Trabajadores humanitarios en Gaza: "Esto no lo había visto en mi vida"
Numerosas ONG se plantean abandonar sus misiones en la Franja debido a los ataques de Israel hacia cooperantes y el constante bloqueo a la entrada de ayuda en el enclave, lo que dificulta enormemente su labor.
Alejandra Mateo Fano
Madrid--Actualizado a
La situación que atraviesa la Franja de Gaza es cada día más insostenible y desgarradora. La destrucción indiscriminada de hospitales y viviendas, el aumento sin precedentes de la hambruna, así como la proliferación de todo tipo de enfermedades, que afectan en su mayoría a los niños, han convertido el enclave en un auténtico infierno.
Al persistente hostigamiento del Ejército israelí hacia la población palestina en el territorio se ha sumado esta semana la noticia del asesinato indiscriminado en el norte de Gaza de siete cooperantes internacionales de la ONG World Central Kitchen, que se encontraban prestando ayuda humanitaria en una zona sin operaciones militares en curso. La organización ha pedido una investigación independiente sobre el ataque.
Actualmente la escalofriante cifra - todavía inexacta- de trabajadores humanitarios fallecidos a manos de Israel se sitúa en casi 200, sin contar con los centenares de periodistas que también han sido asesinados desde el 7 de octubre.
A raíz de los recientes ataques Israel hacia varias ONG, algunas de las cuales llevan meses o años trabajando sin descanso en este territorio, muchas se plantean hoy abandonar la Franja. El caso más reciente es el de las cuatro embarcaciones de Open Arms, la ONG que proporciona ayuda humanitaria a través de WCK, que ha tenido que suspender su misión y retornar este miércoles a Chipre tras conocerse los asesinatos de los cooperantes. Según fuentes de la propia organización, uno de los buques ha atracado este jueves en el puerto de Lamarca.
La escasísima - y visiblemente insuficiente- ayuda humanitaria que llega a la región resulta imprescindible para asegurar la supervivencia, cada semana más frágil, de los habitantes de la Franja. Según el Ministerio de Salud de Palestina, más de 31.341 personas han sido asesinadas en Gaza desde el 7 de octubre, el 70% de las cuales son mujeres y niños. Asimismo, a finales de marzo la UNRWA reportó que 31 personas, 27 de ellas niños y niñas, habían muerto por desnutrición y deshidratación en el norte.
"Se trata de la peor situación humanitaria a la que nos hemos enfrentado en décadas. No se recuerdan situaciones humanitarias tan complicadas de gestionar desde la Segunda Guerra Mundial", explica a Público Salvi Ros, coordinador y voluntario de Médicos del Mundo en Palestina, quien lleva dos años ayudando en Gaza y desde entonces entra y sale del territorio cada dos semanas. "Hay compañeras que vienen de países como Afganistán, Ucrania o El Congo y que dicen 'esto yo no lo había visto en mi vida'", denuncia el trabajador.
En esta ONG tan solo puede acceder al interior de Gaza aquel personal médico de primerísima necesidad, de tal forma que los desplazamientos internos están absolutamente restringidos debido a la extrema peligrosidad de moverse por el territorio. Salvi es uno de los pocos autorizados para ello.
Atender a pacientes en condiciones extremas
Para los trabajadores humanitarios, y especialmente para aquellos que como él prestan asistencia de carácter sanitario, el mayor de los obstáculos a la hora ejercer su trabajo es el estado de absoluta destrucción en que se hallan las infraestructuras más básicas y esenciales para el funcionamiento de los equipos médicos, así como de hospitales, viviendas y otros espacios donde poder atender a los pacientes.
"Todo esto ha obligado a las organizaciones que apoyamos el sistema de salud a reconducir nuestras actividades fuera de las unidades sanitarias y centros de atención primaria, así como a organizar puntos médicos que se establecen en los alojamientos para personas desplazadas", asegura el cooperante. Salvi añade que la insuficiencia de recursos y medios de todo tipo "afecta a las condiciones de trabajo, a los costes y a la calidad del servicio, ya que lo que hay ahora son tiendas de campaña donde, sin suministro, se atiende sin anestesia ni medicación a dos millones de personas".
En estos momentos, afirma Salvi, se están reportando patologías que se han ido expandido de manera exponencial en los últimos meses, muchas de ellas relacionadas con la malnutrición, pero también todo tipo de enfermedades de transmisión por aire y agua, puesto que no hay prácticamente agua potable. "Hemos visto que un millón de personas se encuentran en el nivel máximo en la escala de gravedad de hambrunas, el de catastrófico, debido a que el sistema inmunitario de la gente está totalmente fallido en este tipo de situaciones", alega.
El personal médico, por tanto, debe atender la infinidad de dolencias que aquejan a la población gazatí sin suministro eléctrico, equipos de primerísima necesidad como respiradores e incubadoras, etc... lo que ha llevado incluso, sostiene Salvi, a "llevar a cabo medidas límite como hacer operaciones sin anestesia o hacer vendajes con vendas reutilizadas".
La salud mental de los voluntarios, cada día más debilitada
Toda esta coyuntura, en la que impera la ley de la supervivencia, hace mella en la salud mental de los cooperantes, tanto locales como internacionales, que se ven cada vez más desprotegidos y colapsados ante el hecho de tener que prestar ayuda humanitaria bajo mínimos, sabiendo al mismo tiempo que son uno de los objetivos militares de Israel.
Aunque generalmente las ONG mandan a personal de alto nivel que dispone de apoyo psicológico por parte de las organizaciones, "el nivel de estrés psicológico es elevadísimo, sobre todo para los equipos locales, que son a su vez testigos de lo ocurrido y población afectada, ya que muchos han perdido hijos, padres, hermanos y su casa", denuncia Salvi.
