El caos político amenaza la estabilidad de Corea del Sur y la paz en la península coreana
El boicot oficialista al cese del presidente Yoon, tras su intento de imponer la ley marcial, sacude Corea del Sur y amenaza la paz en la península coreana en el peor momento.
En un giro sorpresa, el Partido del Poder Popular (PPP), gobernante en Corea del Sur, boicoteó la votación para destituir al presidente Yoon Suk-yeol por su intento de aplicar la ley marcial en el país y salvar así su carrera política. El cierre de filas del PPP con Yoon por fines partidistas, pese a las graves acusaciones que pesan sobre el mandatario, dispara la crisis en Corea del Sur y plantea graves riesgos para la seguridad de la península coreana justo cuando el régimen norcoreano muestra todo su músculo militar.
Que el partido de Yoon indique que se buscará "una salida ordenada" del presidente, "para minimizar el caos" no ha tranquilizado a las decenas de miles de surcoreanos que alargaron en la noche del sábado sus protestas contra lo que hasta el propio PPP definió como "una seria y clara violación de la Constitución" surcoreana.
La decepción de los manifestantes no creyó al líder del conservador PPP, Han Dong-hoon, quien afirmó que Yoon "será en la práctica despojado de sus funciones hasta que abandone su cargo y el primer ministro (Han Duck-soo) asumirá las funciones estatales en consultas con el partido".
Algo fácil de decir, pero complicado de realizar, pues el presidente tiene funciones intransferibles, como la jefatura de las Fuerzas Armadas (la más peliaguda), la representación de la nación como jefe de Estado y el nombramiento de altos cargos de las instituciones consagradas en la Constitución.
Una posibilidad, pues, demasiado enmarañada y que hace prever muchas más protestas y rechazo del que parece ser un confuso intento de los pretorianos de Yoon para librarle de ser juzgado por acusaciones tan graves como las de traición, motín y abuso de poder por movilizar el pasado martes a soldados contra la Asamblea General a fin de clausurarla.
Si no es destituido, Yoon podrá recuperar el poder cuando quiera
Además, a nadie se le escapa que si la Constitución no es reformada oficialmente estableciendo esos cambios, Yoon podría recuperar todo su poder del partido cuando quisiera. "El presidente puede volver a tomar el mando en el momento en que cambie de opinión", afirmó al diario surcoreano The Korea Herald el profesor de Ciencias Políticas Shin Yul, de la Universidad Myongji.
"Nadie podrá detenerlo si Yoon insiste" en hacerse de nuevo con ese poder, aseveró el profesor Shin.
La oposición, liderada por el Partido Democrático (PD, liberal), ya ha dejado claro que no cejará hasta conseguir la dimisión o la destitución de Yoon, y que para ello pondrá en marcha todas las mociones políticas que sean necesarias en un Parlamento donde es mayoría.
Los conservadores no dejan que Yoon se hunda
Se esperaba que la votación en la Asamblea Nacional este sábado de la moción que exigía la destitución de Yoon discurriera sin mayores incidencias y acabara con la defenestración del actual presidente de Corea del Sur. Pero las cosas tomaron otro matiz cuando una anterior votación en el orden del día sobre la esposa del mandatario, Kim Keon-hee, y sus supuestos casos de corrupción no se llegó a concretar pues los diputados gubernamentales abandonaron en masa el hemiciclo.
Cuando se quiso votar la destitución de Yoon, solo se pudo contar con los 192 votos de la oposición más el apoyo de tres de los legisladores del PPP. El resto había dejado ya la Asamblea Nacional (el Parlamento surcoreano) y no se pudieron alcanzar los dos tercios de la cámara, es decir, 200 votos de los 300 escaños. El PPP es minoritario en el Legislativo con sus 108 escaños.
Antes de que esto ocurriera, todo parecía indicar que el partido en el Gobierno, o al menos un buen número de sus diputados, se alinearía con la oposición y daría su visto bueno a la moción de destitución de Yoon. Entre los propios legisladores del PPP se habían escuchado muchas voces de condena al extraño paso que dio el presidente el martes por la noche al intentar imponer la ley marcial en el país.
Como pretexto, Yoon había denunciado un complot de los opositores del Partido Democrático (PD) y otros legisladores con Corea del Norte para hacer ingobernable Corea del Sur.
En la madrugada del miércoles fue el coraje de los diputados opositores, respaldados por algunos del partido en el Gobierno, el que evitó la catástrofe, pues votaron la retirada de esa ley y obligaron a Yoon a retractarse y a ordenar la vuelta de los militares y policías a sus cuarteles, además de frenar su orden para detener a decenas de legisladores, algunos de su propio partido.
Yoon se disculpa por "las inconveniencias" del autogolpe
El presidente surcoreano compareció en la mañana de este sábado para pedir disculpas por su intento de aplicar la ley marcial. "Pido sinceras disculpas por causar preocupación e inconveniencias a la ciudadanía", dijo Yoon, como si el precipicio al que quería empujar al pueblo surcoreano fuera apenas un trámite administrativo y no la antesala de una posible deriva dictatorial como las que vivió Corea del Sur en las décadas de los años setenta y ochenta, que se saldaron con centenares de muertos.
