Este artículo se publicó hace 6 años.
HUELGA FEMINISTAEl camino post 8M: asentar en medidas concretas las reclamaciones de la marea feminista
Las expertas creen que el movimiento feminista debe seguir manifestándose para mantener el nivel crítico del 8M y no ceder el testigo a la política. Reclaman al Congreso un pleno monográfico sobre machismo para abordar un diagnóstico general y un plan integral con políticas para la mujer en todas las esferas públicas
Daniel Cela
El movimiento feminista del 8 de marzo desbordó las calles, desbordó las plazas, desbordó las discrepancias sindicales y sus recelos a convocar, por primera vez en la historia, una huelga general en nombre preferente de las mujeres. El 8M también desbordó el análisis "disuasorio" o "esquivo" de los partidos de derechas, desbordó la iniciativa social y el "débil pulso político" de los partidos de izquierdas. Pero sobre todo, esta revolución feminista ha desbordado al Gobierno de Mariano Rajoy, y es la segunda vez que encaja una contestación social tan abrumadora, tras la masiva manifestación de jubilados y pensionistas de hace una semana.
El jueves, miles y miles de personas se manifestaron pacíficamente en las calles de las principales capitales de España para situar a la mujer en el centro de la agenda pública. La prensa internacional se ha hecho eco de las protestas, otorgándoles una trascendencia similar a la que tuvieron las primaveras árabes entre 2010 y 2013, cuando millones de musulmanes se manifestaron en Oriente Medio para exigir democracia y derechos sociales en sus países. A esta altura ha llegado la marea violeta. ¿Y ahora qué? ¿Cuál es el siguiente paso de la primavera feminista?
Las expertas consultadas por este periódico, todas integrantes de la gran manifestación, creen que el movimiento feminista debe seguir manifestándose para mantener vivo el nivel crítico del 8M, y que no deben apartarse para ceder el testigo a la política. "El activismo debe mantenerse vivo en todas las esferas. Ahora habrá muchos partidos y sindicatos que corran a colgarse la medalla y nos digan: Enhorabuena, dadnos los bártulos que a partir de aquí nos encargamos nosotros. No, las mujeres estamos presentes en todos los ámbitos -universidad, política, empresa, agricultura, hospitales- y debemos seguir visibilizando nuestras reivindicaciones en todos esos sitios. Sabíamos que no estábamos solas, ahora sabemos que somos legión", avisa Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), promotora también de una economía feminista.
De la misma opinión es Miguel Lorente, profesor de la Universidad de Granada y ex delegado del Gobierno para la violencia de género en el extinto Ministerio de Igualdad durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. "La sociedad debe seguir movilizándose, no debe dar el testigo a la política sin más. Tiene que mimar el legado del 8M, porque es el principio de algo más grande, y debe vigilar para que no se politice ni instrumentalice en beneficio de ningún partido concreto", advierte. Para Mercedes de Pablos, directora del Centro de Estudios Andaluces, el primer ¿y ahora qué tras el 8M? "está en el espacio privado, en las casas, antes que en la política". De Pablos era una de las 120.000 personas que se manifestó el jueves en el centro de Sevilla, y compara esta ola de protesta con el No a la guerra de Irak, "pero con alegría y esperanza". "Esto se ha metido en las casas. Hablemos con los políticos, sí, pero hablemos primero con nuestros padres, maridos, hijos, nuestros compañeros y jefes… El primer ¿y ahora qué? es asumir que el feminismo se ha quedado a vivir en la democracia", asegura.
¿Y la izquierda?
El análisis de partida que hacen sociólogas, profesoras y constitucionalistas es coincidente: el 8M no brota de repente. Es la culminación de un proceso largo de reivindicaciones y propuestas no atendidas que ha derivado en "una sensación de frustración por la pasividad del Gobierno" y, sobre todo, de los partidos de izquierdas, de quien se espera más, porque tienen en la igualdad "su gen identitario". "La igualdad es la política que identifica a la izquierda, es lo que le permite distinguirse de los partidos conservadores. Durante la crisis, la izquierda ha abandonado ese gen identitario esencial para discutir con la derecha en su terreno de juego, la economía, donde su margen político en un mundo capitalista globalizado es mínimo. Ha caído en la trampa", advierte Lorente.
