Este artículo se publicó hace 12 años.
Lucian Freud: a la caza del drama
La National Portrait Gallery de Londres reúne 130 retratos a lo largo de siete décadas de creación
En la última gran exposición retrospectiva de Lucian Freud (1922-2011), presentada en Londres y Barcelona hace unos diez años, se llegaba fácilmente a la conclusión de que este artista casi no había cambiado en más de 60 años de trabajo. Sin embargo, en Lucian Freud Retratos, que acapara siete décadas de creación, el cambio es notable; de los retratos nítidos de línea pulcra y mirada precisa de los cuarenta a la carne sin piedad del hiperrealismo que le caracteriza a partir de los ochenta, pasando por una oscilante transición entre ambas formas de abordar la psicología humana.
"Siempre he querido crear drama en mis obras. Por eso, pinto personas". Así definió el pintor su elección de familiares, amigos o modelos para retratar, como la reina Isabel II, a la que plasmó en un lienzo de la medida de un folio A4, o al brigadier Andrew Parker Bowles, al que captó con uniforme bien surtido de medallas y galones, echado en un destartalado sillón. "Gente en mi vida", tildó a los que inmortalizó.
El pintor, fallecido en julio, colaboró en la selección de la muestra
Sandy Nairne, director de la National Portrait Gallery, el museo que acoge la exposición de 130 obras del 9 de febrero al 27 de mayo en Londres, dijo el pasado verano a Público tras la muerte del pintor: "Freud ha colaborado activamente con nosotros para seleccionar las obras de la muestra; se nos ocurrió la idea de empezar la Olimpiada Cultural con retratos hechos por él, se lo comentamos y le gustó". A principios de agosto ya estaba casi todo listo para esta muestra que viajará después a EEUU.
Una de las herramientas de las que se sirve Freud, nieto del padre del psicoanálisis, es del uso de los espejos para crear perspectivas desafiantes y reflejos a su ojo y al del observador de sus cuadros. William Feaver, biógrafo del pintor, dice que Freud ha acarreado el mismo espejo por las tres casas que ha habitado en Londres desde su llegada de Alemania en la década de 1930. El espejo en cuestión ha ido del barrio de Paddington al de Maida Vale y de allí a Holland Park, oeste de Londres, donde murió el recluso artista, alérgico a la inauguración de sus exposiciones, las entrevistas o las apariciones públicas.
El espejo es notorio en muchas obras, como Reflejo con dos niños (Autorretrato), de 1963, un préstamo del Museo Thyssen de Madrid en el que su imagen se reproduce desde un espejo en el suelo y los niños aparecen vistos de frente. A pesar de que el espejo es imprescindible para los autorretratos, él lo utiliza para captar distintos ángulos.
"Pintó hasta tres semanas antes de morir", dice a 'Público' su hija Jane
Psicología y óleosCon Hombre con una pluma, de 1943, arranca una exposición en la que la estructura cronológica constituye el hilo conductor que deshilvana la muestra de retratos y el modo de pintar durante 70 años. "Para mí, pintarse a uno mismo es más difícil que pintar a los demás, porque el elemento psicológico es más difícil de atrapar; no podría poner nada en el cuadro que no estuviese delante de mí", explicó Freud.
Lucian llevó una vida familiar poco convencional. Reconoció 14 hijos con seis mujeres (con una de sus exesposas no tuvo descendencia). Jane McAdam Freud es una de la gran prole, la mayor de los cuatros hijos del pintor con Katherine McAdam. Nacida en Londres en 1958, Jane se ha hecho un lugar propio en la producción de arte. Perdió el contacto con su padre de joven, pero recuperó el tiempo perdido en los últimos 20 años y estuvo mucho tiempo con él antes de morir. De esta relación han salido una serie de obras, Lucian Freud Mi Padre, que ahora expone en el Museo Freud, la casa que habitó Sigmund Freud al huir de la persecución nazi de 1938 hasta su muerte en 1939. Allí recibe a Público para hablar de su padre y del trabajo de ambos.
"Hasta los 8 años, mi padre era una presencia constante en mi vida, me dedicada mucha atención cuando yo pintaba o dibujaba, él trabajaba en el estudio adyacente a nuestra casa y venía a vernos a menudo", recuerda la escultora, que estudió arte en Roma y regresó a Londres de treintañera. Los 14 hermanos paternos nunca se han sentado juntos alrededor de una mesa, así y todo el padre tenía tiempo para cada uno de ellos por separado. "Pronto me di cuenta de que mi padre no era un padre convencional; si me preguntaban por él, cambiaba de tema o decía que trabajaba en una oficina", apostilla.
"En 1989, a mi regreso de Roma, mi hermana Bella [la diseñadora] me sugirió ir a ver a mi padre porque él había preguntado por mí y por mi trabajo. Yo quería verle de nuevo, pero me intimidaba el reencuentro, hasta que fui y resultó más natural de lo temido. Empezamos los dos a esculpir con cera y él me animaba y elogiaba mi trabajo", cuenta la hija, que tras el reencuentro con su padre planeó retratarlo.
El pintor no era de los que estaban quietos mucho rato, así que optó por la arcilla en lugar del dibujo. Escogió la arcilla como metáfora de la tierra y la naturaleza, principio y fin del ciclo vital. El busto está hecho para ser colocado en el suelo y es la obra principal en la exposición Lucian Freud Mi Padre, otras son retratos hechos a lápiz en su lecho de enfermo o descan-sando, con los ojos abiertos o cerrados.
Confianza para cambiar"Me sentía privilegiada de trabajar con él y, para mí, era vital que yo ya tuviese un nombre y una profesión formada, ajena a su apellido y a su sombra. Pasé mucho tiempo con él en los últimos años de su vida, estaba enfermo y decidimos no hablar de su enfermedad, pero sí de arte. Pintó hasta tres semanas antes de morir", cuenta la hija de Freud, que explica el cambio en el estilo de su padre debido a la confianza que adquirió en sí mismo. "Al principio era muy ilustrativo. En cambio, después se interesa por el material y por la utilización del medio de forma libre. Uno no necesita pintar cada pelo de las pestañas para ir a la esencia básica si tiene confianza consigo mismo", añade Jane.
El pintor dejó su legado y su herencia atada y bien atada. De esto no se habla. No apunta a que la muerte del artista desencadene una lucha familiar por la herencia, como ocurrió con Pablo Picasso. Jane comenta al respecto: "No, no creo que veamos nada de rivalidades y luchas sobre qué le toca a quién; es mezquino, Sigmund lo llamaba el narcicismo de las pequeñas diferencias".
En esta cascada de consecuencias y coincidencias de exposiciones con la muerte del pintor, la galería Balin/Southern de Londres presentará un centenar de dibujos y obras sobre papel del fallecido. Pruebas y bocetos, algunos de los cuales tuvieron continuidad en óleos sobre lienzos. Lucian Freud Dibujos se abre al público del 17 de febrero al 5 de abril y se presentará en la galería Acquavella de Nueva York del 1 de mayo al 9 de junio de 2012.
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