El Ayuntamiento de Sevilla cierra una escuela infantil alternativa gestionada por familias desde hace diez años
La asociación Tambora ha convocado una manifestación este sábado contra la decisión del nuevo equipo de gobierno del PP, que alega que carece de licencia para esa actividad.
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El Ayuntamiento de Sevilla, gobernado por el PP tras su triunfo en las elecciones de mayo, ha precintado el local donde una asociación de madres y padres, Tambora, gestionaba desde 2013 una escuela infantil alternativa, un proyecto de acompañamiento y aprendizaje activo para niños antes de la etapa escolar obligatoria. Para este sábado se ha convocado una concentración de protesta delante del consistorio contra un cierre que consideran desproporcionado e injusto.
Fuentes municipales achacan el cierre del local a que la asociación carece de licencia de ocupación y de actividad para la labor que estaba desarrollando, mientras Tambora alega que estaban intentando regularizar su situación después de que el anterior equipo de gobierno municipal, del PSOE, les permitiera seguir trabajando a la espera de que se resolviese el tinglado legal que envuelve a unas instalaciones ubicadas en terrenos de lo que fue la Expo 92 y cuya propiedad es un poco difusa.
Tambora fue creada por un grupo de madres y padres que querían socializar los cuidados de sus hijos e hijas antes de que entraran en la etapa escolar obligatoria a los 6 años, y facilitar la conciliación de su vida familiar y laboral sin necesidad de meter a los niños en una escuela infantil convencional, también conocida como guardería. Y encontraron el sitio para llevar a cabo su proyecto en unas caracolas —casas prefabricadas— de unos 100 metros cuadrados, situadas en los Jardines del Guadalquivir, un parque que cayó en el abandono tras los fastos de la Exposición Universal.
El uso de las caracolas, según ha explicado a Público su presidenta, Antonia Molina, se lo cedió otra asociación, Humanos con Recursos, que, a su vez, había recibido la cesión del local de la fundación Naturalia XXI, creada en 2008 por el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y otras instituciones con el objetivo de gestionar el legado verde de la Expo.
El problema está en que Naturalia XXI se disolvió en 2013, justo el año en que se constituyó Tambora, cuando el ayuntamiento dejó de subvencionar a la fundación, y desde entonces la propiedad de las caracolas se encuentra en una especie de limbo legal, asegura Molina. Para colmo, los terrenos sobre los que se asientan esas casas prefabricadas tampoco son propiedad del ayuntamiento, sino de una empresa de la Junta, Egpasa, la que se ocupa, entre otras tareas, de la gestión de los suelos y bienes de lo que fue la Exposición Universal de Sevilla.
En 2018, Tambora recibió del ayuntamiento una notificación de cierre por falta de licencia, pero, según su presidenta, posteriormente tuvieron la visita del concejal socialista Antonio Muñoz, cuando era delegado de Hábitat Urbano, antes de ser alcalde, quien se quedó encantado con el proyecto, y pudieron seguir con las actividades cinco años más, hasta el pasado 31 de octubre, cuando las caracolas fueron precintadas por la Policía Local.
Del nuevo equipo de gobierno municipal ya no recibieron ningún aviso previo, ningún escrito ni llamada antes de proceder al precinto del local, asegura Antonia Molina. Y cuando les dejaron entrar una mañana para recoger todo el material que guardaban para la organización de actividades infantiles, comprobaron que ya había sido vandalizado por extraños: habían arrancado los grifos de cuajo y estaba el suelo lleno de agua. "Estaba como antes de que nosotros llegáramos en 2013, todo vuelve a estar abandonado", resume Luis Miguel Lozano, miembro de la asociación.
“No somos una guardería”
Un portavoz del ayuntamiento ha manifestado a Público que el local ha sido precintado por falta de licencia de ocupación y de actividad, tal como se le había notificado primero en 2018 y luego en 2021. "Ya estaban advertidos", han recalcado las fuentes municipales, que afirman que a la hora de tomar la decisión ha primado la seguridad de los niños que acudían a esas instalaciones.
Tambora, sin embargo, asegura que los niños que acudían a su grupo de acompañamiento y aprendizaje activo estaban perfectamente cuidados, tanto por dos profesionales contratados como por las madres y padres que se turnaban para atenderlos. "Se nos ha cerrado por el tema de la actividad, porque dicen que somos una guardería, pero nosotros no somos una guardería; somos una asociación sin ánimo de lucro que ha formado un grupo para socializar los cuidados y facilitarnos las tareas de la crianza", explica Luis Miguel Lozano.
Esta red de apoyo mutuo ayudaba a este grupo de madres y padres a conciliar su vida familiar y laboral y a superar las dificultades que entraña la crianza, añade el portavoz de la asociación: "El espíritu de Tambora es dar una solución colectiva a esas dificultades. Tambora es una asociación sin ánimo de lucro de familias que se unen para hacer un acompañamiento respetuoso, que no quieren dejar a un niño entre las cuatro paredes de una guardería, que prefieren que las criaturas estén en contacto con la naturaleza, que tengan un aprendizaje activo".
Antes del cierre, eran trece familias las que tenían a sus niños en Tambora, de lunes a viernes, desde las ocho y media de la mañana, aunque llegaron a ser más de veinte. Padres y madres se organizaban para gestionar el funcionamiento del centro, actividades, comida, limpieza, todo. "Tendría que haber una asociación como ésta en cada barrio, porque da solución a las necesidades de conciliación de las familias", dice Lozano.
Una multa que puede llegar a los 3.000 euros
El Ayuntamiento de Sevilla asegura que va a mantener un espíritu "dialogante", que va a llamar a la asociación para "escuchar" sus propuestas, aunque no para ofrecerles algo. Sin embargo, casi un mes después del precinto del local, los portavoces de Tambora dicen que nadie del consistorio se ha puesto aún en contacto con ellos. Lo único que tienen de momento sobre la mesa es la notificación de una sanción de entre 1.500 y 3.000 euros por carecer de licencia para su actividad, multa que van a recurrir.
En Tambora temen que lo que ha sido la sede y el entorno de su escuela infantil alternativa durante una década vuelva a convertirse en lo que era cuando ellos abrieron el centro. "Esto era un nido de ratas, se caía a cachos, porque estaba totalmente abandonado. Y en estos diez años de trabajo colectivo hemos conseguido que diera gloria verlo. Era un sitio hermoso para los niños, gracias a mucho trabajo colectivo para la recuperación del entorno. Ahora, nos tememos que vuelva a ser un nido de ratas. No entendemos lo que ha hecho el ayuntamiento", se lamenta Luis Miguel Lozano.
Según el portavoz de la asociación, Tambora ha tenido alumnos universitarios que han hecho prácticas en su centro con el acompañamiento de los niños e, incluso, han sido objeto de un estudio de la Universidad Pablo de Olavide sobre la labor que llevaban a cabo. En otras partes de España, hay proyectos similares de escuelas infantiles alternativas que sí cuentan con el reconocimiento legal que aún no se ha implantado en Andalucía para este tipo de actividades, que es lo que ha dificultado, a juicio de Lozano, la regulación del funcionamiento de esta entidad sevillana.
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