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Actualizado:Carlos Martín Urriza ha trabajado durante 30 años en el Servicio de Estudios de Comisiones Obreras; tres décadas "apasionantes" en lo profesional, pero "terribles" por ser testigo directo de "cómo prácticamente las condiciones del mercado de trabajo caían constantemente".
En 2020 llegó el Gobierno de coalición que puso a Yolanda Díaz y a su equipo a gestionar el mercado de trabajo en España, un hito que ha cambiado de tal manera su concepción hasta el punto de llevarle a formar parte de las listas de Sumar para el 23J, como número seis de Madrid (la provincia que encabeza la propia Díaz).
Martín Urriza habla de los logros de este Ejecutivo y de la buena marcha de la economía en su esfera macro, pero también reconoce la existencia de una "brecha" en los hogares como consecuencia de una inflación de los precios que no ha estado acompañada de una subida al mismo nivel de los salarios, y donde las grandes corporaciones y sus beneficios no han arrimado el hombro.
Para el candidato de Sumar, hay un "problema" cuando "el poder económico es más permanente que el político". A los dirigentes en las democracias se les cambia mediante las elecciones, pero los propietarios de las grandes corporaciones son "perennes, duran generaciones, lo que acaba generando clientelas y puertas giratorias".
Martín hace una apuesta de futuro: hacer más "líquida y circular la propiedad de los medios de producción", y que las grandes familias de empresarios devuelvan al común una parte de lo generado cuando agoten su ciclo, al modo de lo que sucede en la propiedad intelectual. De esta y otras medidas habla en esta entrevista con Público.
¿Qué le ha empujado a ir en las listas de Sumar? En las autonómicas cerró de manera simbólica la lista de Más Madrid, pero ahora puede conseguir acta de diputado.
Bueno, yo voy como independiente en la lista y lo que me ha llevado a sumarme es que era imposible decirle que no a Yolanda y al equipo más profesional que hemos tenido nunca gestionando el mercado de trabajo en España. Profesionalmente me dedico a dirigir el Servicio de Estudios de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, llevo 30 años en su Servicio de Estudios que han sido apasionantes, pero terribles, en el sentido de que he visto cómo prácticamente las condiciones del mercado de trabajo caían constantemente.
Hasta que llegó este Gobierno de coalición, que yo espero que no sea un espejismo, y ese es el motivo por el que me he sumado. 52 reformas laborales no habían conseguido acabar previamente con el monstruo de la temporalidad en el sector privado y el equipo de Yolanda ha conseguido homologar nuestra tasa de temporalidad en el sector privado con la de Europa.
Nuestro salario mínimo estaba claramente deshomologado con el estándar europeo, que marcaba la Carta Europea, del 60% del salario medio neto y, desde, sobre todo los think tank conservadores y también desde el Banco de España, se decía que si se subía se iba a generar una sangría de desempleos, y no ha sido así.
Y la tercera credencial de ese equipo gestor del mercado de trabajo de esta pasada legislatura ha sido gestionar la crisis más dura de la democracia sin una sangría de despidos. Creo, además, que estamos en un momento transformador y que si los españoles y las españolas siguen depositando su confianza en el Gobierno de coalición, podemos no solo consolidar, sino pasar a la siguiente pantalla de desarrollo.
Usted, Nacho Álvarez, Manuel Lago... Díaz ha blindado con varios perfiles su equipo económico. ¿Estas elecciones van de economía? ¿Qué diferencia, en líneas generales, al proyecto económico de Sumar del resto de proyectos, especialmente del que tiene el PSOE?
Hay una serie de cifras macro que están yendo muy bien: hemos recuperado ya el nivel de PIB que teníamos antes de la pandemia, vamos a ser la economía grande europea que más crece, a un ritmo tres veces superior al de Francia, diez veces superior al de Alemania... Pero todas estas cifras macro no se están trasladando a todos los hogares.
Tenemos un gran problema coyuntural como es el de la crisis de poder de compra de los salarios. Ahí hemos conseguido dos grandes hitos: uno, que la subida del nivel de precios ya esté a un ritmo que sería el objetivo del Banco Central Europeo, un hito importante, y tiene que ver mucho la excepción ibérica en esto; y luego hay determinados hogares que sí los hemos conseguido proteger de esta pérdida de poder de compra.
