madrid
Actualizado:La tierra ya se ha calentado 1,07 ºC respecto a los niveles preindustriales debido a las emisiones de gases de efecto invernadero que la humanidad ha vertido a la atmósfera, según advirtió el IPCC en su informe de 2021. Esta subida del termómetro tiene ya unas consecuencias directas en la economía que, además, podrían ir a más si la acción global contra la crisis climática no consigue revertir la situación. Así, la agricultura, siendo una actividad con una dependencia directa de las condiciones climáticas del entorno, esta amenazada. En España, según los datos que COAG ha presentado este martes en un nuevo informe, el calentamiento del planeta ya genera perdidas de al menos el 6% del valor de la producción agraria anual.
La intensificación de las sequías y la menor disponibilidad del agua, los fenómenos extremos de lluvias torrenciales y pedriscos han generado pérdidas en el campo por valor de 25.000 millones de euros en las últimas tres décadas, según los datos de la organización agraria. Pero la gran amenaza es la transformación de los ecosistemas de la península ibérica hacia un escenario de aridez. La desertificación se cierne ya sobre 75% del territorio, lo que se traduce en una menor disponibilidad de los recursos hídricos, que podrían bajar entre un 3% y un 11% en los próximos años si las temperaturas del planeta prosiguen en una línea ascendente, de tal forma que la capacidad de regadío se vea menguada.
Los cultivos de cereal, los viñedos y los olivares son los que mayor peso tienen en la economía española y ocupan el 50% de la superficie de cultivo. Sin embargo, son los tres tipos de plantaciones que más dependen de las condiciones meteorológicas y, por ende, los más vulnerables a la crisis climática que se cierne sobre el planeta, tal y como evidencian las estimaciones a futuro de COAG sobre el rendimiento de estas tierras en un escenario de incremento de temperaturas.
El caso de los viñedos, que facturan 5.381 millones de euros con la producción de uvas, el rendimiento podría disminuir notablemente en los próximos años y se espera una pérdida de la producción del 10% si la temperatura global sube 1,5ºC, lo cual podría ocurrir dentro de cinco años, según las últimas previsiones de la Organización Mundial de Meteorología. La disminución de la cosecha podría ser del 20% si el termómetro global asciende hasta los 2ºC. En este declive intervienen elementos ya visibles, como el descenso de las precipitaciones, pero también otros factores determinantes vinculados la coyuntura de crisis climática en España, marcada por una subida de temperaturas, y por la llegada de plagas que afectan a los cultivos.
La emergencia climática también está lastrando las producciones de cereal en España. Este tipo de plantas ocupan en España 6 millones de hectáreas, en las que predomina el trigo y la cebada, además del maíz y el arroz. A escala mundial se prevé que cuando el termómetro traspase el umbral de grado y medio las cosechas bajen su producción un 5%, según un estudio publicado en 2014 en la revista Nature. En España, las pérdidas de rendimiento podrían llegar hasta el 15%, según las estimaciones realizadas por COAG. De hecho, los campos ya están viendo cómo el adelanto del verano y la escasez de lluvias lleva a muchos agricultores a adelantar la siega y realizarla en verde para fabricar forrajes de ganado, en lugar de alimentos para los seres humanos, y así poder sacar una mayor rentabilidad a la cosecha.
Desde COAG señalan la importancia de los cereales para la seguridad alimentaria global, pues su cosecha determina la elaboración de numerosos productos, y alertan de que las consecuencias de la crisis climática en el campo podría traer una mayor inestabilidad en los mercados, así como un incremento de la especulación con los precios. Para 2050 el coste del maíz podría subir un 3% y el del arroz un 30%, según la publicación de la organización agropecuaria.
Por lo que se refiere al olivo, España es actualmente el país con mayor producción del mundo, ocupando el 20% de la cosecha global. La crisis climática, a pesar de ser un cultivo muy resistente a la sequía y a la falta de lluvias, también pone en jaque a este sector agrario. Tanto es así que se estima que en Andalucía, donde se concentra el 60% de las plantaciones, la superficie apta para el cultivo de olivos se reduzca un 80% cuando la temperatura del planeta suba más de un 1,5ºC.
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