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Orgullo 2019'Sexilio': irse a estudiar a Barcelona para no ser el único gay (o lesbiana) que conoces
A pesar de las masivas manifestaciones el día del Orgullo LGTBI, la realidad dista de estar normalizada en todo el territorio. ¿Qué pasa cuando un joven prácticamente no conoce más gay o lesbiana que a sí mismo? Probablemente, que se trasladará de su pueblo o ciudad hacia Barcelona para dejar de vivir en un "desierto sexual". Es el proceso conocido como 'sexilio'. Hablamos con el investigador Bernat Aragó y el reusense Eric Alonso, ambos activistas LGTBI.
Ander Zurimendi
Barcelona-
Es un neologismo: sexilio. Irse de casa para encontrar un lugar donde desarrollar tu sexualidad. Libremente. Y a pesar de celebrar con el día del Orgullo, el 28 de junio, estas migraciones internas por razón de la orientación sexual aún son una realidad. "Fíjate, en el instituto no conocía a nadie que fuera gay o lesbiana". Habla Eric Alonso (Reus, 1987), poniendo de manifiesto un punto común en muchísimos adolescentes LGTBIQ+: la sensación de ser el único entre sus amistades y la gente de su edad, del barrio ... "Más adelante sí he conocido a otros estudiantes de aquel tiempo que han salido del armario, pero que entonces estaban dentro", añade. Alonso se marchó al campus de la UAB a estudiar Biología, con 18 años. Concretamente en La Vila Universitaria (la residencia de la "autónoma"), donde se encontró con 4.000 jóvenes y con su identidad sexual.
De hecho, el sexilio interno catalán no siempre está motivado por sufrir un ambiente represivo familiar o social. O al menos no necesariamente, aunque también pasa. Bernat Aragó (Barcelona, 1993), investigador y activista de la Crida LGTBI que acaba de publicar su Trabajo Final de Máster (TFM) analizando el fenómeno del sexilio catalán, explica: "En los pueblos y pequeñas ciudades hay una falta de referentes. Prácticamente no conoces a nadie más que sea gay como tú. Así que no tienes con quien identificarte. De hecho, los únicos referentes no heterosexuales suelen provenir de la televisión o la literatura".
Enmarcado en los estudios de Antropología urbana, Migraciones e Intervención social (en la Universidad Rovira i Virgili), el estudio de Aragó incluye 144 observaciones de participantes y cinco entrevistas en profundidad.
Con 18 años se va a estudiar a Barcelona
De esta manera, probablemente el perfil de sexilio más extendido sea el del joven que, al acabar el Bachillerato, marcha de casa para seguir los estudios en una ciudad más grande. Coinciden aquí factores como la mayoría de edad; la carrera universitaria u otro tipo de estudios y propuestas laborales; y el descubrimiento y desarrollo sexual propio de la juventud. Ya sea una decisión tomada consciente o inconscientemente, marcharse a espacios demográficamente más grandes es abrir el abanico de conocer personas verosímiles. Aragó matiza, en todo caso, que el sexilio también tiene un factor de clase: "No todo el mundo se lo puede permitir económicamente".
La red de flujos es compleja. La principal ciudad de llegada es Barcelona, provenientes de pueblos y ciudades en todo el territorio. Asimismo, las capitales de demarcación como Girona, Tarragona y Lleida son tanto receptoras de jóvenes (de municipios de su comarca) como emisoras hacia Barcelona. El punto en común es la escasez (o directamente carencia) de espacios de socialización. Ni bares de ambiente o discotecas LGTBI-friendly, ni colectivos por la liberación sexual. "De hecho, esta soledad no sólo afecta a la hora de salir del armario ", explica Aragó, "sino que mucha gente sufre una especie de desierto o suicidio sexual" . Incluso por una cuestión demográfica: es más sencillo toparse con gente como tú en una ciudad de un millón y medio de habitantes, que en un pueblo de mil personas.
"Sexilio frustrado"
Pero el salto a Barcelona no significa automáticamente el desarrollo de una vida sexo-afectiva plena. "El imaginario que transmite la capital es que todo el mundo está muy cachas y todo el mundo folla mucho. Y de hecho, haciendo la investigación he visto que mucha gente manifestaba cierta ansia por recuperar el tiempo perdido". Tener el sexo que no habían tenido. "Mucha gente llegaba pensando: tendré un montón experiencias sexuales..." Tanto es así que discotecas como Arena y Metro han sido un paso ineludible para varias generaciones de recién llegados a la ciudad. Ahora bien, alerta Aragó: "A pesar de que te lleve a muchas relaciones, también serán muy superficiales. No llegan ni a cierto nivel de amistad".