El mandatario insistió en que no eludiría las responsabilidades legales y políticas por ese paso, pero se disculpó señalando que "la declaración de la ley marcial fue realizada desde un sentido de urgencia". Efectivamente, la urgencia de evitar el enjuiciamiento de su esposa y de que todos los dedos se volvieran inmediatamente contra él mismo por su ineficacia en el Ejecutivo y sus chanchullos en el poder.
En medio de su retórica, Yoon dio una pista sobre lo que iba a suceder horas después, cuando sus acólitos del PPP abandonaron en masa la Asamblea Nacional y sabotearon de facto la votación de destitución. Yoon había dicho en su declaración televisada que dejaba la estabilización de la situación política y el propio mandato presidencial "en manos del partido".
No en manos de la Justicia, sino de sus propios lugartenientes, que pueden ahora montar una farsa y "retirarlo" momentáneamente del poder, dejarlo en segunda línea de fuego y devolverle todas sus prebendas cuando pase la tempestad.
Y así fue, el PPP puso la política partidista por delante de la seguridad nacional y evitó la caída de Yoon. Se optó por cerrar filas con el presidente y en la tarde del sábado se desoyó en la Asamblea Nacional a los casi 160.000 manifestantes que volvieron a salir a las calles este sábado para reclamar el ostracismo de Yoon.
El caos interno surcoreano puede romper la tensa calma en la península
En estas protestas está vigente el recuerdo de las dictaduras surcoreanas, con sus persecuciones policiales, detenciones arbitrarias, falta de libertad, campos de reeducación y sobre todo las masacres cometidas por los militares, como ocurrió en Gwangju, en mayo de 1980.
Pero también muchos evalúan el riesgo de que una ley marcial pueda escalar la tensión con Pyongyang. Desde que Yoon llegó al poder la situación ha empeorado entre las dos Coreas, con una alineación del presidente surcoreano con la estrategia estadounidense de confrontación con el nuevo eje del mal de Washington, es decir, Rusia, Irán, China y la propia Corea del Norte.
Un presidente, el surcoreano, que además se ha caracterizado por un gusto demasiado marcado por lo militar, como dejó muy claro al llegar al poder y trasladó la oficina presidencial desde su tradicional morada en el palacete llamado la Casa Azul al Ministerio de Defensa en el centro de Seúl.
Si, en caso de aplicarse la ley marcial, los militares hubieran asumido una posición de poder junto a Yoon para defender a Corea del Sur de las maquinaciones norcoreanas, el riesgo de choque directo entre Seúl y Pyongyang se habría disparado en unos momentos ya de altísima tensión.
Esta misma semana entró en vigor el pacto defensivo entre Rusia y Corea del Norte, que incluye la ayuda militar mutua en caso de ataque exterior. Moscú está en deuda con el líder norcoreano, Kim Jong-un, por el envío de al menos 10.000 soldados de Corea del Norte a combatir contra los ucranianos, además del suministro de munición y misiles para que las utilice el ejercito ruso en Ucrania.
A la gravísima crisis interna desatada por Yoon en Corea del Sur se une la patada que ha dado a la complicada estabilidad del este de Asia y en concreto de la propia península de Corea, donde la temperatura se ha elevado muchos grados y ha puesto en juego el actual sistema de contención y disuasión militar.
Corea del Sur es uno de los brazos armados de la política de Estados Unidos en el Asia-Pacífico. Aunque el número de soldados estadounidenses estacionados en ese país es menor que el que hay en Japón (24.000 frente a 54.000), sin embargo, la imbricación de las fuerzas surcoreanas en el comando militar del Pentágono es mucho mayor. No es baladí que ambas Coreas sigan en guerra desde 1953.
Pendiente la ayuda surcoreana a Ucrania
De momento, la crisis de la ley marcial ya tuvo un cabeza de turco, cuya caída puede afectar a la política exterior surcoreana. El jueves, Yoon aceptó la dimisión del hasta entonces ministro de Defensa, Kim Yong-hyun, quien en una declaración prácticamente se expuso como el responsable de lo ocurrido.
Bajo el monitoreo directo de Yoon y de la embajada estadounidense en Seúl, el ya exministro Kim negociaba el posible despacho a Ucrania de armamento letal surcoreano, cuestión que, no obstante, debería requerir un acuerdo parlamentario, pues las leyes de Corea del Sur lo prohíben, o ciertas acciones perentorias por parte del presidente, entre ellas, quizá la ley marcial.
El paso en falso de Yoon ha dejado todo esto en el aire, pero es necesaria su permanencia en el poder para que finalmente se concrete. A algunos, entre ellos EEUU, les interesa mucho que Yoon no se vaya.
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