Este artículo se publicó hace 5 años.
FósilesLa ballena que viajó a cuatro patas hasta llegar al Pacífico
Los restos de una antigua ballena cuadrúpeda originaria del sur de Asia han aparecido por primera vez en la costa de Perú. La forma de sus huesos sugiere que los ancestros de los actuales cetáceos podían caminar y nadar de manera similar a la de una nutria. Un hallazgo que revela nuevos datos sobre las migraciones y la evolución de estos animales.
Agencia SINC
Las ballenas y delfines actuales, hábiles nadadores, provienen en realidad de un antepasado común de hace más de 50 millones de años que poseía patas y se sabe que era originario del sur de Asia. Ahora, los restos de una de estas antiguas ballenas encontrados en Perú revelan novedades sobre la evolución y la dispersión de estos animales.
El análisis de los huesos encontrados en el sedimento marino ha sido llevado a cabo por un equipo internacional de científicos, liderado por el investigador Olivier Lambert del Royal Belgian Institute of Natural Sciences (Bélgica). Su estudio ha sido publicado esta semana en Current Biology. La morfología de los fósiles sugiere que esta ballena era capaz de caminar a cuatro patas sobre la tierra y que, al mismo tiempo, era una excelente nadadora.
“Este es el primer esqueleto de ballena con cuatro patas hallado en el Pacífico”, señala Olivier Lambert
Según Lambert, autor principal del estudio, “este es el primer registro de un esqueleto de ballena con cuatro patas en el océano Pacífico, probablemente sea el más antiguo jamás hallado en las Américas, y es el espécimen más completo descubierto fuera de India y Pakistán”.
Un esqueleto lleno de sorpresas
Hace algunos años, el coautor del estudio, Mario Urbina, del Museo de Historia Natural (UNMSM) en Perú descubrió un área prometedora para la excavación de fósiles en el desierto costero del sur del país, llamada Playa Media Luna.
En 2011, el equipo compuesto por miembros de Perú, Francia, Italia, Holanda y Bélgica organizó una expedición durante la cual desenterraron a una antigua ballena a la que desde entonces han llamado como Peregocetus pacificus o “la ballena viajera que llegó al Pacífico”.
“Al cavar alrededor de los huesos aflorantes, nos dimos cuenta de que se trataba del esqueleto de una ballena con patas delanteras y traseras”, comenta Lambert. Con la ayuda de microfósiles, las capas de sedimento marino fueron datadas con precisión en el Eoceno Medio, hace 42,6 millones de años.
Los detalles del esqueleto revelaron a los científicos que el animal era capaz de maniobrar su gran cuerpo (de hasta cuatro metros de largo, cola incluida) tanto por tierra como por agua. Las pequeñas pezuñas en la punta de sus dedos y su morfología de cadera, manos y pies indicaban que este era capaz de caminar.
La natación de esta ballena se asemejaba a la de un castor, según los autores
Del mismo modo, los rasgos anatómicos de la cola y las patas, incluyendo apéndices largos, probablemente palmeados, indicaron que el animal también era un buen nadador. “Las características de las vértebras caudales (en la cola) son similares a las de los castores y nutrias, lo que sugiere que el animal empleaba la cola durante la natación”, explican los autores.
Los ‘primeros’ en visitar el Nuevo Mundo
La edad geológica de esta nueva ballena y su presencia a lo largo de la costa occidental de Sudamérica apoyan la hipótesis de que los estos animales llegaron a través del Atlántico Sur, desde la costa occidental de África hasta Sudamérica.
Las corrientes superficiales hacia el oeste sumado al hecho de que, en ese momento, la distancia entre los dos continentes era la mitad de lo que es en la actualidad, favoreció su desplazamiento hasta el continente americano. Los investigadores sugieren que, solo después de haber llegado a Sudamérica, las ballenas anfibias migraron hacia el norte, llegando finalmente a Norteamérica.
Actualmente, el equipo continúa estudiando los restos de otras ballenas y delfines de Perú. “Seguiremos buscando en localidades con capas tan antiguas, e incluso más antiguas, que las de Playa Media Luna, para que en el futuro se puedan descubrir cetáceos anfibios más antiguos”, concluye Lambert.
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