¿Qué ha cambiado en Siria, y qué no?
“¿De verdad estoy viendo a Yassin Haj Saleh en la televisión siria? No sé si estoy soñando o si llevo desde el 27 de noviembre en una realidad virtual”, se pregunta Leila al-Shami, reconocida escritora y defensora de derechos humanos y autora de 'País en llamas'. Un asombro que comparten miles de sirios ante el vuelco que ha dado Siria en las últimas semanas.
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La historia parece haberse acelerado en Siria, que vive desde el 27 de noviembre acontecimientos históricos. Veamos qué ha cambiado en el país, y qué no.
Se puede entrar en Siria
Que referentes intelectuales como Haj Saleh puedan no solo entrar en Siria, sino conceder entrevistas en los canales oficiales, era impensable hasta hace un mes. Desde el ascenso de la dinastía Asad en los años 70, el país estuvo marcado por la represión de cualquier forma de oposición al régimen, y el encarcelamiento, tortura y asesinato de defensores de derechos humanos.
Tras el proceso revolucionario de 2011, la brutalidad contra las expresiones de protesta se recrudeció y Siria se convirtió en un “matadero humano”. Muchos de los intelectuales y defensores de derechos humanos del país continúan desaparecidos, algunos fueron asesinados y otros han fallecido en el exilio, entre ellas referentes como la abogada Razan Zeituneh, las actrices May Skaf y Fadwa Suleiman, o el ingeniero de software sirio-palestino Bassel Khartabil. Muchos de los que sobrevivieron se vieron abocados a un exilio que parecía permanente. Sin embargo, hoy regresan a Siria académicas como Rim Turkmani o Razan Saffour, que relatan en sus testimonios las sensaciones contradictorias compartidas por buena parte de la población: por un lado el alivio de poder regresar, y por otro el horror ante la devastación sufrida y sus efectos visibles por todo el país.
No solo acceden al país sirios y sirias, sino cientos de periodistas y organizaciones del resto del mundo. Un cambio respecto a los últimos años, en los que Siria se había convertido en un cementerio de periodistas. Se suceden en estos días las crónicas y coberturas internacionales tras años de restricciones del acceso a la prensa.
La liberación de los presos
La liberación de todo el entramado de centros de exterminio del país marcó un punto de inflexión en la ofensiva rebelde iniciada el 27 de noviembre. La situación de los presos ha estado durante años en el centro de las demandas por parte de la sociedad civil siria, a través de iniciativas como las del Foro de las familias por la libertad o el trabajo de abogados como Anwar al-Bunni.
Los horrores que encerraban prisiones como la de Sednaya o la terrible Rama 325, también conocida como Sección Palestina de los servicios de inteligencia militares sirios, en el sur de Damasco, dan muestra de la opresión que ha sufrido la población siria y del duelo que se abre. También del apoyo que se requiere para la documentación y seguimiento de los asesinados y desaparecidos, una empresa inasumible con los recursos actuales.
Abogadas como Noura Ghazi, cuyo esposo, el reconocido ingeniero de software sirio-palestino Bassel Khartabil, fue asesinado en uno de esos centros de detención, alertan sobre la terrible situación de la documentación relativa a los detenidos. Ghazi llama “a la intervención inmediata de las autoridades actuales y de organismos internacionales para la protección y salvaguarda de estos documentos, la evidencia más importante para conocer la verdad sobre nuestros seres queridos y obtener justicia”.
El regreso a las calles
Las calles sirias fueron durante décadas el coto privado de la dinastía Asad. Este dominio del espacio abarcaba desde la red de los temidos mukhabarat, los servicios de vigilancia y espionaje desplegados por todo el país, y los innumerables checkpoints, hasta la omnipresencia del apellido del clan en puentes, museos, hospitales y otros espacios públicos. En 2011, miles de manifestantes tomaron las calles, apropiándose pacíficamente de un espacio vedado a la gente durante décadas. Trece años después, los espacios públicos vuelven a llenarse de personas que reivindican cuestiones como las relativas a justicia y rendición de cuentas, o las demandas de contundencia en la defensa de los derechos de las mujeres por parte del actual gobierno interino, de corte conservador. A diferencia de entonces, estas protestas no están siendo recibidas con disparos ni detenciones por parte de las autoridades.