Por ejemplo, se han creado 1.400.000 empleos nuevos desde 2019, tenemos 2.300.000 perceptores del salario mínimo, tenemos nueve millones de pensionistas con subidas de entre el 8,5% y el 15%... Hemos conseguido detener el dolor de la subida del nivel de precios, hemos conseguido también proteger a algunos hogares, pero hay otros en los que no lo estamos consiguiendo, y este es uno de los grandes retos de la legislatura.
Entonces, ¿cuáles son sus propuestas para abordar estos retos?
Queremos actuar tanto en el nivel de precios como en el nivel de los salarios. En el nivel de precios, lo que hemos planteado es que queremos extender el control de márgenes que hemos hecho en el sector eléctrico a través de la excepción ibérica a otros sectores.
Es lo que está haciendo Francia, por ejemplo; queremos sancionar a aquellas empresas a lo largo de la cadena de valor alimentaria que están marcando márgenes abusivos o que no están trasladando la caída del precio de materias primas y energías a precios o a salarios. Las han trasladado como un cohete cuando han subido y ahora la sensación, sobre todo en los mayoristas y alimentación, es que están trasladando la caída a los precios como una pluma, que desciende muy lentamente.
Otra intervención que planteamos también, copiando el ejemplo francés, es la de crear una cesta de la compra de manera dialogada, una cesta de la compra rica, variada y de calidad, pero con precios recortados. También planteamos intervenciones en el nivel salarial porque en este país se pagan salarios muy bajos; hay que tener en cuenta que los salarios han perdido cuatro puntos desde 1995 en el reparto de la productividad.
Queremos reforzar la capacidad de negociación individual y colectiva de los trabajadores para que puedan disputar el reparto de la productividad en mejores condiciones. Y de esa manera planteamos cerrar esa brecha que se ha abierto ahora en algunos hogares.
En el programa electoral llevan medidas para velar por la competitividad entre las empresas, sobre todo en sectores estratégicos. ¿Es esta la única forma o la más eficaz para frenar el abuso de poder de las grandes corporaciones?
Esta es una de ellas. Otra es, como acabo de decir, el seguimiento de márgenes y sanción para aquellos márgenes abusivos. Obviamente, ampliar la competencia en determinados oligopolios es clave.
Por ejemplo, en el bancario estamos planteando crear un banco público que tendría la cabecera del ICO, pero que tendría una red de sucursales utilizando las sucursales de correos, reproduciendo la antigua Caja Postal, y queremos que sea un agente en un mercado con un oligopolio que es uno de los más concentrados de toda Europa.
Aquí, cinco entidades tienen el 75% del mercado, por eso vemos que es poco competitivo en los comportamientos y que no está remunerando los ahorros al nivel que los remuneran en Europa para conseguir más beneficios. Vemos, por ejemplo, que están con comisiones bancarias muy altas que han crecido mucho en los últimos años y que no están permitiendo cosas tan básicas como que los hipotecados a variable puedan saltar a una hipoteca a tipo fijo.
Esta es otra de nuestras propuestas estructurales, que exista una portabilidad de hipoteca real, y ahora mismo no se está dando.
Otro oligopolio sobre el que queremos intervenir es el oligopolio eléctrico y ahí tenemos una propuesta que avanza en la desintegración del monopolio; ahora mismo, Iberdrola tiene una parte de generación de energía y una parte de comercialización, es decir, genera energía y se la vende a todas las comercializadoras, pero entre esas comercializadoras está la de Iberdrola.
Nosotros entendemos que ahí puede haber un trato de favor y, por lo tanto, queremos separar esos dos negocios, que los accionistas de Iberdrola generación no tengan que ver nada con esa otra comercializadora.
Proponen incluso intervenir mercados "afectados por prácticas desleales o no competitivas" que provoquen inflación o sobrecostes para los hogares y para otras empresas. ¿Cuál es la vía para hacerlo?
