"Quien contamina paga": la brecha norte-sur determina el gran reto de la financiación en la COP29
La cumbre del clima ha arrancado este lunes entre polémicas por tener lugar en un estado petrolero como Azerbaiyán y con cierta "desconfianza" sobre a la ambición de los países más ricos para sufragar los daños de la crisis climática.
Madrid--Actualizado a
"Frenar el cambio climático salva vidas". La Plaza de España de Madrid ha amanecido este lunes con cartel gigante que ha colgado Greenpeace ante el inicio de la vigésimo novena cumbre mundial por el cambio climático, COP29, y con el corazón todavía encogido por la DANA que ha asolado el sureste de la península y que ha dejado centenares de fallecidos. Los países se reunirán estas dos semanas en Bakú (Azerbaiyán) con la financiación como gran tema a abordar y sin que haya un acuerdo sobre la cuantía, si bien los agentes sociales y expertos insisten en que esta debe pasar de los miles de millones a los millones de millones (from billions to trillions).
"La crisis climática nos ha sacudido con extrema dureza en València, y si no se actúa con firmeza, lo volverá a hacer. Esta DANA, que jamás olvidaremos, tiene que suponer un antes y un después y marcar el punto de inflexión en la comprensión de la sociedad de la emergencia climática que la ciencia lleva advirtiendo años", ha declarado en un comunicado Pedro Zorrilla, representante de Greenpeace España en la COP29.
"Vamos por el camino de la ruina", ha alertado el presidente de la COP29 y ministro de Ecología y Recursos Naturales de Azerbaiyán, Mukhtar Babayev, durante la ceremonia de apertura. Se refería así al creciente peligro de que la temperatura del planeta aumente 3ºC por encima de los niveles preindustriales, duplicando así el límite acordado en el Acuerdo de París de 2015, por el cual todos los países se comprometieron a mantener este calentamiento por debajo de los 1,5ºC.
Un 'petroestado' vuelve a ser anfitrión de la cumbre
Las palabras del alto cargo azerí contrastan con la fuerte influencia de los combustibles fósiles en el país. El petróleo y el gas componen el 90% de sus exportaciones y ambas industrias supusieron dos tercios de su PIB en 2023. Esto lo sitúa entre los diez primeros petroestados, incluso "por delante de Emiratos Árabes Unidos, anterior anfitrión de la COP28", según destaca un informe de Ecologistas en Acción al que Público ha tenido acceso.
También la ambientalista sueca Greta Thunberg se ha manifestado desde Tiflis, capital de Georgia, denunciando que el anfitrión de la COP es un estado autoritario. "Estoy protestando contra la cumbre climática en Azerbaiyán porque tienen allí un régimen represor", ha remarcado ante la prensa. Según Thunberg, Bakú no tiene ninguna intención de adoptar medidas climáticas y solo planea ampliar la producción de combustibles fósiles, lo que es incompatible con los objetivos del Acuerdo de París para luchar contra la crisis ambiental.
"En el caso de Azerbaiyán, el think tank Carbon Tracker ha indicado que el objetivo y las políticas actuales de este país están lejos de ser coherentes con el límite de temperatura de 1.5°C establecido en el Acuerdo de París y proyecta aumentar las emisiones totales de gases de efecto invernadero en aproximadamente un 20% para 2030", señala a este medio Ana Barreira, directora del Instituto Internacional de Derecho y Medioambiente, presente en Bakú.
De acuerdo con Francisco del Pozo, responsable de la campaña contra los combustibles fósiles de Greenpeace, que la COP29 tenga lugar en un estado petrolero "es un problema", según afirma a este diario. "El estado anfitrión tiene capacidad de cierta influencia, por lo que no son buenas noticias que sean estos países los que gestionen la agenda y coordinen el desarrollo de la cumbre", añade.
No obstante, Barreira señala que "hospedar una COP puede tener un efecto positivo en la concienciación de un país". En la misma línea se expresa Alicia Pérez-Porro, responsable de política y relaciones institucionales del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), quien acudirá presencialmente a la cumbre la próxima semana: "No vamos a lograr avances hablando solo con gente que ya está sumada a la causa. También se tiene que hablar con aquellas personas y aquellos estados que nos son incómodos y convencerlos".