El primer paso es revisar la Ley Integral de Igualdad de 2007 y hacer que se cumpla
La multitud de mujeres que se manifestó el 8 de marzo llevaba consigo todo tipo de reivindicaciones y gritos de protesta: la discriminación salarial y laboral, la falta de conciliación, el techo de cristal, el acoso sexual en la calle y en el trabajo, la violencia y el asesinato machista, la invisibilidad en ciertos campos profesionales y esferas de poder… La marea feminista proyectó una "orfandad" de políticas públicas contra la discriminación de la mujer a todos los niveles. Y lo ha hecho en un contexto político en el que, aparentemente, se están revisando aspectos esenciales: no hace ni cinco meses que el Congreso aprobó el pacto de Estado contra la violencia machista, aunque el Gobierno aún no ha librado los 200 millones de euros prometidos para este año argumentando que no tiene aprobados los Presupuestos Generales de 2018; la Cámara Baja también está debatiendo el pacto de Estado para la Educación -piedra angular de las políticas sociales-, del que el principal partido de la oposición (PSOE) acaba de salirse denunciando la insuficiencia financiera del mismo; hace un par de semanas, a rebufo ya del crescendo feminista del 8M, Podemos y PSOE registraron por separado en el Congreso sendas proposiciones de ley de igualdad retributiva entre hombres y mujeres…
"Es evidente que no basta. Lo que nos ha dicho el 8M es que se han empezado a hacer cosas cuando la situación era ya insostenible", comenta Lorente. Gálvez cree que el primer paso, tras escuchar las reivindicaciones de la calle, es revisar la Ley integral de Igualdad de 2007 y hacer que se cumpla. "Tenemos una ley que es referente a nivel mundial, pero que no está desarrollada. Es más propositiva que punitiva y algunas de las medidas que hoy se apunta el Gobierno y Ciudadanos -como el permiso por paternidad de cuatro semanas, que entró en vigor el año pasado- están contemplados en esa ley desde hace diez años", recuerda.
Ley de Igualdad, pionera y sin aplicar
Mercedes de Pablos también subraya esta crítica y cita a Soledad Murillo -"madre de la Ley de Igualdad"- para denunciar que "esta ley está derogada de facto". "¿De qué nos sirve la legislación más avanzada y vanguardista de la UE en materia de igualdad sin desarrollo reglamentario ni presupuesto?", se pregunta. Miguel Lorente, que fue de los primeros en trabajar para el Ministerio de Igualdad al amparo de esa ley, propone que el Congreso de los Diputados "tome conciencia de lo que ha visto en el 8M y convoque un pleno monográfico sobre machismo". "Lo primero es que Gobierno y oposición recojan y asuman la crítica social, que hagan un buen diagnóstico, y luego diseñen una estrategia política integral feminista a todos los niveles: empleo, educación, sanidad, violencia…".
Los expertos reconocen que las leyes ayudan a cambiar la mentalidad colectiva: la paridad, las listas cremallera, las cuotas femeninas… pero más en el ámbito de las administraciones públicas que en la esfera privada. La Comisión Europea ha debatido varias veces y siempre dividida -la última vez el año pasado- medidas para mejorar la representación de las mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas. En 2012, Bruselas aprobó una cuota femenina del 40% en los puestos no ejecutivos de estos órganos en empresas cotizantes. Pero los avances en este terreno siempre han sido lentos, incluso en el Parlamento Europeo, que se rige por el principio de igualdad (16% de eurodiputadas en 1979; 37% en la actualidad). El año pasado un eurodiputado polaco ultraconservador defendió que "las mujeres deben cobrar menos porque son más débiles y menos inteligentes", lo cual desató una bronca en la Eurocámara, que en ese momento debatía sobre la brecha salarial. La media europea es que los hombres cobran un 16% más que las mujeres (un 18,8% más en España).
"Acceso ciego o anónimo" a puestos de Administración Pública, otra de las medidas
También hay propuestas concretas sobre la mesa, pero no son nuevas. Algunas han entrado ya en el Congreso y salido por la puerta de atrás. Otras están a punto de ser reconsideradas, como las iniciativas sobre igualdad retributiva que han registrado Unidos Podemos y PSOE. Gálvez y De Pablos creen prioritario, por ejemplo, regular un permiso parental individual e intransferible (ahora la mujer disfruta de seis semanas de maternidad y otras diez que puede transferir al padre; el hombre tiene cuatro semanas suyas, más las que reciba de su pareja). María Pazos, portavoz de la plataforma Permisos Iguales e Intransferibles y autora del libro Desiguales por ley, sostiene que este reparto desigual del tiempo "penaliza a las mujeres, porque arrastran una carga mayor a la hora de ser contratadas". "Para una empresa no es lo mismo prescindir de alguien 16 semanas que cuatro", dice Pazos.
