Este artículo se publicó hace 6 años.
SiriaTrump siembra una alarma exagerada en Oriente Próximo
Que Trump saque a sus tropas de Siria no representa ningún peligro para nadie. Al contrario, es una decisión sabia que puede favorecer la estabilidad en la región si Occidente obra con mesura y contribuye a la estabilidad de ese país. El caso de la retirada de tropas de Afganistán es más complejo pero también requiere que haya tacto por parte de Europa.
Eugenio García Gascón
Jerusalén--Actualizado a
Los anuncios del presidente Donald Trump de una retirada completa de tropas estadounidenses de Siria y de una retirada parcial de Afganistán, han suscitado una incertidumbre que únicamente se puede calificar de deliberadamente exagerada en sus socios europeos y en Israel.
Los norteamericanos poseen decenas de bases militares en la región, incluido el Golfo Pérsico y Turquía, algunas enormes, y Rusia, con su presencia en Siria, no representa ningún peligro para nadie. Es más, es totalmente impensable que Moscú expanda su presencia militar más allá de ese país.
Sí que es posible que trate de vender armas a países como Turquía, miembro de la OTAN. Sin embargo, esto no constituye ninguna amenaza significativa para Occidente, fuera de unos cuantos millones de dólares que en lugar de ir a parar a Europa y Estados Unidos acabarían en las precarias arcas rusas.
Las reacciones de algunas capitales europeas durante las últimas horas son claramente exageradas y no responden a la realidad sobre el terreno, donde la ventaja de Estados Unidos es apabullante, y sin duda, a pesar de lo que sugiere Trump, Washington no dejará de ninguna manera que la región caiga en un caos.
Un caso que ilustra estas exageraciones es Israel. Algunos medio de comunicación hebreos dicen que Estados Unidos ha dado su espalda al estado judío al anunciar su retirada del nordeste de Siria, pero nada más lejos de la realidad.
La presencia de tropas estadounidenses en el Kurdistán sirio era temporal desde un principio, Ni el presidente Barack Obama ni su sucesor se plantearon nunca mantener una presencia estable en esas provincias. La derrota del Estado Islámico es evidente, aunque todavía queden pequeñas bolsas de yihadistas. En cualquier caso, no significan un peligro existencial para nadie y a buen seguro que el ejército sirio, con el apoyo ruso, dará cuenta de ellas en un futuro próximo.
El conflicto en Kurdistán del sur
Una de las razones que justificó la llegada de Moscú a Siria fue precisamente que el Estado Islámico acogía en sus filas a yihadistas de varias regiones de Rusia y de la antigua Unión Soviética que luego regresaban a sus lugares de origen más exaltados y dispuestos a importar la yihad contra Moscú. Es un peligro que sigue existiendo pero que es sensiblemente menor que durante el apogeo del Estado Islámico.
El conflicto sirio ha creado desde 2011 un gran número de problemas en Oriente Próximo y en Europa. Uno de ellos, a los que Ankara no prestó atención hasta que fue demasiado tarde, es el del Kurdistán del sur. Es urgente que esa zona, en la que hoy hay tropas de Estados Unidos y europeas, regrese cuanto antes a Siria con el fin de extender la estabilidad y calmar la alarma en Turquía.
Los sirios kurdos nunca han sido excesivamente nacionalistas. Hoy controlan una parte muy importante de territorio pero es necesario que se vuelvan a encajar en Siria. Indudablemente, los kurdos de Rojava, como ellos denominan el sur del Kurdistán, no son "terroristas", como asegura el presidente Recep Tayyip Erdogan, pero es natural que este esté preocupado por las relaciones que mantienen con el PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán de Turquía.
La retirada completa de las tropas estadounidenses anunciada por Trump debería aprovecharse en esa dirección con el fin de garantizar la estabilidad. Se debe recalcar que los kurdos de Siria solo se armaron y combatieron en una segunda fase del conflicto sirio y nunca lucharon contra el gobierno de Damasco, lo que hace que la reconciliación sea perfectamente viable.
Igualmente, el comportamiento de Europa será decisivo para garantizar la estabilidad siria. Trump ha dicho que ha llegado el momento de la "reconstrucción" después de la devastación sembrada por la guerra. Europa debería participar decididamente en la reconstrucción. El feroz aislamiento al que Europa sometió a Siria, ya durante la época de Hafez al Assad, muerto en el 2000, fue contraproducente y no convendría tropezar otra vez con la misma piedra.
El caso de Afganistán
La aplastante superioridad de Israel hace que este país no tenga rivales militares. Ni siquiera todos juntos podrían significar una amenaza existencial para el estado judío, aunque se prescindiera de su fuerza nuclear, de ahí que la alarma que se ve en los medios hebreos estos días sea completamente desproporcionada y no se ajuste a la realidad.
Naturalmente, el despliegue de modernas baterías antiaéreas rusas en Siria preocupa a los israelíes, pero no puede ser que la aviación israelí entre y salga como Pedro por su casa por el país vecino cada vez que se le antoja al primer ministro Benjamín Netanyahu, alegando que la presencia iraní constituye una amenaza existencial para Israel, algo que sencillamente no es cierto.
El caso de Afganistán es distinto. La retirada parcial de los estadounidenses puede significar un reforzamiento de los yihadistas. Afganistán ya fue un foco terrorista antes y después de la llegada de las tropas americanas tras el 11-S. Se trata de un país fallido que debe hacer su travesía del desierto con sus propias fuerzas para llegar a la estabilidad.
En este frente, Estados Unidos y Europa deben actuar también juntas, aunque sea de otra manera, con el fin de contener a las fuerzas que promueven el terrorismo en el resto del mundo. Deberán buscar formas apropiadas para hacer frente al terrorismo que pueda surgir de Afganistán dejando al mismo tiempo que el país se purgue a sí mismo.
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