Por su parte, Tess, voluntaria de UNICEF en Rafah y especialista en comunicación en este territorio, no puede evitar recordar constantemente el ruido atronador de los bombardeos que se escuchaban hace un par de noches y que hacía temblar las paredes de su estancia temporal, una de las pocas que dispone de conexión a Internet.
La cooperante, que quiere preservar su identidad, advierte en declaraciones a Público de la posibilidad de que los combates se trasladen a Rafah próximamente. Señala que "la diferencia entre ahora y enero es que entonces la gente aún tenía esperanzas de que el genocidio terminaría pronto y de que podrían volver a sus casas en el norte, mientras que ahora sienten que no queda nada de sus vidas pasadas en sus hogares, han visto fotos de lo destruidos que están, están perdiendo la esperanza en el futuro".
La mitad de los residentes en esta ciudad, que ha pasado de tener 25.000 habitantes a 1,2 millones después de los desplazamientos internos masivos, son niños, que hoy atraviesan, según el último informe de Save the Children, la angustia emocional de esquivar bombas y balas, perder a seres queridos, verse obligados a huir por calles llenas de escombros y cadáveres, y despertarse cada mañana sin saber si podrán comer.
Israel sigue entorpeciendo la entrada de ayuda humanitaria
Ambos cooperantes coinciden en la voluntad de Israel de impedir que las ONG desempeñen labores de ayuda humanitaria en territorio palestino, a pesar de que la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio obliga a este país a facilitar la entrada de asistencia humanitaria en el territorio. "Nos resulta realmente difícil conseguir ayuda, y una vez que estamos aquí la poca que tenemos es difícil de distribuir de forma segura, las carreteras están dañadas, cuando intentamos coordinarnos con las partes para ir a otros lugares tenemos que esperar horas o ni siquiera obtenemos respuesta", reprocha Tess.
La cooperante de UNICEF incide de igual modo en que Gaza es, en estos momentos, "uno de los lugares más difíciles del mundo para trabajar en ayuda humanitaria porque hay muchas restricciones sobre lo que podemos hacer, lo que podemos llevar, el proceso para permitir la entrada de coches es muy lento".
Los constantes escollos de Israel encaminados a perseguir las labores de los trabajadores agravan las necesidades primarias de quienes, como establecen los voluntarios, no tienen acceso a agua limpia, alimentos, ropa o medicinas, algo que en caso de los más pequeños es todavía más acuciante. "Viven en tiendas de campaña, llevan seis meses sin ir a la escuela, echan de menos a sus amigos, sus juguetes, y todo ello teniendo que sobrevivir en medio de un conflicto en el que deben asegurarse de que no les mate una bala", afirma Salvi.
Los dos voluntarios denuncian que actualmente reciben un 70% menos de camiones con ayuda que antes de que empezara el genocidio y, a pesar de que existen distintos puntos de entrada de ayuda humanitaria en Gaza a través de la frontera, tan solo dos están abiertos. Uno de los pasos cerrados hasta el momento está ubicado en el norte, donde un mayor número de palestinos ha muerto por desnutrición.
El futuro incierto de las ONG en Gaza
Ante esta alarmante cuestión, Salvi subraya que "en ninguna crisis en las últimas décadas" habían fallecido tantos trabajadores humanitarios: "Ya sea una cuestión premeditada o por negligencia, sabemos que Israel no está garantizando la seguridad de los trabajadores humanitarios y esto es lo que debe cambiar a través de acciones por parte de la comunidad internacional".
Según datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), solo el 25% de las misiones de ayuda planeadas en el norte hasta la fecha han sido facilitadas por las autoridades israelíes. Asimismo, durante los primeros 14 días de marzo, un promedio de 169 camiones de ayuda al día cruzaron a la Franja, lo cual continúa estando muy por debajo de la capacidad operativa de ambos cruces fronterizos y del objetivo de 500 convoyes por día.
El desgaste y la frustración con los que conviven todos los días los cooperantes de ayuda humanitaria está comenzando a hacer mella y cada vez más organismos deciden retirarse de la Franja. "Hay muchas menos organizaciones de ayuda de las que había antes para cubrir más necesidades de las que había antes", lamenta Salvi. Médicos del Mundo ha tenido que reorientar sus intervenciones y servicios, que antes estaban más focalizados en el apoyo al desarrollo y a políticas de salud mental o formaciones y ahora se limitan a la respuesta humanitaria inmediata.
"Vamos a ir adaptándonos en función de las circunstancias semana a semana, ahora mismo la mayoría de las ONG están en Rafah, donde están gran parte de los desplazados internos, pero esto mañana puede cambiar y que tengamos que desplazarnos todas a otro lugar", indica. El cooperante y sanitario pone sobre la mesa una cuestión que lleva meses debatiéndose entre los organismos que prestan ayuda en Gaza y que, según él "adquiere tintes políticos e institucionales": los estados deben llevar a cabo las sanciones correspondientes contra Israel dado que este país lleva, desde inicios de las hostilidades, violando sistemáticamente los tratados internacionales.
"Mientras Israel siga dificultando todo el acceso humanitario es necesario tomar una posición institucional frente a esto en relación a nuestro trabajo ahí", infiere Salvi, quien con visible preocupación añade: "Nos estamos cuestionando la continuidad de nuestra intervención, ya que esto es responsabilidad tanto de Israel como de toda la comunidad internacional, el garantizar que Israel cumpla con sus obligaciones y esto es lo que no está sucediendo".
Según aclara el voluntario, la propia Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio establece precisamente que toda la comunidad internacional debe intervenir para obligar a cumplir con sus obligaciones legales a los países involucrados en genocidios.
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