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Como convertir los egos individuales en un ego colectivo

*Exsecretario de Estado para el Deporte entre 1993 y 1996.

Dieciséis años después puedo escribir unas líneas dedicadas a mi equipo como homenaje a los éxitos en un año mágico para los colores rojiblancos que tanto y tantos sentimos.

No me olvido del trabajo de los directivos, son en buena parte responsables de la elección de los mejores, de la búsqueda de recursos, de saber delegar y de sostener financieramente a la sociedad, pero hoy hablaré del liderazgo.

El fútbol y el deporte en general es un fantástico instrumento en la formación de las personas. Nadie lo duda aun cuando pocos lo lleven a la práctica. En las sucesivas crisis que estamos viviendo, la de valores de nuestra sociedad es permanente. Lo que ha hecho nuestro equipo viene a demostrar cuán importante es el liderazgo en todos los órdenes de la vida. Desde esa posición se pueden y se deben cambiar las cosas o por lo menos intentarlo. Es una obligación que si afecta a alguien es a la clase política, quizás la menos comprometida con este tipo de liderazgo.

No es mi intención dictar una lección, lo harán las grandes escuelas de negocios a la hora de explicar el trabajo de Simeone, pero sí resaltar que el triunfo de los atléticos es un espejo donde mirar para que nos devuelva la ilusión de cambiar, de construir una sociedad mejor y buscar la meritocracia como fórmula para elegir a los mejores.

En un equipo de fútbol las estrellas son personas profundamente egocéntricas por no decir egópatas, como enfermedad del ego. Manejar esos egos en el vestuario es quizá la parte más difícil del trabajo de los entrenadores. La gran virtud del Cholo ha sido la de convertir ese ego individual en un ego colectivo, en situar los intereses del equipo por encima de los de cada uno de los actores, cambiar ese ego por una profunda autoestima en cada uno de ellos y un sentimiento colectivo, de equipo, como responsable del éxito y del fracaso.

Si dividiéramos los gastos en salarios de los jugadores de los tres primeros equipos de la Liga, entre los puntos conseguidos veríamos que al Real Madrid y al Barcelona le cuesta alrededor de tres millones de euros mientras que al campeón del orden de 700.000. Es así como de verdad se puede ver el éxito del Atleti. Eficacia, eficiencia y afectividad. No se trata solo de alcanzar el objetivo, ni de hacerlo al menor coste posible sino además hacerlo sin hacer daño y a ser posible ayudando a los demás. Con las victorias de este equipo construimos una sociedad mejor y hacemos de los jugadores personas felices por los éxitos alcanzados. Para entender esa afectividad basta con comparar los éxitos de Simeone con los de Mourinho, en definitiva éxitos deportivos, pero mientras el uno lo hace dividiendo a la sociedad y al vestuario otro lo hace dando ejemplo y consiguiendo un equipo.

Creo sinceramente que la inteligencia emocional que han demostrado Simeone y un paso atrás pero no menos importante el Mono Burgos es un ejemplo a seguir para todos.

El sábado y después de media hora de partido, en la cabeza de todos los atléticos se dibujo el sentido trágico de este equipo, era como volver a su historia. En cambio que diferente fue. Salió a relucir la autoestima de los jugadores, la generosidad de un esfuerzo compartido en el que todos se dejan el alma, la solidaridad como divisa y ello sin olvidar que cada uno sabía lo que tenía que hacer. En verdad un cambio radical en el ADN de nuestro equipo.

El sábado se cierra la temporada. Sin duda los atléticos queremos ganar. La moneda está en el aire. Saldrá cara o cruz, pero lo que el Real Madrid tendrá enfrente es un equipo que se ha sabido ganar el corazón de esta sociedad, un ejemplo donde mirarse y una voluntad de hierro para seguir diciéndole a todo el mundo y en todos los ordenes de la vida: 'Si se quiere y se trabaja, se puede'.

Los jugadores demostrarán, una vez más, que ponen todas sus capacidades para ser los mejores en cada momento de la competición, que da lo mismo quién sea el rival y los imponderables que surjan, porque lo importante no son las circunstancias sino lo que cada uno lleva en su interior, lo que cada uno está dispuesto a dejarse, su autoestima y cómo no, su ego colectivo.

Después vendrá el Mundial y allí Vicente del Bosque nos volverá a enseñar el mismo camino.

Qué bueno sería para nuestra sociedad tener líderes como ellos, capaces de convertir a España en un equipo cargado de autoestima, dirigido por los mejores, con objetivos definidos y con los intereses colectivos como bandera. Superar los individualismos, los egos personales, los intereses solo de algunos, la falta de afectividad, son los retos que deberíamos afrontar como lo ha hecho Simeone o Del Bosque. Sigámosles.

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