a coruña
Uxío Novoneyra (Folgoso do Courel, 1930-Santiago, 1999) fue uno de los poetas gallegos más relevantes del siglo XX. "La voz de la tierra" decía de él Ramón Piñeiro. Buena parte de su obra se originó en su casa labriega de la aldea de Parada, ubicada en plena serra do Courel, que él convirtió en territorio literario y de resistencia. La vivienda es hoy un museo gestionado por la Fundación que su familia constituyó en 2011 para preservar y promover su legado.
Su hijo Uxío Novo, licenciado en Ciencias Políticas, investigador y gestor cultural y experto en fondos europeos, es el secretario de la Fundación y acaba de ser elegido presidente de la Asociación de Casas Museo y Fundaciones de Escritores de España.
¿Cómo es la vida de alguien que se dedica a cuidar el legado literario de su padre?
Me dedico también la otras cosas, pero Manuel Jabois siempre me dice que ser hijo de Uxío Novoneyra ya es un trabajo a tiempo completo. Para mí es fácil y enriquecedor. Proteger y difundir su legado no es solo la faceta más importante de mi vida, también es la forma de residir en mi tierra, y en mi lengua. Además, la protección de ese legado no es solo cosa mía, sino de mi familia, de mi madre [Elba Rey, presidenta de la Fundación], que también es politóloga, y de mi hermana, Branca, que es poeta.
Las casas-museo de escritores salvaguardan los lugares concretos en los que se originan los fenómenos literarios. Pero no simbolizan también la conexión de su creación con el territorio que habitaron.
El patrimonio literario se componen de relatos individuales tomados en momentos y espacios diferentes, pero casi siempre basados en el territorio, a lo que siempre se remiten, ya sea a Lisboa de Pessoa o el Dublín de Joyce. Casi todos los escritores tienen algo de esa relación intrínseca con la tierra. Vuelven a ella, la recuperan, la guardan... Las obras literarias tienen esa vertiente intangible e inmaterial, pero también son materiales, como las catedrales o como las pinturas. Sucede lo mismo con los lugares concretos donde se originaron.
"La lectura es el único hábito que te permite desprenderte del tiempo y del espacio"
¿Cómo puede enriquecer a un lector la visita a una casa-museo?
Hay lugares profundamente emocionantes que te permiten recrear y representar dónde y como se conformó el espacio literario que ideaste durante una lectura. Porque en un mundo donde todo está digitalizado y monetarizado, la lectura es el único hábito que te permite desprenderte del tiempo y del espacio. Un libro no precisa de cargadores, como sucede con un móvil. Cuando visité la casa de Miguel Hernández en Orihuela (Alicante) advertí en seguida la funcionalidad de cada una de sus estancias. Visitar el lugar donde se originó un fenómeno literario puede crear esa empatía. ¿Cómo es posible que Manuel Antonio, que era de Rianxo, hiciera la mejor poesía de vanguardia de principios del siglo XX siendo marinero en un barco? Ir a su casa en Rianxo ayuda a entenderlo.
Imagino que sucede el mismo con su padre y la Casa de la Fonte de Parada, en O Courel.
Mi padre era del Courel mucho antes de que O Courel fuera un geoparque y una reserva de la biosfera. Una tierra que en el imaginario literario gallego venía a ser como la Arcadia griega o la Selva Negra alemana. Aunque no desde el punto de vista idílico, ni mucho menos bucólico, a pesar de que la sierra es como una selva de castaños. Sino desde lo telúrico, como sustento de una forma de vida. Méndez Ferrín decía que mi padre era de O Courel, pero no solo de O Courel.
Su padre vivió muy apegado a ese territorio justo al inicio del declive para mediados del siglo pasado de las formas de vida rurales que se asentaban en él, como sucedió en buena parte de Galicia y también de España.
Esa forma de vida que empezó a entrar en crisis en los años 50, justo cuando él empezaba a escribir Os Eidos [eidos significa en gallego tanto los campos y tierras que circundan una casa de labranza como el conjunto de todo lo relacionado con una actividad, arte o ciencia]. He visitado muchos países, desde Vietnam a la Polonia rural, donde he visto que la vida labriega tiene un significado y una simbología semejante. Todo lo que no es ciudad es rural, y en Galicia ni siquiera tenemos grandes ciudades en el sentido con el que hoy se entiende el término. Ninguna tiene más de medio millón de habitantes. De hecho, Vigo, la más grande, que se configuró en realidad como una ciudad de aldeas marineras, no llega a los 300.000.