De Pablos también plantea el "acceso ciego o anónimo" a los puestos de trabajo en la Administración pública, a concursos para proyectos de investigación o para subvenciones. "Que se evalúe el proyecto presentado, no sólo el currículum del aspirante. El currículum profesional es importante, claro, pero no podemos obviar que los hombres llevan más tiempo que las mujeres en el mundo de la investigación", señala la directora del Centro de Estudios Andaluces. También defienden que se tenga en cuenta el impacto de género a la hora de diseñar los presupuestos públicos -algo que impulsó en el Gobierno andaluz el ex presidente José Antonio Griñán- y que se "evalúen esas políticas".
La precariedad, frágil y fuerte
Uno de los gritos más potentes del 8M fue el de las jóvenes estudiantes: "¡Somos la manada de la libertad!". De Pablos compara este lema con otro que viene de muy atrás, y que tiene un arraigo especial en Andalucía: "¡Libertad, amnistía y Estatuto de autonomía!". En Sevilla, donde la manifestación fue proporcionalmente más grande que en Madrid, las más veteranas han comparado el alcance de la marea feminista con el 4D, el 4 de diciembre del 77, cuando un millón de andaluces se manifestó en las calles para reclamar una autonomía plena que sacase a Andalucía del pozo de pobreza en que se hallaba. El sentimiento de estar ante un cambio de cliclo. La manifestación feminista ha unido a las madres que lucharon en el tardofranquismo por alcanzar la democracia (hoy jubiladas o a punto de estarlo) con sus hijas, que ven cómo la crisis ha arrollado sus salarios, sus puestos de trabajo, su conciliación familiar, sus derechos sociales, su propia seguridad física…
"La precariedad te hace frágil, pero también fuerte. Cuando pierdes todo y lo que te dejan está tan devaluado, ya te da igual lo demás"
En 2009 la profesora Gálvez ya aventuraba en sus artículos los efectos de la crisis desde una perspectiva de género, augurando que las mujeres saldrían más magulladas que los hombres del colapso de la economía internacional. Mercedes de Pablos ha vivido "muchos 8M", y cree que éste es un punto de no retorno, como lo fue el 4D, precisamente por el grado de precariedad al que se ha llegado. "La precariedad te hace frágil, pero también fuerte. Cuando pierdes todo y lo que te dejan está tan devaluado, ya te da igual lo demás. Al menos de ahí en adelante no dejas que te humillen más", dice. Miguel Lorente es muy crítico con las fuerzas de izquierda, piensa que ellas debían ser una de las principales aludidas del grito feminista del 8M. "Ellas tienen la obligación de resituar las políticas de igualdad en el centro del debate público", dice.
Una de las incógnitas que deja el 8M es que los partidos políticos más alejados de la movilización feminista también son los mejor posicionados en las encuestas de intención de voto que venían publicándose días antes. Ciudadanos se ha opuesto frontalmente a la huelga y a las protestas de las mujeres; el PP pensó primero que iban contra el Gobierno de Rajoy, y más tarde corrigió el rumbo y admitió que "esto no va de partidos, es transversal y va de mujeres" (en palabras de la presidenta del Congreso, Ana Pastor). El PSOE apoyó la convocatoria tras vacilar mucho, y sólo secundó los paros de dos horas propuestos por UGT y CCOO. Podemos e IU se alinearon desde el principio con el movimiento feminista, aunque éste siempre ha marcado distancias de los partidos. Parece haber una fractura entre lo que grita la calle y lo que vota la ciudadanía, algo que ya se vivió tras el movimiento 15M. Según los sondeos de intención de voto, el PP sigue apareciendo como primera fuerza y Ciudadanos es el partido que más crecerá. "A lo mejor la gente espera más de la calle que de las instituciones", se pregunta De Pablos. "Todos han llegado tarde, pero Ciudadanos no ha entendido nada. Y esto le pasará factura", avisa Gálvez.
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