Destaca en esa ocupación de los espacios públicos la presencia de mujeres en ciudades como Damasco, donde su presencia fue fundamental en los inicios del proceso revolucionario, pero también en otras donde han desempeñado un papel protagonista en protestas recientes, como es el caso de Sweida, donde vive buena parte de la población drusa (una comunidad que combina elementos del islam, judaísmo, cristianismo y corrientes místicas).
También en Idlib y otras zonas del norte fuera del control de la dictadura de Asad, donde las mujeres no han dejado de trabajar en organizaciones como Zumoruda. “Hemos demostrado que podemos hacer de todo en estos años y queremos formar parte del gobierno”, reclaman activistas sirias que se han mantenido activas en el sostenimiento del país en estos años.
“Es crucial no pasar por alto la agencia de las mujeres en el proceso revolucionario sirio”, señala la periodista Zaina Erhaim, con quien hemos hablado para Público. “Como mujer feminista, no me siento representada por el gobierno interino y reivindico que no sé ni un paso atrás en nuestros derechos. Sin embargo, ahora podemos protestar sin bombas de barril sobre nuestras cabezas. No sé si desde otros países se percibe la diferencia que esto supone”.
Las calles no solo son el espacio de protestas sino también de celebración. En estos días se han vivido celebraciones inauditas en el país. “Es la fiesta del siglo”, decía Leila al Shami, en referencia a la macrofiesta con DJ celebrada en Damasco durante la entrada al nuevo año.
Escenas similares se han vivido en otras ciudades, con canciones como “Cabeza alta, eres un sirio libre”, versionada por la cantante siria Asalah, entre otras vinculadas a las protestas de 2011 como “Janna janna”, con la voz del futbolista sirio Abdul Baset al-Sarout.
“Justicia, no venganza”
“Queremos justicia, no venganza”, es una idea que se ha repetido en declaraciones de Ahmad al-Sharaa y el nuevo gobierno interino en los últimos días. Una repetición que busca contener posibles ajustes de cuentas contra quienes en estas décadas han ldierado el aparato de represión y tortura del país, y que contrasta con los lemas de la Siria del régimen. “Asad o quemaremos el país”, o “Arrodillaos o morid de hambre” fueron algunos de los mantras popularizados en el contexto de la represión de protestas o del asedio de barrios como Yarmouk, donde se concentraba la mayor población refugiada palestina de Siria.
Sin embargo, esa justicia en la que se incide choca con algunos de los nombramientos del gobierno interino, provenientes del círculo de HTS en Idlib. En concreto, el de Shadi Al-Waisi, que actualmente ocupa el cargo de Ministro de Justicia Interino de Siria, a quien se ha señalado por un vídeo en el que aparece supervisando la ejecución de una mujer en Idlib, en el año 2015.
“Las comunidades musulmanas sirias no se corresponden con este comportamiento medieval. Este tipo de mentalidad retrógrada que permite que las mujeres reciban latigazos o sean ejecutadas en plazas públicas debe ser rechazada”, señalaba el periodista sirio Rami Jarrah al medio New Arab. “La revolución siria (...) fue una inspiración para millones de sirios y personas de todas las naciones del mundo. Esa inspiración no tenía nada que ver con este tipo de comportamientos”, añadió.
Se mantienen las sanciones que sufre la población siria
Algo que no ha cambiado son las sanciones que enfrenta Siria desde mediados de 2011 y que han estrangulado la economía del país. No la del régimen, que ha encontrado en negocios como el captagón, conocido como "la cocaína de los pobres", un lucrativo flujo de ingresos para sostener a la élite gobernante. El levantamiento de las sanciones, fundamental para que el país pueda restablecer su economía y garantizar servicios básicos a la población, es una de las principales demandas del gobierno interino liderado por Ahmad al Sharaa.
El 2 de enero, Sharaa recibió la visita de los ministros de exteriores de Alemania y Francia, Annalena Baerbock y Jean-Noël Barrot, bajo el lema "un nuevo comienzo político entre Europa y Siria es posible". Según Baerbock, no se prevé el levantamiento de las sanciones de momento, sino que dependerá de que en el futuro del país se garanticen cuestiones como “el respeto a las minorías” y que “no haya sitio para el extremismo”.
