Bergerot y Lobato plantan cara a una Ayuso victimista y centrada en confrontar con Sánchez

Con el anuncio de la apertura del primer centro de atención para hombres "víctimas de la violencia sexual", Isabel Díaz Ayuso consiguió este jueves atraer la atención política sobre el debate del Estado de la Región de la Comunidad de Madrid. Desde ayer se sucedieron a las reacciones a esta medida que la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha calificado como "trumpista", pero este viernes era el turno de los tres grupos de la oposición: Más Madrid, PSOE y Vox. Por este orden, todos se enfrentaron desde la tribuna a una Ayuso decidida a profundizar en su batalla ideológica contra la izquierda y a escurrir las acusaciones de corrupción que salpican al PP de Madrid.

Manuela Bergerot, líder de Más Madrid, fue la primera en tomar la palabra. Cargó contra Ayuso por "activar los discursos de odio" y le reprochó que intente "dividir al feminismo". "Usar las violencias sexuales como arma arrojadiza justo después de conocer el escándalo de las violaciones en Francia es perfectamente coherente con usted, perfectamente coherente con llamar 'niñatas que toman malas decisiones' a las mujeres que reclaman su derecho a poder volver a casa sin que las violen", le espetó.

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También la acusó de trabajar para que "la experiencia de lo público sea humillante" y le reprochó que no hiciese mención al tabaco o al alcohol en el plan antidrogas que anunció. 

Pero la tensión creció en la Asamblea cuando Bergerot mencionó a Ana Millán, la 'número 3' de Ayuso en el PP de Madrid, investigada por posibles casos de corrupción. La líder de Más Madrid afirmó que era una "indignidad" que Millán fuese la vicepresidenta de la Asamblea 

—"Es un daño irreparable al prestigio de esta institución", dijo— y añadió: "Ana Millán nos recuerda cada día que el PP de Ayuso es el PP de la Púnica, de la Gürtel y de la Lezo".

Ayuso defiende a Millán

La presidenta madrileña la defendió, y se defendió a sí misma de paso, con ahínco. Acusó a la izquierda de dar un "trato despiadado e injusto" a Millán y les advirtió que "van a acabar en los tribunales". "Yo quiero ver la factura de los abogados que ustedes van a necesitar para tener que ir a los tribunales después de todas las querellas y denuncias que les van a caer por mentir", aseguró Ayuso. Bergerot fue tajante ante las amenazas de la popular: "Resuelva lo que tiene en casa antes de amenazar fuera".

Según la líder del PP, todo responde a que Millán pertenece a su entorno. "Me tratan con gran persecución, de una manera inmisericorde, falsa y maniquea. A mí, a mi familia, a mi entorno o a la vicepresidenta de la Asamblea", protestó.

Y Lobato defiende a Sánchez

Tras la réplica de Ayuso a Bergerot —decidió responder a uno a uno a los líderes de la oposición—, fue el socialista Juan Lobato quien se subió a la tribuna para, en primer lugar, defender la gestión del Gobierno central ante los reiterados ataques de la presidenta madrileña. Cuestionó sus críticas a la gestión del Ejecutivo del conflicto político en Venezuela, sus volantazos en migración y el rechazo a las reuniones bilaterales con Sánchez para hablar de financiación autonómica. 

"¿Quien es usted para decirle al presidente de los gallegos o valencianos que no vayan a reunirse con el presidente del Gobierno?", le espetó Lobato. 

Pelea con Monasterio

Y casi más dura que Bergerot y Lobato fue la todavía líder de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, que dijo de Ayuso que estaba "a la izquierda del PSOE en materia de inmigración". La líder de la extrema derecha que en la pasada legislatura sostuvo al PP en el gobierno, exhibió su discursos más xenófobo defendiendo que "solo podrá ser tan español como un español" quien eduque a sus hijos "en valores judeocristianos y en la hispanidad".

Ayuso le reprochó el "ataque desmedido al PP del que Vox vive". "Este es principal problema que tenemos en España", dijo. 

Mientras transcurría el debate, el presidente del Gobierno anunció su intención de arrancar este viernes los contactos con los presidentes autonómicos para las reuniones bilaterales en Moncloa.