Este artículo se publicó hace 2 años.
Retrato en doce apuntes de Catar, el despótico emirato que acoge la fiesta mundial del fútbol
El organizador del Mundial de Fútbol 2022 es un petroestado en el que reina la censura, se conculcan derechos laborales, se atenta contra los homosexuales y se alienta la homofobia. Con el torneo busca blanquear su imagen internacional.
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El Mundial de Fútbol de Qatar 2022 subirá el telón este 20N con el partido inaugural entre el equipo anfitrión y la selección nacional de Ecuador. Desde ese instante, sin embargo, el fútbol ha consumado un pecado nada venial o, lo que es lo mismo, ha hecho gala de un comportamiento reprobable y ajeno a las prescripciones de las leyes morales de especial gravedad.
Casi nada de lo que aparenta ser Qatar se asemeja a la realidad, como ocurre en la práctica totalidad de los ultraconservadores y ricos emiratos del Golfo Pérsico. Este Estado está gobernado con mano de hierro por la familia Al Thani, que dirige los designios del emirato desde mediados del siglo XIX.
La suya es una de las sagas de sangre azul aliadas del wahabismo, una de las vertientes musulmanas más integristas -inserta dentro de la rama suní-. Por ello, es defensora de una radical vuelta a la pureza del Islam y, al mismo tiempo, es enemiga de los avances sociales encaminados a la prosperidad social.
Desde 2013, su líder supremo es Tamim bin Hamad, que heredó el trono por la abdicación de su padre, quien fuera artífice de la elección de Qatar como sede del Mundial de Fútbol. Ya entonces, en 2010, unos días después de su sorprendente proclamación por parte de una FIFA en manos de los corruptos Joseph Blatter y Michael Platini, The Guardian publicó un editorial con un elocuente titular: "No dejemos que Qatar 2022 se construya sobre la brutalidad".
Todo parecían inconvenientes, desde las fechas de celebración para evitar las altas temperaturas estivales en el desierto arábigo a la desventaja que parecía tener su candidatura frente a otros rivales con mayor peso y capacidad de voto, como EEUU, Japón, Corea del Sur o Australia.
Pero Qatar fue la sede elegida y, desde el minuto uno, se propagaron por el mundo las denuncias de instituciones como Human Rights Watch sobre la explotación de los trabajadores migrantes que construían los estadios e infraestructuras para la gran fiesta del fútbol. Aunque, al parecer, no han calado en el subconsciente colectivo del planeta.
Doce años después, este Estado se apresta a dar el pistoletazo de salida del Mundial, tras superar no pocas llamadas al boicot por sus abusos laborales y las atrocidades amparadas por el arraigo sociocultural de una religión que se desentiende de los grupos vulnerables por razones de raza o de género. Todas estas llamadas al boicot tenían, no obstante, nulas posibilidades de éxito.
Dos declaraciones han resultado llamativas recientemente. La primera la hizo James Cleverly, jefe de la diplomacia británica, quien nada más asumir su cargo en el gabinete tory de Rishi Sunak, pidió expresamente a los aficionados homosexuales "respeto" a las leyes de Qatar.
Cleverly fue obligado a disculparse públicamente, pero sus palabras fueron rubricadas tan solo dos semanas después por Khalid Salman, exjugador de la selección de Qatar y embajador del Mundial 2022: "La homosexualidad es haram", es una práctica prohibida. Este último precisó a la cadena alemana ZDF que él no es "un musulmán estricto", pero sí considera que la homosexualidad "causa daño a la mente". Toda una expresión de homofobia, así como una advertencia en toda regla para evitar altercados con la Justicia del país anfitrión.
La atmósfera previa al torneo no invita, pues, a la algarabía propia de un Mundial de Fútbol. Esta competición se da en una época en la que, además, en el Irán de los ayatolás chiítas se suceden las protestas sociales por la muerte de Mahsa Amini. Y esto tiene especial relevancia, dado que Qatar es el único de los emiratos arábigos que mantiene buenos lazos diplomáticos con Irán.
