Elon Musk se abraza a la líder ultra de AfD: "El virus 'woke' ha infectado gravemente a Alemania"
El propietario de la red social X, antes Twitter, aúpa a la líder de extrema derecha a poco más de un mes de las elecciones en la principal potencia de la Unión Europea.
María G. Zornoza
Bruselas--Actualizado a
"Doy la bienvenida a esta conversación a Alice Weidel, la candidata líder para gobernar Alemania, creo yo". Así ha comenzado el hombre más rico del mundo la "entrevista" a la líder del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD). La charla en la red social X, que ha durado más de una hora y ha congregado a 200.000 personas, ha mostrado la sintonía de ambos populistas contra la inmigración, la agenda progresista, los impuestos o la burocracia.
La influencia de Elon Musk y su poderosa red social en Europa es creciente. Y sus consecuencias todavía, incalculables. El magnate y mano derecha de Donald Trump ya lo dejó claro hace escasas semanas: "Solo AfD puede salvar a Alemania". La preocupación en Bruselas es cada vez mayor, aunque en la Comisión Europea prefieren guardar silencio. El francés Emmanuel Macron le acusó directamente a comienzos de esta semana de interferir en procesos electorales, mientras que el alemán Olaf Scholz insistió en la necesidad de "no alimentar al troll".
Bruselas comienza a inquietarse sobre el rol de X en las cruciales elecciones que Alemania celebra el próximo 23 de febrero. AfD parte como segunda favorita en los sondeos, por delante de los socialdemócratas. A finales de año, la Comisión Europea abrió una investigación a TikTok tras detectar injerencias de actores externos -mirando directamente a Rusia- en el proceso electoral que dio el triunfo al candidato prorruso y anti-OTAN Calin Georgescu.
En el caso de X, mantiene varias pesquisas abiertas en referencia a la falta de transparencia o sus políticas de algoritmos y contenido. Pero rechaza iniciar un trámite directamente con Musk porque enmarca sus intervenciones en el marco de la libertad de expresión. Sin embargo, en la capital comunitaria han seguido muy de cerca la conversación de este jueves celebrada entre el norteamericano y la germana. En Bruselas analizan con lupa si en algún momento infringen la ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés). Weidel y Musk han cargado contra esta normativa, pionera en el mundo para regular el funcionamiento de los gigantes tecnológicos, calificándola de "ridícula" y "censuradora". Una vulneración de la misma acarrearía multas millonarias.
El discurso de Weidel se ha basado en mirar hacia el pasado más que al futuro. Parco en propuestas y programa. Ha acusado a Angela Merkel de "arruinar" el país con su política energética y migratoria. Pero no ha presentado alternativa alguna. Y ha acusado a los gobiernos de los últimos 25 años de instalar una "agenda socialista insana en el sistema educativo en la que la gente no aprende nada, solo estudios de género". "Parece que el virus de la mentalidad woke ha infectado gravemente a Alemania", le ha respondido su interlocutor.
AfD está aprovechando su mejor momento desde su formación hace poco más de una década en un momento de desaceleración económica, asfixia energética y decepción con el experimento de la coalición semáforo conformada por socialdemócratas, verdes y liberales. Pero en su historial cuenta con una mancha difícil de borrar: el blanqueamiento de alguno de sus miembros con el régimen nazi, lo que supuso la expulsión de su familia en el Parlamento Europeo.
Alice Weidel se presenta como la cara amable y edulcorada del grupo extremista. Por ello buena parte de su intervención se ha centrado en alejarse de esa etiqueta refiriéndose a Hitler como un "comunista, socialista". "Nosotros somos todo lo contrario: un partido conservador libertario", ha espetado.
En la UE, los esfuerzos de Musk -que cuenta con más de 211 millones de seguidores- para amplificar el altavoz de la extrema derecha en su principal motor económico generan mucha preocupación. El bloque comunitario cuenta con herramientas como la DSA para controlar el discurso de odio en las redes. Pero su acción es limitada. El proceso es muy largo y farragoso. Las denuncias deben estar muy bien argumentadas con una ley tan ambigua sobre la mano y en un escenario completamente nuevo como es el de la regulación online. Y en paralelo se entremezcla la cuestión geopolítica: ir contra Musk significa declarar la guerra a Donald Trump, a quien el magnate no escatimó esfuerzo ni dinero en ayudarle a ganar las elecciones. Y en Bruselas no hay apetito en apretar el gatillo a pesar de lo mucho que hay en juego.
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