Este artículo se publicó hace 2 años.
El BCE pone a prueba la solvencia de los hogares, las empresas y los Estados con Europa al borde de la recesión
El banco central de la Eurozona decide elevar el precio del dinero hasta el 2,5%, prevé seguir subiéndolo en 2023, y reducirá a partir de febrero su cartera de deuda pública, lo que endurecerá más las condiciones de financiación y la actividad económica.
Zaragoza--Actualizado a
El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido añadir más tensión a las zarandeadas economías de los hogares y las empresas con una nueva subida de los tipos de interés que sitúa en el 2,5% el precio del dinero, un nivel que no alcanzaba en Europa desde las vísperas del estallido de la burbuja inmobiliaria y que pone a prueba su solvencia al tiempo que dificulta su acceso a la financiación. A esta medida, que llega con las principales economías europeas al borde de la recesión, se le añade otra que a medio plazo va a tener efectos similares de dificultad financiera para los Estados como es el comienzo de
la reducción de su cartera de deuda pública a un ritmo de 15.000 millones de euros por mes a partir de marzo.
En la práctica, esas dos medidas significan que los actores privados, que ya
han visto como los intereses anuales por el dinero que piden prestado se
han duplicado en menos de un año, van a tener que pagar medio punto más
para acceder a la financiación a partir del día 21, mientras que los operadores públicos van a ver cómo comienza a desaparecer una de las principales vías de financiación de las que han dispuesto desde mediados de la pasada década y, especialmente, desde el comienzo de la pandemia: el BCE es el titular de casi 400.000 millones de los 1,37 billones de euros de deuda pública emitidos por el Estado.
Y todo apunta a que esta etapa de intereses altos, que arrastra al alza
indicadores como el euríbor que grava las hipotecas, el cual supera en casi
cuatro décimas al 'estándar', va a mantenerse en el tiempo y con toda
probabilidad se intensificará, según anunció el propio BCE. "Las tasas de interés aún tendrán que subir significativamente a un ritmo constante para alcanzar niveles lo suficientemente restrictivos como para asegurar un regreso oportuno de la inflación al 2%, objetivo a medio plazo", ha señalado el emisor comunitario, cuyas estimaciones apuntan a que ese nivel no va a llegar antes de que acabe el 2025.
"La consecuencia de subir los tipos de interés es provocar la recesión, si
bien esperamos que sea corta y poco intensa", ha indicado Javier Santacruz
Cano, investigador del Instituto Español de Analistas, para quien "no
quedaba más remedio que hacer esto" para controlar la inflación. "Tiene consecuencias negativas, pero no hay otra receta atinada para acabar
con el mayor problema que puede tener una economía que es una inflación
muy alta", ha añadido. "Las subidas de tipos de interés tienden a enfriar la economía", apunta Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas, la fundación de las antiguas cajas de ahorro, que destaca cómo una medida de ese tipo "evita los efectos de una inflación de segunda ronda” o espiral inflacionista, ya sea por el aumento de los salarios o de los márgenes,
"pero al mismo tiempo entraña el riesgo de crear una recesión".
En cualquier caso, aboga por "buscar una ponderación para evitar que se
produzcan desequilibrios sociales" ante la pérdida de poder adquisitivo
de los salarios y la concentración de la carestía en la energía y los alimentos mientras llama la atención sobre un aspecto nada menor de la configuración del propio BCE: "tiene entre sus objetivos controlar la inflación y alcanzar la estabilidad financiera, pero no el empleo, como sí ocurre con la Reserva Federal de EEUU".
Lo cierto es que el precio del dinero no se incluye en las estimaciones de la
inflación. Y parece claro, según indican los datos del Banco de España, que su
encarecimiento como consecuencia de la subida de los tipos de interés se está dejando notar en las economías familiares, que han visto como el interés medio de las hipotecas se disparaba un 75% en diez meses para regresar a niveles de ocho años atrás, en plena purga de la burbuja inmobiliaria, y cómo el TAE (Tasa Anual Equivalente) de los créditos de consumo se disparaba hasta un 8,34% que no se daba desde 2015.
Para las empresas, el coste de acceder a la financiación se ha duplicado en
diez meses: de diciembre del año pasado a octubre de este, los intereses de los préstamos de menos de 250.000 euros han pasado del 2,3% al 4,51% (+96%), los de entre esa cifra y el millón han subido del 1,41% al 3,09% (+119%) y los que superan esa cantidad han crecido del 1,12% al 2,95% (+163%).
Resulta obvio que eso complica de manera notable el funcionamiento de
muchos negocios en un país donde las unidades de pequeño tamaño siguen
suponiendo una amplia mayoría del 85% del tejido productivo pese a la
cascada de cierres iniciada con la pandemia, y que se ha llevado por delante 17.000 microempresas en apenas tres años.
"Las empresas, especialmente las pymes, comienzan a sufrir el
endurecimiento del crédito propiciado por el cambio en la política
monetaria del BCE", explican fuentes de Cepyme, que han constatado
cómo "las condiciones de acceso a la financiación de las compañías se han
endurecido" por la menor exposición al riesgo por parte de la banca, al
mismo tiempo que el volumen de los préstamos "continúa por debajo de los
niveles precrisis en un momento en el que se agravan la falta de liquidez y
la inflación". No parece el mejor escenario cuando por toda Europa menudean los indicadores que apuntan a una cascada de caídas en recesión que la
economía española parece que va a acabar evitando, según las proyecciones
de los principales indicadores macroeconómicos.
Deshacerse de 15.000 millones de deuda pública cada mes
El Consejo de Gobierno del BCE acordó también este jueves reducir las compras de deuda pública a partir de marzo del año que viene, a un ritmo de 15.000 millones mensuales hasta la primera revisión de ese giro a finales de junio y a base de "no reinvertir todos los pagos de capital de los valores que vencen". Es decir, que el BCE va a comenzar a hacer caja y a deshacerse de los activos de distintos Estados que ha ido adquiriendo en la última década y, especialmente, desde la pandemia, cuando se convirtió en el principal comprador de bonos y letras públicos.
Es decir, que el BCE va a comenzar a hacer caja y a deshacerse de los activos de distintos Estados que ha ido adquiriendo en la última década y, especialmente, desde la pandemia, cuando se convirtió en el principal comprador de bonos y letras públicos. Pese a esa decisión, el Banco Central Europeo mantendrá el sistema de protección para "contrarrestar dinámicas de mercado desordenadas e injustificadas", es decir, para evitar el aumento de las primas de riesgo como consecuencia de maniobras especulativas como las desatadas a finales de la pasada primavera contra los países del sur.
Las compras de deuda por el BCE han sido hasta ahora una garantía para que no crecieran las primas de riesgo, ya que hasta marzo de 2022 compró la práctica totalidad de la deuda que emitían los países y desde entonces ha mantenido su posición, no ha comprado más pero tampoco ha vendido", ha explicado Torres, que anota cómo la evolución de esas primas va a depender a partir de la próxima primavera básicamente de dos factores: el crecimiento de la economía y las perspectivas de reducción del déficit público. Sobre este último aspecto, apunta a la existencia en países como España de "un descuadre entre gasto corriente y recaudación corriente que no vamos a poder permitirnos mucho más tiempo", aunque también recuerda cómo "es muy difícil que cuadren las cuentas públicas en una etapa de recesión".
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