Este artículo se publicó hace 4 años.
Devoluciones en calienteLa realidad desmiente al TEDH: los migrantes no pueden cruzar legalmente la frontera de Melilla
El racismo institucional, la brutalidad de la gendarmería marroquí y la ubicación de la Oficina de Asilo y Refugio tras la frontera española contradicen al Tribunal Europeo de Derechos Humanos: los migrantes subsaharianos no pueden acceder de forma regular a territorio nacional y pedir protección internacional.
Rosa Soto
Melilla-
La Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) hizo pública la semana pasada la sentencia en la que considera que los dos migrantes subsaharianos que saltaron la valla de Melilla en el 2014 y fueron devueltos automáticamente a través de la verja "se pusieron ellos mismos en una situación de ilegalidad" porque "decidieron no utilizar las entradas legales existentes que les permitieran acceder de modo regular al territorio español".
Numerosas organizaciones, entre ellas el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), han expresado su preocupación ante este fallo del Tribunal de Estrasburgo que avala las devoluciones en caliente y que no ha reparado en la imposibilidad para los subsaharianos de acercarse si quiera al puesto fronterizo. Público ha reconstruido sobre el terreno el itinerario que una persona migrante debería recorrer para llegar a la Oficina de Asilo y Refugio en el paso fronterizo entre Marruecos y Melilla y hacer efectiva la solicitud de protección internacional de forma regular.
Todo empieza en el control del puesto fronterizo marroquí en Beni Enzar, que pone fin a una avenida de aceras levantadas y carretera mal asfaltada con hasta ocho carriles para vehículos. Los cuatro dedicados a la entrada a la aduana hacia Melilla suelen estar en permanente espera por la cantidad de coches que se acumulan con la intención de entrar a la ciudad autónoma.
Quienes quieren acceder a pie deben hacerlo por la puerta lateral derecha después de dejar atrás una serie de cafeterías donde los clientes están pendientes de los forasteros. Ya en el acceso al control fronterizo, un gendarme separa a hombres y mujeres en dos filas para evitar cualquier tipo de acoso y comprueba de un vistazo rápido que pasaportes y documentos de identidad estén en regla.
El racismo, primer checkpoint
Lo que parece un mero trámite rutinario se complica para un subsahariano. "En Melilla todo el mundo sabe la situación de la frontera: si eres negro, no entras; si eres blanco, pagas", así de tajante es el presidente de la asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein), José Palazón, para referirse al racismo institucional que se esconde tras la sentencia del TEDH. "Nunca verás a un blanco, sea de Túnez, Argelia u otro país norteafricano saltar la valla, solo verás a negros en ella", añade.
"Nadie salta la valla por entretenimiento, deporte o placer. Los subsaharianos no tienen otra opción"
Coincide con él José Alonso Sánchez, portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla (APDHM): "Nadie salta la valla por entretenimiento, deporte o placer. Los subsaharianos no tienen otra opción y se arriesgan a saltar la triple valla porque la gendarmería no les permite cruzar el paso fronterizo de Beni Enzar".
Ambas organizaciones definen el racismo institucional como el primer escollo al que se enfrentan los subsaharianos y que caracteriza la actuación de la gendarmería marroquí en frontera, ya que las personas procedentes de otras regiones magrebíes no se encuentran con este rechazo "por presentar rasgos similares a los marroquíes" o pagan a una mafia para entrar en la ciudad autónoma escondidos en coches o a través de las Chafarinas. "El precio ronda los 3.000 euros", dice Alonso.
Para conseguir un visado temporal para entrar a España de forma regular por un periodo de 90 días hay que demostrar la capacidad de pagar 95 euros al día, esto es 8.550 euros, según se lee en la sección "Acreditación de Medios Económicos" de los requisitos de entrada de extranjeros al país en la web el Ministerio del Interior.
En caso de superar este primer control, cruzarían a continuación un pasillo con cancelas azules que recorre los 280 metros de tierra de nadie, zona apátrida de 40 metros de ancho en la que los vehículos pueden llegar a estar parados horas. En principio, una vez superada esta distancia, podrían acceder al lado español de la frontera para solicitar asilo, pero no es tan fácil.
"Es imposible que accedan por el papel activo de Marruecos respecto a la inmigración"
El abogado especializado en protección internacional y miembro del Ilustre Colegio de Abogados de Melilla (ICAME) Antonio Zapata no solo considera que la decisión de Estrasburgo "protege al Estado a costa de los Derechos Humanos", sino que reitera que "las Oficinas de Asilo son inaccesibles para los migrantes subsaharianos, es imposible que accedan por el papel activo de Marruecos respecto a la inmigración".
