MADRID
Felipe VI cumple este miércoles diez años en el trono. El 19 de junio de 2014 tuvo lugar su proclamación, un día después de la abdicación de su padre. El Gobierno estaba por aquel entonces presidido por Mariano Rajoy, que hizo público el anuncio. "Su majestad el rey acaba de comunicarme su voluntad de abrir el proceso sucesorio", informó el entonces jefe del Ejecutivo. La "rapidez" del proceso pilló "por sorpresa" a muchos españoles, aunque, visto con perspectiva, la monarquía no tenía más opciones para garantizar su continuidad. Felipe VI empuñó el cetro y activó la maquinaria para lavar la imagen de la Corona, embarrada por los escándalos públicos y privados de Juan Carlos I. La crisis económica y social en la que estaba sumido el país y la caída del bipartidismo pusieron a los Borbones contra las cuerdas.
El contexto político de la época y la creciente desconfianza del pueblo en las instituciones son cruciales para descifrar todo lo que hubo detrás de la proclamación de Felipe VI. Cristina Monge, socióloga y politóloga, sitúa el 15M como punto de inflexión. "Lo que vivimos fue una reacción contra las élites y el establishment. Los partidos políticos cambiaron sus liderazgos, las principales entidades financieras renovaron sus cúpulas y también hubo movimientos en los sindicatos. Lo único que quedaba de la transición era Juan Carlos I. La situación pedía a gritos un cambio, no había más opciones", recuerda.
Las trifulcas sexuales y económicas del emérito dañaron "seriamente" el prestigio de la institución y Felipe VI llegó a palacio con un único objetivo: salvar la monarquía. "La Casa Real entró en un bucle que solo se podía esquivar con la abdicación de Juan Carlos I. Si no renunciaba, la imagen de la Corona iba a quedar todavía más perjudicada. El cambio les ha venido bien, ha sido como una especie de salvavidas", señala Diana Rubio, experta en comunicación y protocolo.
La Casa Real busca la supervivencia en figuras nuevas y poco desgastadas: Letizia y Leonor
El primer decenio de Felipe VI ha consistido fundamentalmente en escapar de la espiral de crisis que afectaba tanto a la Familia Real como al resto del país. Zarzuela ha intentado marcar distancias con todas las manchas de su pasado: Juan Carlos I, Iñaki Urdangarín y las desfachateces que salieron a la luz de cada uno de ellos. El emérito puso tierra de por medio y se marchó a los Emiratos Árabes, pero dejó una ristra de incógnitas sobre la venta de armas –con sus respectivas comisiones–, sus relaciones extramatrimoniales y el origen incierto de su fortuna. ¿Ha conseguido Felipe VI romper con la herencia de su padre?
Lo cierto es que no lo sabemos. La primera y la única vez que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntó por el monarca, obtuvo una nota de 4,34 sobre diez. El suspenso cumple ahora nueve años, casi los mismos que Felipe VI en el trono. José Félix Tezanos no ha vuelto a preguntar por la Corona y pone como excusa que "los ciudadanos no la consideran un problema". El CIS, en cambio, sí pregunta por las fuerzas armadas, los sindicatos, los ministros y los partidos políticos. "Es imposible hacer un seguimiento de la percepción que tiene la sociedad española del monarca si no preguntamos. No se me ocurre mejor forma de celebrar el décimo aniversario de su reinado que retomar las encuestas. ¿Qué mejor oportunidad?", ironiza Cristina Monge.
El PSOE y la carta de la complicidad
Juan Carlos I se había convertido en un personaje tan inadecuado que su continuidad en la jefatura del Estado ponía en riesgo la continuidad de la propia institución. El día de su abdicación, cientos de manifestantes llenaron las principales ciudades del país de banderas tricolor para pedir un referéndum y la instauración de una república. Izquierda Unida (IU), Compromís, Equo y otras formaciones progresistas secundaron las protestas. Podemos, que acababa de conseguir cinco escaños en las elecciones europeas, también llamó a sus votantes a participar. ¿Qué posición adoptaron en el PSOE?
