La UE avanza en su agenda belicista con el debate sobre eurobonos para comprar armas y un gasto militar récord
Los líderes europeos activan el modo de guerra y comienzan a poner los pilares para su nueva arquitectura bélica con la vista en impulsar la industria de defensa como una de sus prioridades para el futuro.
María G. Zornoza
Bruselas--Actualizado a
"Sabemos que las ambiciones de Putin no terminan en Ucrania", aseguraba esta semana Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Sus advertencias se unían a la ristra de líderes europeos que en las últimas semanas y meses han invocado la posibilidad de guerra abierta con Rusia como un escenario más que plausible. La seguridad y la defensa han sido una de las patatas calientes de la cumbre europea de marzo, que reunió a los 27 líderes de Estado y de Gobierno este jueves y viernes en Bruselas. Los líderes europeos activan el modo de guerra y comienzan a poner los pilares para su nueva arquitectura bélica con la vista en impulsar su industria de defensa o comprar armamento de forma común.
La UE de la defensa es el gran tabú de la historia del proyecto europeo. Los padres fundadores quisieron impulsarla, pero se toparon con los recelos de los Estados miembros sobre no ceder en los temas nacionales de seguridad. Pero la guerra en Ucrania lo cambió todo. Dos años después de la invasión rusa, el bloque comunitario ha financiado el envío de armas a un país en guerra por primera vez en su historia, se prepara para hacer de la próxima legislatura una Comisión de la Defensa y se dispone a redoblar los presupuestos destinados en gasto militar. Incluso Emmanuel Macron, presidente de Francia, habla de poner tropas occidentales en la línea de frente.
"La agresión rusa en Ucrania ha despertado un nueva conciencia y responsabilidad. Como respuesta, los Estados miembros han gastado alrededor de 100.000 millones de euros en defensa. Y eso está bien. Pero tenemos que fortalecer la base de nuestra industria. No solo necesitamos invertir más, sino mejor", aseguró Von der Leyen en la rueda de prensa al final de la cita. Bruselas presentó hace dos semanas su estrategia para la industria de la defensa del futuro proponiendo inyectar 1.500 millones en este campo y marcando el objetivo de que para finales de década los Estados miembros deberían comprar el 40% de material militar de forma conjunta.
Los Veintisiete debaten en estos momentos la propuesta de emitir eurobonos para comprar armas
Uno de los grandes puntos de fricción en las capitales para impulsar la inversión militar es el de la financiación. Los Veintisiete debaten en estos momentos la propuesta de emitir eurobonos para comprar armas tomando el ejemplo de lo que se hizo durante la pandemia con la adquisición conjunta de vacunas. Sin embargo, los países frugales –principalmente Países Bajos y Alemania- se oponen con firmeza. El consenso se está moviendo hacia pedir al Banco Europeo de Inversiones (BEI), bajo los mandos de Nadia Calviño, que modifique su política de préstamos y permita financiar la industria de la defensa.
"Durante dos años, Rusia ha repetido que no estaba en guerra, sino que lo de Ucrania era una operación militar especial. Es una guerra a gran escala y una guerra de agresión. Esto demuestra que debemos fortalecer nuestra capacidad de respuesta. No queremos crear ansiedad a los ciudadanos, pero debemos trasladar a nuestra opinión pública que si queremos paz y estabilidad es extremadamente importante mejorar nuestras capacidades de defensa", aseveró Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, en rueda de prensa.
La CE pidió a Finlandia, país que comparte miles de kms de frontera con Rusia, un informe sobre cómo prepararse para la guerra
Las voces de alarma coinciden en un momento en el que los países invierten más y más en seguridad y defensa y necesitan tener a la opinión pública preparada y de su lado para ello. El cambio de paradigma se ha traducido en llamadas a los reservistas en Bélgica o en la apertura a mujeres al servicio militar obligatorio en Dinamarca. Hace unos días, la Comisión Europea pidió a Finlandia, el país que comparte cerca de 1.400 kilómetros de frontera con Rusia, un informe sobre cómo prepararse para la guerra.
Desde Suecia hasta Polonia, Estonia o Alemania, pasando por la ministra de Defensa, Margarita Robles, en España, diversos altos cargos militares y políticos han afirmado que hay un alto riesgo de guerra abierta con Rusia en el corto plazo. Algunos informes incluso han puesto fecha: 2026. En Suecia, por ejemplo, estas llamadas de alarma generaron angustia y ansiedad entre la población. La consigna que se repite en la capital comunitaria y en muchas capitales es la de "si quieres la paz, debes estar preparado para la guerra". A pesar de que incluso desde la OTAN, su secretario general, Jens Stoltenberg, ha reconocido en numerosas ocasiones que no cree que esté en los planes o intenciones de Vladimir Putin atacar territorio aliado.
Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, han sido durante la cumbre europea los contrapesos más fuertes a este discurso alarmista. "La llamada para que los europeos sean conscientes de los desafíos que tenemos por delante está bien, pero no podemos exagerarla. La guerra no es inminente. He escuchado voces que dicen que lo es. Por Dios, la guerra no es inminente. Vivimos en paz. Apoyamos a Ucrania. No somos parte de esta guerra, solo apoyamos a Ucrania. Y tenemos que prepararnos para el futuro, aumentar nuestras capacidades de defensa y la de nuestra industria (...) Pero no hay que meter miedo a la gente de forma innecesaria. La guerra no es inminente", afirmaba el jefe de la diplomacia europea a su llegada al encuentro.
Pocos días después de que Robles advirtiera sobre la "amenaza total y real" de una guerra, hoy, desde Bruselas, Sánchez la ha desautorizado rebajando esa escalada verbal. "Creo que la contención es muy importante. No se puede hablar alegremente de terceras guerras mundiales ni trasladar mensajes que preocupan a la ciudadanía. La ciudadanía quiere que ayudemos a Ucrania, pero tenemos que utilizar otro lenguaje y no contribuir a esa escalada bélica (...). No me siento cómodo ni reconocido con eso de convertir a Europa en una economía de guerra o con expresiones sobre la tercera guerra mundial", ha asegurado el inquilino de La Moncloa a su paso por Bruselas.
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