, el motivo del suspenso de la monarquía en la encuesta de abril de 2015, como por qué la institución había excluido a la Corona de sus encuestas. Apuntó que en aquel momento "no bajaba solo la valoración de la monarquía, sino de todas las instituciones, también de los partidos, de los sindicatos o de los medios de comunicación. Esas oscilaciones llevaron a pensar que eran coyunturales, que el clima era volátil y que no ofrecía una información muy útil".

Además, Tezanos esgrimió que "en todas las encuestas del CIS se pregunta cuál es el principal problema, y el que más afectan a los ciudadanos, y ahí sale la monarquía, con cifras insignificantes". Respecto a la primera cuestión, aunque "el clima era volátil" y "todas las instituciones bajaban" en su valoración en 2015, las encuestas realizadas por el organismo han seguido recogiendo valoraciones del resto de instituciones (partidos, Gobierno, sindicatos...).

A finales del 2022 el CIS publicó un estudio en el que se medía el grado de confianza en las instituciones e, incluso, en la Justicia o en la Constitución Española; pero no incluyó en su encuesta a la Casa Real. Respecto a la afirmación de Tezanos sobre que la monarquía ya aparece reflejada en las encuestas, la realidad es bastante más enrevesada.

La monarquía solo aparece de forma tangencial en los estudios del organismo, como respuesta en una pregunta de contestación espontánea. Esa pregunta es: "¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?". En este sentido, la monarquía se formula bajo la categoría de "problema" junto a otros como el paro, la guerra, la vivienda o la situación económica del país, y los ciudadanos deben escoger y categorizar los asuntos que más le preocupan.

Hace cuatro años que el rey emérito se vio obligado a huir acorralado por unos escándalos financieros que atenazaron a toda la familia real; y hace casi una década que el CIS no incluye una valoración sobre la monarquía en sus estudios. De momento, Juan Carlos I ya se mueve con libertad y con frecuencia entre sus residencias de Abu Dabi y España, y el organismo de estudios sociológicos no tiene previsto preguntar por ello a la ciudadanía.