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Actualizado:Hay personas que siguen el camino y otras que lo abren. Mario Tascón fue un bandeirante que se adentró en la selva de internet, como aquellos expedicionarios que penetraban en el tupido interior de Brasil para ampliar las fronteras de un territorio desconocido. Así, descubrió una nueva senda que luego transitarían otros, aunque el abanderado del periodismo digital en España carecía de límites y, hasta su fallecimiento esta noche, no cejó en el empeño de incursionar en otros parajes inexplorados.
Berciano hasta Las Médulas, presumía de haber sido el primero en introducir un Mac en la maquetación de periódicos para abaratar los costes de producción de Bierzo 7, una publicación que había fundado a mediados de los ochenta en su ciudad natal. Un cuarto de siglo después, recordaba en sus páginas: "Los que disfrutamos de aquellos ordenadores vimos en ellos un programa de hipertexto —la base de Internet— años antes de que supiéramos lo que era un navegador".
Mario Tascón escribía internet con mayúscula porque fue precisamente él quien, en 1996, engrandeció la profesión a través de una pantalla, cuando se hizo cargo de la dirección digital de El Mundo, donde había prestigiado la sección de infografía gracias a la apuesta del diario por un periodismo visual que le reportaría los primeros reconocimientos del sector. En ese campo también fue un pionero, convirtiendo aquel equipo balbuceante en una cantera de expertos que terminarían trabajando en grandes cabeceras internacionales.
Así, convirtió la infografía en un género, de modo que aquellos nacientes gráficos no solo complementaban o contextualizaban la información escrita, sino que también cobraban vida propia al contar una historia de otra manera, que, sin duda, entraba por los ojos. Aunque entonces demostró que una imagen vale más que mil palabras, siempre fue un amante de la tipografía y nunca traicionó al texto, por eso no extraña que terminase presidiendo la Fundación del Español Urgente, donde enseñó a Escribir en internet (Galaxia Gutenberg).
Mario Tascón (Ponferrada, 1962) revolucionó el periodismo online y, durante su mutación hacia lo que conocemos hoy, provocó algún que otro dolor de cabeza. Son tantas las anécdotas sobre su figura que darían para un libro, el octavo si fuese escrito de su puño y letra, siete ensayos sobre redes sociales, big data o ciberactivismo a los que habría que sumar una novela firmada junto a su hermano Fernando, La Biblia bastarda (Planeta), sobre el libro de los libros y protagonizada, cómo no, por un reportero.
Quedémonos con dos pasajes que ilustran el ilusionante comienzo y el traumático final de sus años dorados en El Mundo. "Un día de 1996 llegué a la redacción y vi que Mario Tascón, nuestro jefe de infografía, se había cambiado de sitio y trabajaba con la mirada clavada en la pantalla de un ordenador", recuerda David Jiménez en El Director (Libros del K.O.). "Me acerqué a preguntarle en qué andaba".
- Navegando.
- ¿No hay que irse al mar para eso?
- En internet.
- ¿Internet?
- Sí, esto va a cambiar el periodismo, ya lo verás.
"No le presté demasiada atención", reconoce Jiménez. Pero, como había pronosticado, su compañero transformó el periodismo en España y convirtió a elmundo.es en el medio de referencia en internet. Sin embargo, cuando el nuevo siglo comenzó a berrear, el director de la edición online más leída del momento protagonizó una desbandada de un día para otro, concretamente un lunes 5 de junio de 2000, y se fue con buena parte de su equipo a El País, donde ejercería como director general de contenidos del área digital del Grupo Prisa.
"Esa ruptura marcó el periodismo en España hasta límites que solo podemos entender con la perspectiva del tiempo", asegura María Ramírez en El periódico (Debate). "Lo marcó para bien y para mal", pues esa fuga con alevosía y nocturnidad motivó que los responsables de El Mundo se animasen a invertir en la sección para hacer frente a su rival. "La competencia con El País fue el principal acicate y lo que entonces parecía una tragedia se acabó convirtiendo en una bendición", escribe la periodista, pues elevó el listón de calidad.
Una enconada pugna que duraría ocho años, hasta que Mario Tascón fundó el nativo digital lainformacion.com, donde desarrolló La filosofía del triángulo, en el que los robots ocupaban uno de los vértices. Pretendía que un algoritmo filtrase centenares de fuentes informativas para elaborar y jerarquizar noticias, aunque pronto se demostró que las máquinas todavía no podían sustituir a los periodistas, necesarios para realizar esa tarea. Acertó, en cambio, al apostar por la producción audiovisual y multimedia, de la que se encargaban humanos.
De alguna manera, intentó potenciar un agregador que, como sucedería con Google News, podría haber resultado exitoso, al tiempo que sondeaba los arcanos de la inteligencia artificial, en la que profundizaría antes de fallecer a los sesenta años en Buenos Aires a causa de un accidente cerebrovascular. Porque, hasta el final, Mario Tascón nunca dejó de innovar. Por eso, cuando el periodismo se le quedó estrecho, creó la consultora Prodigioso Volcán, cuyos clientes se cuentan por todo el mundo.
Sin embargo, además de ofrecer sus servicios a empresas y medios de renombre, necesitaba dar rienda suelta a su creatividad, por lo que impulsó el festival Estar en Babia y abrió la librería El Libro Imposible, siempre con un ojo puesto en su tierra y otro en la literatura. De ahí que publicase los mapas ilustrados de Madrid y Barcelona, así como las obras No me cuentes cuentos, que ensalza el papel inspirador de cien mujeres españolas, e Isaac Peral, la conquista de un sueño, con guion de Ana Cermeño y el propio Tascón.
Como Peral, él también fue un navegante y un inventor. Nunca dejó de aprender, incluso cuando enseñaba, pues ejerció de profesor universitario y de maestro de periodismo de la Fundación Gabo, a la que representaba en la Cumbre Global sobre Desinformación cuando le sobrevino la muerte. Nada más conocerse una noticia que ha conmocionado al sector de la comunicación, amigos y profesionales no han dejado de dedicarle elogios, que quizá ahora esté leyendo en su jaula de Twitter.
"Cuando tú ibas, Mario ya había estado allí. Superdotado en varios ámbitos, divertido, profundamente culto, muy del Bierzo. Nunca decía que no a un café para aconsejarte, siempre dispuesto a ayudar en los momentos más complicados. Gracias por todo Mario, menudo hueco dejas", se lamenta el periodista y productor Adriano Morán, quien coincidió con él cuando era el editor de lainformacion.com, cargo que desempeñó hasta 2010.
El director de La Máquina de Luz y otros colegas han esbozado en la red social, rebautizada X, un perfil que rebosa de alabanzas. "Visionario inspirador de cambios", escribe Ramón Salaverría. "El pionero que vio el camino antes que todos [...], lleno de ideas y de juventud", añade María Ramírez. "La cabeza más brillante que he conocido en mi carrera", asegura Álvaro Medina. "Generoso, hablador, listísimo, capaz de adelantarse al futuro", opina Diego Areso. "Una persona amable, lúcida e inspiradora", concluye Fernando Berlín.
Necesitará tiempo para leer todas las reacciones que ha provocado su muerte, aunque seguro que volverá a conectarse al ocaso, justo cuando los murciélagos salen de sus refugios. Porque, como los definía en Aviario (Los Libros de la Catarata), ilustrado por su hermano Javier, estos usuarios canallas e inteligentes aprovechan la noche para escribir sus mejores mensajes. Mario Tascón no solo le brindó su imaginación e inventiva a los lectores, sino que hasta se atrevió a catalogarlos en un singular tratado sobre la fauna digital.
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