madrid
Actualizado:La criminalización de la infancia por su lugar de origen empieza por la letra M: Menor. Migrante. Moro. Mierda. Mena. El documental M acerca la realidad de los niños migrantes que llegan solos a España, a través de sus propias voces. Realizado junto con la Diputación de Cádiz y guionizado por el periodista especializado en migraciones Nicolás Castellano, lo protagonizan catorce chicas y chicos que se abren frente al espectador para hablar, por ejemplo, de lo que sienten cuando se les deshumaniza desde los medios de comunicación y la opinión pública.
El estreno de la obra en una tarde fría y lluviosa de invierno en el Palacio de la Prensa de Madrid fue un éxito. Además de los autores de la obra y muchos de sus protagonistas, a la cita acudieron destacados representantes políticos, el Defensor del Pueblo, empresarios, trabajadores sociales y periodistas, entre otros.
El documental coloca el testimonio de los jóvenes migrantes en el centro, y refleja la realidad de desprotección, miedo y desesperanza en la que viven miles de menores en España desde hace años. Sin embargo, como apunta el mediador intercultural Ismail El Majdoubi en el film, "seguimos tratando al colectivo como si acabara de llegar".
Los países de origen de las y los jóvenes son diferentes, pero todas y todos tienen en común experiencias de viaje y vida que están muy lejos de ser las que se querrían para un menor. Algunos llegaron escondidos en vehículos de transporte haciendo risky, otros en patera o saltando la valla. Muchos incluso, sin el consentimiento de sus padres, movidos por la necesidad de vislumbrar un futuro, estudiar o para enviar dinero de vuelta a casa.
La voz de los jóvenes
"Yo tengo un amigo policía nacional que somos íntimos: comemos, jugamos al fútbol juntos y me dice que tiene un amigo que siempre para a los marroquíes y a los negros", señala uno de los protagonistas en el documental. Las chicas y los chicos hablan de las dificultades que encuentran al llegar a un país en el que no conocen a nadie, y en alguna ocasión, ni siquiera saben el idioma. Hablan del trato y los gestos que reciben de otros, a los que les mueve el odio al que viene de fuera y es pobre. "En el tren me ha pasado que llego, me siento y uno se tapa la nariz y se va", cuenta uno de los chicos.
El racismo a través de violencia física o verbal es la acogida que muchos niños y niñas reciben cuando llegan a España. Estos jóvenes hablan de la profunda nostalgia de vivir lejos de sus familias, muchos en condiciones de indigencia y sin la protección necesaria para desarrollar un presente y un futuro. Desde sus propias experiencias verbalizan la fragilidad de la salud mental al vivir esas situaciones, así como la falta de asistencia psicológica que reciben a pesar de lo necesario que es para que se desarrollen en la adultez de forma competente.
A pesar de todas las dificultades que enfrentan, M también es el reflejo de la infancia que es motor de capacidades y futuro para las sociedades donde viven. Esta es la historia de chicas y chicos con sueños e inquietudes que una vez aquí, estudian y trabajan, entre otros, como administrativos, educadores sociales, cocineros, traductores, juegan al fútbol federado, y con el paso del tiempo, sienten que forman parte de varios sitios a la vez.
El documental es además, en palabras de Nicolás Castellano, un elogio al trabajo "desde hace más de treinta años en defensa de los niños que llegan solos a Andalucía" del padre Gabriel Delgado, secretario de migraciones de la diócesis de Cádiz. También a Ignacio de la Mata, abogado fallecido hace unos meses, cuyo trabajo fue "clave para consolidar los derechos de la infancia migrante".
Con una realización cuidada que brinda protagonismo a los testimonios de la infancia, la obra, que ha contado con la participación y producción de la Asociación Ex Menas y la Fundación Raíces, consigue explicar una realidad espinosa que evidencia las deficiencias del sistema migratorio y de acogida españoles. Aunque no es todo negativo: en el año 2020 se presenta un cambio legislativo por el cual los jóvenes extranjeros pueden trabajar en España a partir de los 16 años.
Pese a que gracias a ello haya chicos y chicas que tienen su situación administrativa regularizada y cuentan con trabajo, aún queda mucho por hacer, pues como apunta Lourdes Reyzábal, presidenta de la Fundación Raíces, "no tienen una casa donde poder vivir porque nadie les alquila una habitación o una vivienda por ser moros, por ser negros, por ser inmigrantes". Reyzábal también interpela a la voluntad política como responsable del abandono de los jóvenes.
Antes de finalizar la presentación, Nicolás Castellano anima a compartir esta obra. M está disponible en YouTube para su libre difusión y puede solicitarse la licencia para canales televisivos. Como determina Reyzábal, "ahora nos toca callar y escucharles".
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