En este corredor en tierra de nadie, mujeres con carros de compra vacíos y hombres con mono de trabajo o cajas de herramientas van a paso ligero para alcanzar cuanto antes los tornos que les permitirán dejar atrás Marruecos. Estas dos puertas giratorias, con capacidad para una sola persona, están custodiadas por gendarmes que dan la orden de paso de uno en uno. La de la izquierda permite el acceso a Melilla a aquellos que porten pasaporte y no procedan de ningún país del espacio Schengen. Por eso se amontonen ahí decenas de marroquíes que van a trabajar o a hacer la compra a la ciudad autónoma. La de la derecha suele estar más vacía, ya que da la bienvenida a españoles y miembros comunitarios.
Circuito de obstáculos
Los testimonios recogidos por este diario coinciden en destacar la fuerte labor de la Gendarmería marroquí en la frontera para evitar que migrantes subsaharianos entren a España. "A fin de cuentas cumplen órdenes, por algo España paga a Marruecos", apunta Palazón, en referencia a la externalización del control migratorio.
A esta combinación de racismo y fuerza ejercida por la gendarmería hay que sumar las dificultades que pone el propio Estado español para evitar que estas personas puedan solicitar protección internacional. Se sirve de la arquitectura. "La Oficina de Asilo y Refugio está al otro lado de la frontera española y para acceder a ella antes tienes que haber cruzado de forma regular", comenta Alonso, que apunta a su imposibilidad debido al filtro marroquí. "¿Cómo van a pedir asilo si no pueden cruzar la frontera?", critica el presidente de Prodein.
El bloqueo marroquí y la ubicación de la Oficina de Asilo tras el puesto fronterizo español contradicen el fallo de Estrasburgo
Precisamente, el migrante logrará cruzar la frontera si el gendarme que custodia el torno no pone ninguna pega ni hace uso de su poder de forma arbitraria. Tanto el bloqueo marroquí como la ubicación de la Oficina de Asilo y Refugio tras el puesto fronterizo español en Beni Enzar contradicen el fallo del Tribunal de Estrasburgo que considera que fueron los mismos inmigrantes los que optaron por no utilizar las entradas legales a España.
El problema con la localización de la Oficina de Asilo y Refugio y Beni Enzar va más allá de su posición tras la frontera. Ni siquiera se encuentra en el paso inmediato de Marruecos a Melilla que permitiría a los migrantes solicitar asilo tan pronto como pisaran suelo español. Está instalada en dirección contraria, es decir, a la salida de Melilla y entrada a Marruecos.
El portavoz de APDHM lo describe: "Después de superar el control marroquí y acceder de forma regular por el control español, hay que salir del puesto fronterizo y volver a entrar para dirigirse a la salida de la ciudad autónoma en dirección Marruecos. Allí encontrarán un barracón prefabricado. Eso es la Oficina de Asilo y Refugio. Todo son obstáculos".
Así, con el torno a las espaldas, uno se encuentra con agentes de la Policía Nacional que verifican el pasaporte o el DNI, a quienes podrá anunciar la intención de solicitar asilo. Hecha esta petición, el trayecto sigue hacia delante acompañado de alguno de los agentes, pasando de largo las cabinas de aduanas y dejando atrás un aparcamiento. Una verja metálica pone fin al puesto fronterizo. Delante, una rotonda y una avenida con un mástil en el que hondea la bandera rojigualda y una multitud de comerciantes, que exhiben sus productos en las aceras más allá de sus locales, reciben al recién llegado.
Asilo en un barracón
En este punto, todavía tendría que cruzar la calle hacia su izquierda hasta alcanzar la puerta contraria del paso fronterizo. El camino es idéntico al que acaba de hacer, pero esta vez en dirección contraria. La diferencia es que antes de llegar al torno para dejar España, a la derecha encontrará un edificio que da paso a un barracón prefabricado con el letrero "Protección Internacional". Si pudiera llegar hasta ahí sería trasladado al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde esperará un tiempo indeterminado hasta que se resuelva su solicitud.
La Delegación del Gobierno en Melilla dice no saber cuántas solicitudes de asilo de subsaharianos se han registrado en el paso fronterizo de Beni Enzar. El Ministerio del Interior, en su último informe sobre las Oficinas de Asilo y Refugio (OAR), de 2018, no desglosa la nacionalidad ni el puesto en el que se realizó la solicitud de asilo. Hace tres años, los senadores Jon Iñarritu y María Isabel Mora preguntaron por estas cifras y el Gobierno tuvo que confirmar que ningún subsahariano había podido pedir asilo en este punto.
La realidad choca de bruces con los requisitos de Interior para facilitar un ingreso legal. "Se podrá autorizar la entrada en España de los extranjeros que no reúnan los requisitos cuando existan razones excepcionales de índole humanitaria, interés público o cumplimiento de compromisos adquiridos por España", dicen las condiciones recogidas en su web.
Para el presidente de Prodein, las trabas administrativas en consulados y embajadas son parte del problema que fuerza a las personas sin suficientes recursos económicos a tratar de acceder a la ciudad autónoma de forma irregular. La libre circulación acaba supeditada al poder adquisitivo, otra forma de rechazo. "no se quiere al pobre y menos si es negro", concluye Palazón.
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