madrid
La madrugada del 12 de abril de 2002 Hugo Chávez abandonaba el Palacio de Miraflores de manera forzada tras la amenaza por parte de miembros sublevados del ejército de bombardear el edificio. Minutos antes, Chávez, sobrepasado por los acontecimientos, llamó a Fidel Castro en busca de consejo: "Están dispuestos a morir todos aquí", comentaba con un nudo en la garganta, creyendo ver el final, según recoge Ramonet en Cien horas con Fidel. Castro rápidamente diluyó esa idea con otra menos arriesgada: abandonar el país sin renunciar al cargo para llamar a la resistencia nacional. Mentó a Allende, que murió con el rifle en la mano, como prueba de una derrota segura.
Así avanzaba el Golpe de Estado al presidente electo de Venezuela, que llevaba dos años resistiendo las embestidas que la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (FEDECAMARAS) orquestaba. La patronal estaba presidida por Pedro Carmona, hombre que se puso al cargo de la república cuando Chávez había desaparecido.
La relación empezó a tensare tras el paro patronal del 10 de diciembre del 2001, que exigía la retirada inmediata de un paquete de 48 medidas en torno a la industria petrolera. Esta oposición activa se mantuvo durante todo el año hasta abril de 2002, cuando alcanza su punto más beligerante.
La manifestación del 11 de abril
Tras la reestruturación de la industria petrolera y los constantes tira y afloja del Gobierno con los medios de comunicación, la oposición antichavista convocó una manifestación para el 11 de abril en la que exigirían la dimisión del Comandante, que además atravesaba, según las encuestas, un periodo apoyo popular decreciente, según El proyecto Chávez, de Gilberto Aranda.
La marcha (llamada "Ni un paso atrás") se producía para protestar por los despidos que Chávez, a través de su programa Aló Presidente, había ejecutado sobre altos cargos de la compañía petrolera estatal, PDVSA. Para Fernando Coronil, tal y como escribe en Estado y nación durante el golpe contra Hugo Chávez, en esos cargos colocó a otros hombres que, pese a la contrastada experiencia en el sector, no cumplían a rajatabla los ascensos y promociones que justificasen meritocracia a ojos de la oposición.
El chavismo defendía que esta renovación serviría para evitar que la industria, nacionalizada en 1976, dejase de actuar como un Estado dentro del Estado, que quitaba y ponía gobiernos o presionaba cuando algo no se movía a su gusto. A esto se sumaba reformas que, según el Gobierno, controlarían la producción y aumentarían los precios y cánones percibidos.
La manifestación del 11 de abril congregó entre 300.000 y 1.000.000 personas (cifras que nunca podrán saberse con certeza) que acabaron caminando hacia el Palacio de Miraflores pidiendo la dimisión del presidente. En cierto momento de la marcha, comienzan disturbios en los que 19 personas son asesinadas por francotiradores. Nunca se llegó a esclarecer con precisión quién fue el culpable de esas muertes, si el Gobierno o francotiradores colocados por la oposición para generar un contexto sangriento con el que justificar un levantamiento.
El papel clave de Fidel Castro
El Palacio de Miraflores se encontró rodeado de tanques y con varias guarniciones del ejército en busca de que el presidente firmase la renuncia a su cargo, algo que nunca llegó a hacer. Sí abandonó el lugar y puso rumbo a Tiuna, puesto de mando de los golpistas, camino a una negociación. El presidente de Venezuela acordó hablar con Castro tras la reunión para acordar los siguientes pasos, que ambos preveían que pasaban por un avión rumbo a Cuba.
La incertidumbre llegó cuando el líder caribeño no recibió ninguna llamada de Chávez, que había sido arrestado. Las televisiones privadas comenzaron a señalar que el presidente había firmado su renuncia, mostrando a cámaras un papel difícil de identificar para cualquier espectador, tal y como muestra el documental La revolución no será transmitida. Esa renuncia, según el chavismo, nunca se llegó a firmar, de ahí su que se produjese su inmediata detención y arresto en paradero desconocido.
