Opinión
Amor para acabar con la Covid
Por Lucila Rodríguez-Alarcón
-Actualizado a
Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)
Las sociedades occidentales llevamos por lo menos dos decenios encadenando ciclos de crisis externos que conllevan duelos consecutivos. Un ciclo de duelo, siguiendo la estructura propuesta por la psicóloga Kübler-Ross, se suele componer de cuatro fases: la negación , la ira, la negociación y la depresión, y tras esto, el renacimiento en la nueva realidad. Cuando llegas a esta última fase cierras la crisis con dos resultados posibles: mantenerse en la depresión o salir reforzados. El problema es que, actualmente, sea cual sea el resultado final da igual por que la siguiente crisis te lleva directamente a una nueva primera fase en la que tendrás que repetir todo el proceso. Hemos pasado por las crisis derivadas del terrorismo, luego las crisis económicas y ahora el Covid. Esto lo explica claramente el excepcional César Astudillo en el informe Las narrativas del amor recién publicado por la fundación porCausa. Cada ciclo de crisis nos deja exhaustas, con sensación de pérdida y frustración. Cada uno de estos procesos implica la generación de una narrativa interna a través de la cual nos protegemos del dolor y del miedo.
Desde hace unas semanas estamos inmersas en el sexta ola de Covid. Parecía que ya con la vacuna habíamos pasado un estadío pero resulta que no, que ahora, en una especie de flashback infinito volvemos a encontrarnos en un espacio indefinido, con una enorme falta de información, lleno de sobresaltos regulares que nos llevan del “no pasa nada” al “puede pasar algo muy grave”. Esta sexta ola nos está vaciando aún mas de recursos anímicos y narrativos y nos está privando de herramientas para construir vida: directamente no pensamos en lo que queremos, como mucho, las más audaces, consiguen identificar lo que no quieren.
La Covid llega además en un momento en que la narrativa social, que lleva decenios instaurándose de la mano del liberalismo, nos habla de individuos que deben superar sus tristezas en soledad, convirtiéndose en héroes, que es a lo que todas deberíamos aspirar. Estas historias las encontramos en la mayoría de las series que triunfan en streaming, desde el Cuento de la Criada a Mare of Easttown, que además de promover la resolución de la crisis por heroínas, que superan todo tipo de obstáculos gracias a una fuerza casi sobrehumana, son cuentos absolutamente distópicos. Pero ¿quién tiene fuerzas para ser una heroína? Ya no damos más de sí.
La realidad es que el ser humano es un ser social por naturaleza y no está naturalmente preparado para arreglar las crisis de forma individual. La cooperación entre las personas es la tendencia natural pero además, las crisis que estamos sufriendo no son individuales sino colectivas. Todas nos sentimos atrapadas en esta especie de locura distópica que estamos viviendo, independientemente de cómo expresemos nuestro miedo o nuestra tristeza de forma individual.
Nos encontramos en un momento en el que necesitamos unirnos, sentirnos arropadas por una comunidad generosa y construir colectivamente un futuro diferente a este presente farragoso en que nos encontramos. Para ello tenemos que empezar a imaginar un mundo ideal en que proyectarnos, necesitamos utopías, irrealizables pero inspiradoras, que nos hagan recordar que el ser humano en comunidad es capaz de crear cosas maravillosas. Necesitamos unirnos, recuperar la fe las unas en las otras. Necesitamos sonreír, reír y bailar, conscientes de que nos merecemos amor, que construye, y no odio, que destruye. Necesitamos reivindicar nuestra naturaleza comunitaria, nuestra bella debilidad humana, nuestra generosidad de fábrica. Necesitamos narrativas del amor para acabar las narrativas de la Covid. Así que vamos a ello.
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