Queremos segregar determinados aspectos que nos parecen que requieren una atención todavía mayor y aumentar los recursos. Por ejemplo, una comisión exclusivamente dedicada al ámbito de la energía y otra comisión exclusivamente dedicada al ámbito de las telecomunicaciones.
En los 100 primeros días de mandato se puede aprobar una autoridad independiente de defensa del cliente financiero; uno de los temas clave es que queremos que los ciudadanos que sufren a esas grandes compañías cuando tienen problemas con la factura porque les cobran de más, o porque les aparecen servicios que no han contratado o que reciben llamadas inoportunas por parte de esas compañías o de los competidores, queremos ordenar todo eso y queremos darle al cliente el poder que debe tener en la relación con esos grandes operadores, que en última instancia están funcionando a través de una concesión pública.
Con casi una veintena de acuerdos entre los agentes sociales y el Gobierno, en esta legislatura ha imperado una paz social. Hay voces críticas en la izquierda que apuntan a que esto es un "regalo" a la patronal y a que se ha cedido demasiado en asuntos como la reforma laboral. ¿Qué piensa?
Yo pienso que la reforma laboral ha sido un paso en la buena dirección, pero no es una estación de llegada. Vamos a saltar a la a la siguiente pantalla de desarrollo reforzando la capacidad de negociación de los trabajadores en la negociación colectiva.
Yolanda y el equipo más profesional que nunca ha habido al frente del mercado de trabajo han conseguido llevar al país a una situación excepcional, en el sentido de que simplemente subiendo los estándares laborales (subiendo el salario mínimo y restringiendo la contratación temporal abusiva) hemos conseguido que una parte del capital perezoso, vago, el que se rentabiliza simplemente de las malas condiciones de trabajo, se vea obligado a moverse a otros sitios, al mismo tiempo que tenemos la zanahoria de los fondos europeos.
Estamos movilizando el capital hacia actividades más productivas que generan empleo estable y de calidad, y ya lo estamos comprobando. Estamos poniendo las bases del cambio de modelo de desarrollo, que ya no va a ser el del ladrillo inflado de precio, ni el turismo basado en la precariedad en las condiciones de trabajo, sino que la gran parte del empleo creado se está ubicando en ocupaciones de alta o de media alta cualificación y esto ya es un indicativo de que está cambiando y de que la inversión se está yendo hacia los sectores productivos.
Pero luego también, cuando miramos la estadística de empresas de la Seguridad Social por su tamaño, estamos viendo que está aumentando el tamaño medio de las empresas.
Estamos viendo también que esos fondos europeos nos están convirtiendo en un gran player a nivel internacional: nuestra energía es cada vez más segura en el abastecimiento, limpia y barata, y tenemos la inversión extranjera directa en máximos históricos.
Es decir, nos estamos convirtiendo en un polo de atracción de inversiones, ya estamos viendo que el país se está reindustrializando. Por lo tanto, es un momento clave, el tren del progreso vuelve a pasar por delante de España (la otra vez fue el euro) y esta vez lo estamos haciendo bien.
En el programa se habla de "resignificar" el 35.2 de la Constitución y de proclamar un nuevo Estatuto de los Trabajadores en el que la protección del trabajo se articule a través del fortalecimiento del "sujeto sindical como la forma más eficaz de profundizar en la democracia". ¿Qué significa esto?
El hecho laboral tiene un carácter tuitivo, que significa que reconoce que hay una parte fuerte, la propietaria de los medios de producción, y una parte débil que generalmente está mucho mejor organizada y cumple con los mínimos legales establecidos en los procesos de selección de los trabajadores a través de las elecciones sindicales en los centros de trabajo.
Nosotros vamos a avanzar en reforzar esa capacidad de participar de la productividad, eliminando determinados elementos, como por ejemplo que el empresario te pueda bajar unilateralmente el salario. O vamos a trabajar en otras indemnizaciones por despido, porque tienen que ser reparativas para cumplir con la Carta Social Europea y tienen que ser disuasorias.
Este Gobierno, liderado por el equipo económico y de mercado de trabajo de Yolanda Díaz, ha conseguido mostrar otra manera de gestionar las crisis en la que el despido es el último recurso.