"Los socialistas y en particular Alfredo Pérez Rubalcaba tuvieron un papel relevante en el operativo para renovar la Corona. El PSOE ha sido un elemento indispensable para garantizar la continuidad de la monarquía. Los partidos de izquierdas que han estado dentro del Gobierno de coalición –Podemos y Sumar– tampoco han querido abrir nunca este melón, porque han priorizado otras cuestiones", advierte Paola Lo Cascio, profesora de Historia Contemporánea en la Universitat de Barcelona. El PSOE, PP y Vox hicieron pinza en numerosas ocasiones para rechazar las comisiones de investigación sobre el emérito que han pedido en el Congreso otros partidos como ERC, Junts, PNV, BNG o EH Bildu.
Felipe VI: repaso a una década
El procés es, según las fuentes consultadas por este diario, el conflicto más "fuerte" con el que ha tenido que lidiar el actual monarca durante estos diez años de reinado. El 3 de octubre de 2017, 48 horas después del referéndum, Felipe VI dio un discurso televisado que marcaría los próximos pasos de su reinado. "El rey apostó por un posicionamiento líquido, sin tender ninguna mano a la otra parte de la sociedad. Felipe VI tenía que mantener una posición en defensa de la convivencia y la unidad de España [en cierto modo, lo hizo], pero tendiendo puentes hacia el diálogo. Esos puentes nunca existieron", precisa Cristina Monge.
"Felipe VI dijo que renunciaba a la herencia de su padre, pero no hay mayor herencia que la Corona"
"La estrategia de Zarzuela pasa por no molestar mucho y dar una imagen que sea digerible. El discurso del procés tiene diferentes lecturas según la zona geográfica en la que preguntemos, pero creo que fue uno de los momentos más controvertidos del reinado de Felipe VI. El impacto en Catalunya fue evidente", continúa Paola Lo Cascio. El politólogo Pablo Simón considera que "el rechazo del nacionalismo hacia la figura de Felipe VI es anterior al discurso del 3 de octubre" y niega que su intervención "haya marcado un antes y un después" en términos de popularidad.
El monarca también tomó otras decisiones polémicas durante los diez primeros años de reinado, como apartar a su hermana de la institución –la infanta Cristina, salpicada por el Caso Nóos– y "trazar un cortafuegos" en la relación con su padre. El tablero político y social tampoco ha jugado a su favor. "Felipe VI ha tenido que gestionar más intentos de investidura fallidos y más procesos de negociación que Juan Carlos I durante todo su reinado", destaca Pablo Simón.
Letizia, Leonor y el lavado de imagen constante
Diana Rubio, experta en comunicación y protocolo, considera que la abdicación del emérito supuso un punto de inflexión en la estrategia comunicativa de Zarzuela. "La Casa Real le ha dado más protagonismo a la reina Letizia, porque [en el gabinete] saben que es un valor añadido. Esto transmite una imagen de cercanía que no existía hasta poco antes de la pandemia. Los siguientes pasos tienen que ver con preparar el terreno para el reinado de la princesa Leonor", expone. La falta de encuestas oficiales no nos permite saber hasta qué punto la estrategia ha surtido efecto, pero todos los expertos sacan la misma conclusión: la Corona lleva diez años maquinando para asegurar su continuidad.
La princesa de Asturias puede tardar décadas en llegar al trono –si es que en algún momento lo hace–, pero Zarzuela trabaja con antelación y centra sus esfuerzos en hacer atractiva la imagen de la heredera, presentándola ante los más jóvenes como una mujer alineada con las tendencias del momento. "La situación es comparativamente mejor que hace diez años. La Casa Real ha abierto una política de comunicación más amistosa hacia la izquierda y ciertos sectores sociales, todo ello de la mano de la reina Letizia. La entrada en la ecuación de la princesa Leonor también ha jugado un papel relevante, porque les permite volver a señalizar su futuro, poner el foco en figuras nuevas y menos desgastadas", matiza Pablo Simón. Cristina Monge, sin embargo, termina con un dato revelador: "Felipe VI dijo que renunciaba a la herencia de su padre, pero no hay mayor herencia que la propia Corona".
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