De ahí que se genere lo que llaman "sexilio frustrado": Ligar muchos -quizás-, pero sin ningún valor afectivo. "Porque lo que se produce en Barcelona, debido al capitalismo rosa, es un mercado sexual donde se genera una competencia entre personas". Justamente por eso, la existencia del ocio LGTBIQ+ es motivo de controversia en los ambientes más militantes. Como lo son las redes sociales y las App como Grinder. "Suponen una contradicción, ya que evidentemente han contribuido a visibilizar y normalizar el hecho LGTBI. Pero también promueve un capitalismo rosa. Así que no podemos combatir la mercantilización del Orgullo LGTBI y el capitalismo rosa si antes no construimos ninguna alternativa".
"Llegar a Barcelona fue gloria bendita"
Eric Alonso, quien también es militante del colectivo Llama LGTBI, profundiza en esta línea de contradicción sobre la red de socialización irradiada desde el Gayxample. "En parte es del todo necesaria, ya que son espacios seguros y libres de LGTBIfòbia. Que las alternativas sean discotecas 'hetero' e igual de consumistas ... Vaya! Tampoco me resuelve nada ". De hecho, Alonso apunta ahora hacia una cuestión fundamental en las vivencias de cualquier adolescente gay: "Yo lo que quiero es entrar a un tío en un bar y que no pase nada si es hetero. Vamos, ¡que no me quiera romper la cara!". Y explica como Reus no había ni bares ni discotecas de ambiente. "Llegar a Barcelona fue gloria bendita", afirma. Y no sólo para tener más referentes, sino también para poder acceder a un grupo de jóvenes con una preocupación política similar. Como en su caso es la Llamada LGTBI, donde la mitad de la militancia proviene de fuera de Barcelona.
Paradójicamente, la marcha tanto de Eric como de miles de jóvenes gays, lesbianas, transexuales y otras disidencias sexuales ha tenido un efecto secundario: profundizar en la invisibilidad LGTBI a sus pueblos de origen. El fenómeno se retro-alimenta: cuando más gente LGTBI se traslada fuera del municipio, desaparece la gente que está llamada a hacer de referente para la siguiente generación. "Es como el pez que se muerde la cola", explica el investigador Bernat Aragón. "Y quien decide quedarse y vivir abiertamente su sexualidad, sufrirá una sobreexposición porque casi será el único", añade Aragón.
Eric Alonso añade: "Es claro, que yo sea en Barcelona, supone que no soy en Reus". Sin embargo, ¿volvería? "Ya he hecho red en Barcelona y me quedaré por aquí", dice, aunque explica que el Reus de 2019 no es el del año 2005 que él dejó atrás.
"Mis primos, que tienen entorno a los 18 años, cuentan cosas muy diferentes del instituto". Un cambio a mejor que se vive con cierta nostalgia. "Sí que me da un poco de rabia, pensar que ya me podía haber tocado a mí", dice Alonso entre risas.
Según constató Aragón en su investigación, la mayoría de sexiliados no tienen por ahora intención de volver al pueblo. "Sí que lo plantean e incluso creen que el pueblo no está tan mal, que ha cambiado ... Pero lo contraponen a que ya han construido su vida en otro lugar. De ahí que el proceso de neo-rurales (el proceso de migración en sentido contrario) no esté siendo protagonizado por el retorno de los hijos pródigos de la zona rural.
Lesbianas, doblemente invisibilizadas
Otro elemento diferencial es la discriminación que sufren las mujeres lesbianas, a las que no les afecta de la misma forma esta tendencia de sexilio. "Las mujeres sufren una invisibilización constante", apunta Aragón, "ya que el imaginario que transmite Barcelona es el de una comunidad de hombres gays". Por lo tanto, los referentes lésbicos que irradia Gayxample o el mainstream LGTBI de Barcelona son infinitamente menores. Que el día de hoy sea verbalizada por mucha gente como el Orgullo Gay, y no el Orgullo LGTBIQ+, es un buen ejemplo. Que hombres musculados encima una carroza sean la imagen más icónica del 28-J, otro.
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