Su padre también hablaba de la lengua y la creación literaria como forma de mantener vivos a los ancestros.
Una de las cosas que más le llamaban la atención era comprobar cómo alguna gente recitaba sus versos pensando que eran refranes o mismo cantigas. "Eso es lo que se va a recordar, no a mí", decía. Esa es la base de la conexión de la literatura de un país con sus antepasados. La defensa del patrimonio literario también es la defensa del orgullo de ser de donde has nacido.
¿Qué pensó al asumir la presidencia de la Asociación de Casas Museo y Fundaciones de Escritores?
Acepté porque tengo detrás a una junta directiva de profesionales de los que puedo seguir aprendiendo a diario: Marlene Oliveira, de la Fundaçao Cupertino Miranda (Oporto); Antonio Piñeiro, de la Fundación Curros Enríquez; Antonio Ramírez, de la Fundación Casa-Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez (Huelva); Eva Jiménez, de la de Cervantes (Alcalá de Henares), Ana Chaguaceda, de la de Unamuno en Salamanca...
¿Qué proyectos tienen para este mandato?
Son varios. Entre ellos revalorizar la figura de las mujeres, como literatas y también como profesionales de la custodia del patrimonio literario, porque la historia de la literatura está protagonizada por hombres pero sus guardesas casi siempre son mujeres. También queremos potenciar el diálogo entre las literaturas y las lenguas ibéricas, porque eso los permitirán ser mejores personas.
"El diálogo entre las diferentes lenguas de la península nos hará mejores personas"
¿En qué sentido?
En mi familia muchos libros de cabecera eran de Juan Rulfo, García Márquez, Vargas Llosa... Pero un día descubrí que el primer realismo mágico estaba en Álvaro Cunqueiro. Y que el iberismo está en Saramago y en Castelao. ¡Qué necesario es volver a usar el patrimonio literario como herramienta de ciudadanía! Porque además de su valor cultural y de su valor económico, que son evidentes, existe ese valor social democrático, de instrumento para empatizar con el resto de la humanidad. El diálogo entre las diferentes lenguas de la península nos hará mejores personas. Es muy necesario que se vuelva a leer esas lenguas sin manos frente a las manos sin lengua. La lectura, como el caminar, es un proceso revolucionario. Los sueños se repiten en lenguas y territorios diferentes, y si no buscamos esos sueños repetidos, nos encontraremos con los sueños negros que ya nos están llegando, desde el ascenso de la ultraderecha a los bombardeos de Gaza. Esto es relevante porque el retroceso de las humanidades en la educación está haciendo retroceder el concepto de ciudadanía. Y el ser humano no puede ser un ciudadano democrático sin humanidades que le permitan empatizar con el resto del mundo.
¿No están supliendo las fundaciones y sus museos el papel que deberían ejercer las administraciones públicas en el cuidado y la promoción del patrimonio literario?
Las fundaciones son la puesta a disposición del patrimonio privado al servicio del interés público. Y es verdad que suplen a las administraciones. Eso es especialmente patente en España y en Galicia, donde además son los agentes culturales más importantes en algunos municipios, y en ocasiones los agentes económicos más relevantes, como empleadores y como dinamizadores de la economía. Se ha instalado el relato de que el sector cultural es un sector subsidiado, y no es así. Al contrario. En Galicia, por ejemplo, la cultura aporta el 2% del producto interior bruto (PIB) de la comunidad y un 3% del empleo, y solo recibe un 1,26% del gasto público. Es una industria extractiva, no un sector subsidiado. Y el 80% de quien trabaja en ella son autónomos.
Hay una asociación ibérica de casas-museo y fundaciones de escritores, pero esa fórmula no existe en cada comunidad autónoma.
Queremos crear una asociación de casas museo del patrimonio gallego. Tiene sentido porque este es un país que se configuró incluso administrativamente alrededor de sus escritores y sus poetas. De hecho se lo escuché decir una vez a Ramón Villares en una conversación con Xosé Luis Barreiro: "Las comarcas no son una división administrativa, son un concepto poético".
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