La proximidad del Mundial, sin embargo, ha puesto a Doha en el punto de mira por el choque entre la multiculturalidad del fútbol y el fanatismo ultraconservador de las casas reales arábigas. Varios botones de muestra arrojan luz a la cruda realidad qatarí, sustentada sobre un complejo y alambicado puzle geopolítico y económico.
1.- Un petroestado en permanente bonanza
Qatar ocupa el lugar 55 -entre Grecia y la Ucrania previa a la invasión rusa- en el escalafón del FMI por el tamaño de su economía, con un valor de PIB de 221.369 millones de dólares, a precios actuales de mercado.
Una capacidad productiva excelsa para sus 2,93 millones de habitantes, de los que un 79,6% son migrantes. De ellos, la mayoría son procedentes de la India -su mayor colonia, con 691.000 personas-, así como de Bangladesh, Indonesia, Nepal, Pakistán, Filipinas y Sri Lanka, según ha admitido el Ministerio de Exteriores español.
2.- Es un territorio receptivo a la mano de obra barata
Los ocho de cada diez residentes foráneos son una anomalía demográfica que surgió en los años ochenta, cuando el emirato se convirtió en un petroestado necesitado de mano de obra barata por los efectos balsámicos sobre su estructura productiva de la crisis petrolífera de 1973.
3.- Meteórico ascenso de grandes patrimonios
La riqueza rápida se ha instalado en el emirato desde entonces. Ha llegado a certificar una renta per cápita de hasta 82.887 dólares, según datos del Fondo Monetario. Esto le ha hecho situarse en el décimo lugar entre las Islas Caimán y Singapur, en una lista liderada por Liechtenstein, Mónaco y Luxemburgo. Cabe resaltar que la mayor parte de ellos están considerados paraísos fiscales.
4.- Crecimiento al calor del petróleo y del gas
El poderoso sector de hidrocarburos de Qatar -posee las terceras reservas de gas, detrás de las de Rusia e Irán- ha ido alternando déficits y superávits a las arcas fiscales, en función del valor del barril de petróleo y de las rúbricas del gas.
Todo lo ha conseguido en medio de una diversificación productiva que se lanzó con la visión 2030, una estrategia de transformación socioeconómica a largo plazo diseñada al unísono -y con la misma denominación- que la de su vecino saudí. Esta está patrocinada su polémico príncipe heredero Mohammad bin Salmán.
Dicha estrategia está dirigida a reducir la dependencia de los hidrocarburos del patrón de crecimiento del país. En 2021, esta industria suponía el 20% de los ingresos totales del Estado. A falta de comprobar los datos de este ejercicio, la escalada de los precios energéticos convertirá el déficit presupuestario de 2020 (del 7,2% del PIB) en un suculento superávit que, según el avance del FMI, será de 12.250 millones de dólares este ejercicio y de 19.310 millones en 2023. Además, el crudo se encuentra en un precio estable de 55 dólares por barril.
5.- Perfil de nación exportadora de energía
Qatar exporta el 75% de su producción de gas -esencialmente, a Corea del Sur, India, China y Japón-. Sus ventas oscilan entre el 13,9% y el 21,5% del total y, además, prevé aumentar sus negocios en el exterior en más de un 60%, hasta alcanzar los 126 millones de toneladas anuales para 2027.
6.- Cartel de rebelde sin causa del mundo arábigo
Qatar es el emirato proscrito entre sus vecinos de la península arábiga. En 2017, sus vecinos -abanderados por Arabia Saudí y socios en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)- le impusieron a un embargo comercial sin precedentes. Y lo hicieron bajo la acusación de fomentar desde la cadena televisiva Al-Jazeera ciertos movimientos terroristas de corte islámico, entre otras razones, para impulsar revueltas como las de la Primavera Árabe.