"Habrá que ver si se ha producido este efecto cuando Azerbaiyán presente sus nuevos compromisos en febrero de 2025; si incluye objetivos y medidas ambiciosas", valora Barreira. En concreto, los compromisos que todas las partes deberán presentar ese mes son las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Estas son el núcleo del Acuerdo de París y de la consecución de sus objetivos a largo plazo, ya que encarnan los esfuerzos de cada país para reducir las emisiones nacionales y adaptarse a los efectos de la emergencia climática.
En este sentido, Javier Andaluz, responsable de Clima y Energía de Ecologistas en Acción y que viajará a Bakú este miércoles, lamenta en declaraciones a Público que "los azeríes no han presentado un NDC que suponga tan siquiera una mejora para enfrentar esta cumbre o la emergencia climática". De hecho, el evaluador independiente Climate Action Tracker determina que Azerbaiyán ha debilitado su objetivo climático, en contradicción con el artículo 4 del Acuerdo de París, el cual requiere que cada NDC sea más ambicioso que el anterior.
Por su parte, Pérez-Porro trata de ver los matices de esta situación. "La economía entera del país está basada en el petróleo y el gas porque es el recurso que tienen y, como todos los países, viven de lo que disponen, así que la situación es difícil". También Andaluz quiere evitar centrar el foco en el país anfitrión: "Las potestades de la presidencia de la COP son relativamente limitadas y no podemos olvidar que esto es una cumbre internacional, Azerbaiyán se presenta como una cabeza de turco fácil para desviar la atención del hecho de que son todos los países los que deben avanzar".
La carrera por el millón de millones para combatir la crisis
En concreto, la financiación es el gran objetivo en el que deberán avanzar los más de 200 países durante estas dos semanas. Si bien las Naciones Unidas cuentan con una compleja arquitectura financiera para hacer frente a la crisis climática, el Acuerdo de París establece un Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés). Se trata de un sistema de crédito previsto para el período de 2020 a 2025, por lo que esta cumbre deberá definir una nueva meta de inversión, conocida como Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG).
El principal obstáculo es que la cumbre ha comenzado sin tener ninguna cifra sobre la mesa y en virtud de la cual poder negociar. Varios grupos de expertos han subrayado que el NCQG debe alcanzar el trillón de dólares estadounidense (en español, el billón o el millón de millones de dólares). Entre ellos, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la Comisión de Transiciones Energéticas (ETC) o el Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre Financiación Climática.
Además, los agentes sociales se muestran escépticos en cuanto a la ambición del norte global para contribuir en este nuevo fondo bajo la premisa del "quien contamina paga", tal y como defienden Greenpeace o Ecologistas en Acción. El GCF, sentó un mal precedente en este sentido, ya que tenía prevista una financiación de 100.000 millones de dólares anuales (100 billones en términos anglosajones), una cifra que no se alcanzó hasta el 2023.
Tras las primeras intervenciones, "vemos un norte global cuyas buenas palabras no se corresponden con hechos ciertos de incrementar y proveer esta financiación", critica Andaluz. "Además, aquellos que tendrían que poner el dinero sobre la mesa continúan sin mencionar la cantidad que se debe alcanzar y tememos que esto siga así durante las próximas negociaciones".
El de Ecologistas en Acción considera que las cifras y los datos deben dilucidarse durante la primera semana para después poder "discutir en lo político" en la segunda. "Instamos a los países, sobre todo al norte global, a que provean esa financiación pública mínima de un trillón de dólares a partir de 2025, y luego ya podremos hablar sobre otros instrumentos de financiación o la inclusión de otros estados de manera voluntaria", subraya.
Desde el terreno, Pedro Zorrilla ha indicado a este diario que el ambiente que se respira en Bakú es "irregular y de desconfianza", con los países del sur global "en guardia". El representante de Greenpeace España en la cumbre recalca que "hay todavía muchas discrepancias y puntos sobre los que llegar a un acuerdo".
Todavía está por ver cómo se desarrollan los diferentes paneles y mesas de diálogo que tendrán lugar a lo largo de estas dos semanas, pero la conclusión de Zorrilla deja poco espacio a la esperanza en el compromiso de los líderes mundiales: "La necesidad es mayor que nunca, pero la ambición todavía no se pone en marcha".
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