Las indemnizaciones por despido tienen un papel que jugar en esto también a la hora de que el trabajador vea reforzada su posición en la empresa; el empresario, cuando llegue el ajuste, va a tener apoyo público, pero también va a tirar antes de reservas que recurrir a despedir fácilmente a los trabajadores.
Esto es saltar a la siguiente pantalla de desarrollo, esto nos va a permitir también movilizar más capital poco productivo hacia actividades más productivas. Las buenas condiciones de trabajo acaban generando empresas más eficientes porque se especializan no en conseguir beneficio limando las condiciones de trabajo, sino que se especializan en conseguir beneficios generando valor, innovando. Es hacia ahí hacia donde vamos y tenemos los instrumentos ahora para hacerlo.
¿Cree que el modelo restaurativo ante un despido improcedente que proponen en el programa es un elemento más disuasorio para las empresas que pretenden despedir que, por ejemplo, recuperar la indemnización de 45 días por año trabajado?
Bueno, no tenemos el detalle de esto en el BOE todavía, de cómo lo vamos a sedimentar. También estaría, incluso, el elemento a considerar de los salarios de tramitación, que puede ser otra variable en juego. Lo que sí está claro es que sí vamos a seguir avanzando en el modelo de elevar los estándares laborales para buscar un capital cada vez más productivo o más eficiente, y para facilitar la participación de los trabajadores en el producto de su trabajo.
Esto, además, los empresarios productivos, innovadores y que arriesgan, no los especializados en una concesión pública en malas condiciones de trabajo o en conseguir ingresos pasivos del sector inmobiliario o en una regulación a medida, participan de eso. Yo siempre pongo el ejemplo de Henry Ford, que decía: "Yo pago muy bien a mis trabajadores porque quiero que se puedan comprar mi coche". Esta es la idea.
Antes de esta crisis de inflación hemos tenido una profunda devaluación salarial que vino como resultado de una regulación laboral que desequilibraba la capacidad de negociación en favor de los empresarios.
"Cuando se sube el SMI se trae dinero de la economía financiera a la real"
Como consecuencia de esa devaluación salarial, ahora sabemos que el año pasado a las empresas le sobraron 42.000 millones de euros después de pagar a los trabajadores, a los proveedores, de invertir, de amortizar, de pagar impuestos, de repartir dividendos; y desde el año 2016 les han sobrado 195.000 millones que tienen en reservas aparcados en la economía financiera.
Por eso, cuando subimos el salario mínimo no se destruye empleo, sino que simplemente se trae el dinero de la economía financiera a la economía real. Nuevamente, esto es lo mismo. Lo que queremos es reequilibrar ese reparto de la productividad para aumentar el flujo de la renta y el flujo de la economía real, la creación de empleo e ir a tasas de desempleo y de ocupación más homologables con Europa.
Una de sus medidas estrella en el mundo del trabajo es la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial. ¿Ve posible alcanzar un acuerdo en el diálogo social sobre esta cuestión en un país cuyo modelo no ha permitido despegar del todo al teletrabajo y donde algunas grandes empresas están pidiendo prolongar la edad de jubilación hasta los 70 años?
Rebajar la jornada manteniendo el salario es otra manera de participar en la productividad; hay dos maneras: o trabajo lo mismo con más salario, o trabajo menos horas pero me mantienes el salario. Nosotros creemos que hoy los empresarios cada vez participan más de este modelo precisamente porque estamos acabando con ese capital perezoso o vago, que es el que hace el beneficio de las malas condiciones de trabajo, del presentismo improductivo que quiere que estés ahí permanentemente aunque no estés produciendo nada.
Yo creo que hay un empresariado, que se parece cada vez más más al centro europeo, que entiende que los trabajadores son más productivos cuando están más contentos y cuando tienen ámbitos de autorrealización personal que les permiten trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
El objetivo del progreso es librarnos de cargas del trabajo, que estos trabajos monótonos y repetitivos los tenga que hacer las máquinas o la digitalización o la inteligencia artificial. El problema será luego cómo nos repartimos el producto de ese trabajo, y aquí tiene que haber fórmulas más imaginativas para hacerlo, una de ellas, por ejemplo, es la herencia universal.