Sus vecinos también señalan a Doha como financiador de facciones de oposición interna con sus petrodólares. Turquía e Irán han sido sus dos grandes aliados en su intento de eludir el cerco comercial e inversor, pero su éxito ha sido relativo. Esto se debe a que el business as usual ha sido una constante en Qatar, como queda patente con la inauguración de infraestructuras de transporte, energéticas y proyectos de modernización de sus principales urbes.
Si nos vamos al terreno político, el último mandatario en acudir en viaje diplomático oficial ha sido el canciller alemán Olaf Scholz, que fue en busca de garantías de suministro de gas qatarí.
7.- Paraíso empresarial
Quatar es el cuarto mercado con mayores facilidades para hacer negocio en la región, según el Índice de Libertad Económica y el Boing Business de 2021, dos barómetros reconocidos globalmente. Lo ha logrado debido a su baja tributación, sus magníficas infraestructuras, su atractivo para atraer inversiones y su facilidad para constituir empresas.
Pese a ello, posee puntos negros de especial trascendencia, como la rigidez de sus normas laborales, su bajo gasto en I+D+i y su largo y costoso procedimiento burocrático.
8.- Alta tasa de mortalidad entre trabajadores foráneos
The Guardian cifró en febrero de 2021 en torno a 6.500 el número de fallecimientos desde 2010 de obreros dedicados a la construcción a contrarreloj de los estadios de fútbol. La inmensa mayoría de ellos eran extranjeros.
Estos cálculos los han hecho suyos instituciones como Human Rights Watch que, en su denuncia sobre las pésimas condiciones de los trabajadores en este sector, no solo apunta hacia las instalaciones deportivas para el evento sino también al conjunto de la red de infraestructuras que se han puesto en marcha al calor de fuertes inversiones públicas y privadas. Todo ello, por supuesto, bajo críticas por su alto grado de corrupción empresarial e institucional.
9.- Un país con censura informativa
Pese al aire fresco que significó la puesta en liza de Al-Jazeera, en el emirato rige una draconiana ley de medios desde hace 43 años. Esta defiende los valores tradicionales qataríes y resulta incluso más punitiva que la instaurada durante el más que largo protectorado que tuvo lugar 1916 y 1971.
El resultado de todo ello es un régimen de censura que dificulta la labor de los medios locales e intimida a los profesionales, según afirma Foreign Policy. No obstante, tanto el emir como el Gobierno insisten en manifestar su compromiso con la libertad de expresión. Aseguran que esta rige desde que en 1995 se acabara oficialmente con la censura de prensa y en 1998 se aboliera el Ministerio de la Información.
Sin embargo, la intolerancia del emir a las críticas personales le ha llevado a aprobar un decreto -tan solo un mes antes del Mundial- que establece penas de cinco años y una multa de hasta 27.000 dólares a quien difunda noticias falsas. Esta medida se interpreta como un intento de acabar con cualquier comentario o información contraria a los intereses nacionales.
10.- Coste desorbitado del Mundial
Los desembolsos asociados a las infraestructuras del Mundial de Fútbol superarán la astronómica cifra de los 229.000 millones de dólares, la mayor de toda la historia de estos eventos deportivos. Este valor es similar al tamaño del PIB del país.
11.- Se espera que los gastos se recuperen en el Mundial
La consultora Oxford Economics atisba un crecimiento del 7,6% este año de la economía qatarí por el efecto del Mundial, un vigor que se concentrará en el turismo, viajes y servicios. La gran fiesta del fútbol congregará a más de un millón de visitantes. Asimismo, los desplazamientos a lo largo de 2022 se prevé que asciendan a 2,8 millones, situándose así por encima de los niveles de 2019. También se estima que atraiga inversiones directas, dentro de su National Vision 2030, donde las autoridades de Doha han enclavado la Copa del Mundo.
12.- Se prevé que venza un ganador con solera
La firma de investigación canadiense de mercados BCA Research se atreve a pronosticar, según sus cálculos predictivos, que Argentina levantará el trofeo de campeón del mundo tras derrotar a Portugal, en una lucha final entre los dos mayores ganadores del Balón de Oro de los últimos quince años.
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