"El en ningún momento firmó ningún decreto, es completamente falso lo que están sacando por televisión", dijo la hija de Chávez
Solo un medio se hizo eco de declaraciones de Chávez o de su hija María, protagonista forzada de esta historia: una radio comunitaria. "A las 9 y 20 aproximadamente de la mañana, solo le permitieron hacer esa llamada, bueno, nos dijo que por favor le comunicáramos a todos, a los amigos, al mundo entero, que él no renunció, él en ningún momento firmó ningún decreto, es completamente falso lo que están sacando por televisión", pronunció María Gabriela Chávez en Radio Fe y Alegría, según recoge Alexander Hernández en 10 años del golpe de estado en Venezuela: ¿Cuál fue el papel de Radio Fe y Alegría?
Ella fue la que avisó a Fidel Castro de que el presidente legítimo de Venezuela estaba secuestrado, que ya se encargó de dar un comunicado oficial. Pese a que Castro no suele ser escuchado con objetividad en los medios, consiguió que la CNN publicase repetidamente su comunicado, en el que anunciaba un golpe de Estado en Venezuela.
Ya durante el 12 de abril, Pedro Carmona juraba el cargo de presidente de la república de Venezuela (suprimiendo ya el concepto de "bolivariana"). Durante su corto mandato, Carmona disolvió la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral. Se otorgó a sí mismo la capacidad para destituir cargos públicos (alcaldes y gobernadores incluidos). Suprimió también 48 leyes –mismo número de leyes que provocaron la tensión entre gobierno y FEDECAMARAS– y convocó elecciones generales para dentro de un año, tal y como recoge Empresarios frente al chavismo, de Nicolás Esteban Grimaldi. Decisiones muy pensadas para tan breve espacio de tiempo, algo que indica que el Golpe de Estado tenía un poso y una planificación previa y un objetivo muy claro.
¿Dónde está Chávez?
En una conversación posterior entre Fidel Castro y Hugo Chávez, publicada en Granma, Chávez reconocía que había sido retenido pero que consiguió convencer a un joven que le vigilaba para hacer una llamada. La famosa labia del líder venezolano le sirvió para transmitir su localización a su familia, que empezó a difundirla, logrando que la gente se agolpase en el fuerte donde estaba recluido en Tiuna exigiendo su liberación. Fue trasladado posteriormente a Turiamo, pero ya había sido localizado por la prensa (AFP publicó su localización).
Tras la jura de Carmona, se desencadenaron una serie de apoyos a Chávez por parte de los militares, finiquitando las posibilidades del Golpe. La Brigada de Paracaidistas, la División Blindada y la base de cazabombarderos F-16 se posicionaron en favor del gobierno legítimo. El general Montoya, un oficial de alta graduación, aseguró a Castro –y recoge en la biografía de Ramonet– que la gran mayoría de las Fuerzas Armadas venezolanas serían fieles al presidente electo. Solo dos países en el mundo reconocieron tan pronto a Carmona: los EEUU de George W. Bush y España, que contaba con Jose María Aznar en la Presidencia.
La conmoción no duró y se produjeron revueltas en varios puntos de Venezuela, exigiendo la libertad del presidente y la restauración del orden previo al 'Carmonazo' –así se conocerá–. El Palacio de Miraflores fue sitiado por el pueblo que reclamaba la vuelta de Chávez. El ejército fiel al Gobierno intervino para detener a todos los nuevos ministros, incluido el nuevo presidente de Venezuela, pero Carmona consiguió huir a Colombia.
"Quiero hacer un llamado y esto puede ser lo más importante que voy a decir hoy, 14 de abril. He estado incomunidado las últimas horas. (...) Lo primero que le digo a los venezolanos es: vuelvan a sus casas. Que vuelva la calma. Ustedes venezolanas, ustedes venezolanos, que me adversan: ¡pues adversenme! Ojalá pueda hacerlos cambiar. Pero no pueden adversar esta Constitución". Esas fueron las primeras palabras de Chávez a las pantallas tras regresar de su secuestro, devolviendo a Venezuela la democracia.
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