Creo que tenemos que ir a un modelo donde el capital, el propietario de medios de producción, no la propiedad privada personal, cada vez tiene que ser más temporal y circular. Una de las cosas que hemos conseguido en nuestra democracia es que el poder político no sea perenne; nosotros tenemos la ventaja de que podemos cambiar a nuestros gobernantes. Pero aquí la falla es que los propietarios de las corporaciones son prácticamente permanentes y duran generaciones.
"Que el poder económico sea más permanente que el político es un problema"
Y, entonces, el que el poder económico sea más permanente que el poder político es un problema. Sabemos que acaba generando clientelas, puertas giratorias... Ese es el siguiente avance también en la pantalla de desarrollo. Nuestra herencia universal es un avance en esa dirección, que hagamos más líquida la propiedad de los medios de producción, que sea más circular, ir avanzando poco a poco como sociedad que se libera de esas desigualdades que tienen que ver con el azar de la familia donde has nacido.
Hay que poner los medios para que cualquiera pueda generar una empresa de dimensiones importantes; ahora, una vez que el ciclo de esa empresa ha terminado, como dice Picketty, lo normal es que eso vuelva a lo común y que la familia, pongamos Inditex, aunque no me gusta personalizar, se quede con el 10%, que con el 10% en Inditex ya te quedas colocadísimo.
Esto ya pasa en los intangibles, en la propiedad intelectual: las patentes, las canciones, los libros... Llega un momento en que pasan a lo común, cualquiera puede hacer uso de ellos y ya no tienen que pagar un royalty. Se trataría de ir avanzando en este modelo de hacer más líquida la propiedad de los medios de producción. Vamos, sin ninguna duda, este es el futuro, este es el progreso.
Los sindicatos y Unidas Podemos fueron muy críticos con el pacto de rentas que propuso el Gobierno durante la legislatura porque se apuntaba a una "moderación salarial". ¿En qué se basa el pacto de rentas que propone Sumar en su programa?
El pacto de renta se ha dado, lo que ocurre es que es de renta en singular, o sea, se ha dado en los salarios. Aquí quien ha asumido la carga de la subida de los precios de la energía y las materias primas han sido las familias, que han visto cómo sus salarios no se actualizaban al ritmo de los precios. Hay dos maneras de gestionar una crisis de oferta que se genera por un aumento de los precios de la energía y de materias primas: una es la manera salvaje y otra es la civilizada.
La salvaje es la del mercado, la de que te suben los precios y el que es fuerte traslada sus costes a precio, que es lo que ha pasado. Luego, hemos tenido una doble inflación por la política antieconómica del BCE que ha decidido gestionar esto subiendo los tipos para destruir la economía.
Si los economistas en pleno siglo XXI lo único que podemos ofrecer para gestionar una crisis de inflación es destruir la economía, pues es que no hemos avanzado como ciencia y seríamos como la medicina en el siglo XIX, que cuando te subía la fiebre, el médico te hacía una sangría.
Pero ya sabemos que hay otra receta posible, y tenemos un ejemplo: en Japón han hecho un pacto de rentas, los tipos de interés del banco de Japón están en negativo y la inflación es un poco alta pero manejable porque las empresas se han recortado márgenes de beneficio y los salarios han moderado las subidas. Esta es la manera civilizada de gestionar eso, repartiéndose los costes.
Se podía haber hecho aquí y la excepción ibérica es un ejemplo. Se da una terrible asimetría: España no ha sido responsable de la subida de los precios de la energía, ha sido una gestión por parte del Gobierno alemán muy poco prudente de los riesgos energéticos la que ahora estamos pagando todos dentro de la Unión. Pero es que luego, además, nosotros ya tenemos la inflación por debajo del 2%, pero a quien está golpeando la subida de tipos de interés es a los hogares españoles, no a los hogares alemanes.
Es una gran contradicción. Por eso nosotros planteamos, aparte de reclamar una política distinta a la que está aplicando el BCE, ir a un a un modelo de rentas en plural y de reparto, no solo en España, sino en el resto de países europeos.
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