Este artículo se publicó hace 3 años.
Latigazos, prohibiciones y persecución de minorías: el islam rigorista de los talibanes que espera a los afganos
Los talibanes profesan una versión radical del islam suní que se originó en la ciudad india de Deoband en el siglo XIX. Es una interpretación en gran parte literal del texto sagrado que reprime la disidencia y obliga a la población a observar las instrucciones que imparten los líderes talibanes. Su versión de la religión es ajena a la mayoría de los musulmanes.
Eugenio García Gascón
El islam nació en el siglo VII de la era cristiana en el medio específico de la península arábiga; desde entonces se expandió hasta el punto de que casi una de cada cuatro personas del planeta lo profesa. Su libro principal es el Corán, que lo recibió el profeta Mahoma mediante la revelación del ángel Gabriel, y a lo largo de los siglos ha experimentado numerosas interpretaciones que pueden ser muy diversas y alejadas entre sí.
La interpretación talibán es una de ellas. El grupo nació en 1994 en el contexto de la guerra civil que siguió a la ocupación soviética, siendo la palabra "talibán" un plural en pastún que tiene su origen en la palabra árabe "talib", que significa "estudiante" y por antonomasia "estudiante religioso". Sus fundadores, incluido el difunto mulá Mohammad Omar, eran pastunes que se habían formado en madrasas de Paquistán o de Afganistán.
Los talibanes desplazaron a los señores de la guerra yihadistas que dominaban el panorama militar al término de la invasión soviética, y se expandieron por todo Afganistán, con más incidencia en las zonas rurales. En solo dos años, en 1996, tomaron Kabul y se hicieron con el control del país, para lo que contaron con un importante respaldo popular, imponiendo por la fuerza su versión del islam durante cinco años, hasta la invasión americana que siguió a los atentados de Al Qaeda contra EEUU el 11 de septiembre de 2001.
En la primera conferencia de prensa después de la segunda toma de Kabul, el pasado 15 de agosto, el portavoz talibán habló sobre el papel futuro de las mujeres en Afganistán, el asunto que más revuelo causa en Occidente, señalando que las mujeres deberían ser libres para trabajar, pero matizando a continuación "en el marco del islam".
El marco del islam puede ser bastante amplio. No es el mismo en Arabia Saudí que en Siria, un país que ha sido concienzudamente destrozado por una terrible guerra civil incitada por notorias intervenciones extranjeras, pero donde las mujeres todavía gozan de una considerable libertad laboral, y se podría decir que hoy menos que ayer debido al empuje del islamismo radical, como ocurre en otros países árabes.
Los grupos de derechos de las mujeres temen que el triunfo de los talibanes acarree un cambio radical, y que las mujeres sufran especialmente las consecuencias de un islam misógino. Los temores están bien fundados si nos atenemos a lo ocurrido entre 1996 y 2001, aunque hay indicios de que la situación de la mujer será ahora un poco menos mala que en aquel periodo.
Durante su anterior gobierno, los talibanes prohibieron distintas formas de expresión artística, como la pintura, la fotografía o la música, que consideran una forma de idolatría. Impusieron una rígida vestimenta a las mujeres que incluía el burqa en los espacios públicos, prohibieron a las mujeres cualquier forma de trabajo menos en el área de salud, ya que los médicos varones no podían atender a mujeres.
Las afganas que infringían ciertas normas podían ser castigadas con latigazos o incluso con la ejecución en los casos más extremos. Prohibieron la carne de cerdo y el alcohol, así como la televisión, el cine, internet y el deporte, incluido el fútbol y el ajedrez. También prohibieron volar cometas, una actividad muy popular entre los niños afganos, y los animales de compañía. Los cines se reconvirtieron en mezquitas y terminaron con las celebraciones de fin de año en las ciudades.
A los hombres se les prohibió afeitarse la barba y se les obligó a usar turbantes en espacios públicos. A los que no respetaban los momentos de la oración se les detenía. Se prohibió toda forma de juego y a los ladrones se les amputaba la mano. Se prohibió el cultivo de opio y en 2001 llegó a erradicarse casi en su totalidad. Afganistán produce la mayor parte del opio y la heroína que se consume en el mundo.
Los talibanes persiguieron a otras minorías, especialmente a la chií, que constituye aproximadamente el 10% de la población, aunque en los últimos años han sido más tolerantes con los chiíes, lo que ha permitido un acercamiento a Irán.
Fundamentalistas
Los talibanes aplicaron las ideas más fundamentalistas de la escuela Deoband junto con la sharia vista desde esa perspectiva, al tiempo que incorporaban las costumbres características de la cultura tribal de los pastún. El resultado fue un rigorismo radical que se impuso por la fuerza sobre toda la población y que discriminó seriamente a las minorías.
El fundador del movimiento, el mulá Mohammad Omar, que había estudiado previamente en una madrasa deobandi del área de Kandahar, expresó su descontento por el hecho de que la sharia no se hubiera impuesto tras la retirada del ejército soviético. En 1994 Omar fundó el movimiento talibán con la intención de erradicar a los señores de la guerra dominantes tras la retirada soviética, un país caótico en el que el crimen era moneda corriente y el sufrimiento de la población era enorme.
La corriente deobandi, que tanto ha influido en los talibanes, es una escuela de pensamiento musulmán suní presente en el subcontinente indio. Apareció en 1867 en la ciudad india de Deoband, durante la época colonial británica y como reacción a la colonización. Postula un islam tradicional y apolítico con una lectura literal del texto sagrado. Ha tenido una fuerte influencia en Paquistán, donde han estudiado un gran número de afganos, particularmente líderes talibanes.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.