Es difícil en este contexto ignorar el doble rasero de los líderes europeos, en particular de Baerbock, quien hace unos meses justificó el ataque israelí contra escuelas en las que se hacinaban familias desplazadas en Gaza. La representante alemana llegó a afirmar que si en un lugar donde se refugian civiles se encuentran terroristas, los civiles perderían su estatus protegido, un despropósito que no se sostiene desde una perspectiva de derechos humanos ni de legalidad internacional, pero que da la medida del posicionamiento de parte de la Unión Europea con respecto al genocidio.
Continúan las injerencias regionales
Pese a la retirada de las fuerzas rusas e iraníes, las injerencias en Siria continúan. Desde Irán, donde las autoridades lanzan mensajes sectarios y llaman a la división interna, hasta Egipto, donde el general Sisi ha anunciado que prohíbe la entrada al país “a sirios de cualquier lugar del mundo”, no cesan los intentos de desestabilizar Siria en esta nueva fase.
Mención especial merece Israel, que mantiene su ocupación ilegal de la fértil zona de los altos del Golán desde 1967. En estas décadas el estado israelí ha bombardeado Siria a su antojo, y ha vuelto a hacerlo de forma intensificada en las últimas semanas, aprovechando el momento de cambio y la situación de agotamiento del país. Israel ocupa actualmente seis de las principales fuentes de agua, incluidas las presas de Al-Mantara y Al-Wahda, controlando buena parte del suministro de Siria y de Jordania. En el contexto de los anuncios por parte de las autoridades israelíes de “reconfigurar la región”, no cabe esperar que esta tendencia cambie, que se comprometan a respetar la legalidad internacional y dejen de amenazar la soberanía de sus vecinos.
Tampoco han cesado los ataques de Turquía contra la población del nordeste de Siria. A través de sus fuerzas en el terreno, ha continuado lanzando operaciones militares contra las Fuerzas de Defensa Sirias, causando víctimas y daños materiales. “Las fuerzas progresistas deben buscar la cooperación entre árabes y kurdos, incluida la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria”, señala el académico Joseph Daher. “El proyecto de la Administración Autónoma y sus instituciones políticas representan a grandes sectores de la población kurda y los han protegido de diversas amenazas locales y externas”, subraya.
No cesa la desinformación
Desde las protestas de 2011, cuando Siria pasó de ser un agujero negro informativo a uno de los mayores productores de contenido de la región, no han cesado las campañas de desinformación en torno al país. Una de las más flagrantes tuvo como objetivo a los Cascos Blancos o Fuerzas de Defensa Civil sirias y fue liderada por oficiales rusos y sirios, blogueros afines al régimen y figuras autodenominadas antiimperialistas. A medida que el trabajo de rescate de civiles bajo bombardeos rusos se expandía, el grupo se convirtió en una de las organizaciones más escrutadas y vilipendiadas del mundo.
Tras el colapso del régimen, los Cascos Blancos han sido recibidos en Damasco como héroes, sumándose a las labores de búsqueda y rescate en la prisión de Sednaya. Pero la desinformación no ha cesado.
“Me niego a ser un portavoz de relaciones públicas del nuevo gobierno sirio, pero es realmente increíble la campaña de desinformación en su contra. Es una locura”, afirma el documentalista Rami Safade, del proyecto Syrian Archive. Entre las campañas que denuncia, un vídeo que supuestamente muestra al Ministro de Defensa Marhaf Abu Qasara destruyendo una estatua de la Virgen María y amenazando a cristianos y alauitas. En realidad el vídeo muestra a Omar Gharba, miembro de ISIS, en 2013.
Es uno de los incontables ejemplos de bulos que se propagan estos días y que persiguen no solo desinformar sino agotar a quienes trabajan en el futuro del país. “Últimamente me paso más tiempo rebatiendo bulos que se publican en torno a Siria que siguiendo los avances en el país”, se lamenta el periodista Suhaib Zaino.
Y sin embargo, es más importante que nunca que personas como Zaino, y el resto de sirios de dentro y fuera del país, trabajen en la reconstrucción de Siria, frente a los intentos de desestabilización. Porque como afirma el escritor sirio Maysaloon, “Los sirios son libres de Asad, pero todavía no son libres. El camino será rocoso y peligroso, lleno de obstáculos tanto en el ámbito nacional como en el internacional”.
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