Este artículo se publicó hace 3 años.
El padre de la Web reivindica los valores de la cultura libre al utilizar el boom de los NFT
Sir Tim Berners-Lee vuelve a dar otra lección al mundo. Si en abril de 1993 liberó el código fuente de la World Wide Web para su uso libre, paso decisivo en la revolución mundial que trajo internet, ahora se sube a la moda de la tokenización al vender una
Madrid-
El creador del código de la World Wide Web, Tim Berners-Lee, ha subastado una copia firmada de su creación más célebre en forma de token no fungible (NTF, por sus siglas en inglés) en Sotherby’s, y se ha comprometido a donar la cantidad recaudada, 5.434.500 dólares —unos de 4,6 millones de euros. Más allá de su generosidad, este gesto ayuda a contextualizar la fiebre por estos bienes digitales, cuya venta no implica cerrar el acceso de todos a su obra. En este caso, el comprador paga por una copia original autenticada, pero el código sigue siendo abierto, libre e infinitamente clonable. Es como adquirir un manuscrito original de un autor clásico: el contenido seguirá siendo de dominio público.
¿Suena absurdo comprar algo que se puede ver pero no tocar? Puede ser. ¿Es una manera brillante de monetizar algo libre y abierto sin violar sus principios? También. Esta operación de Berners-Lee ha dado lugar a una interesante reflexión de la periodista Kate Knibbs en la revista estadounidense Wired: el significado de este gesto para la historia de la Web ante el "impacto transformador" de los NFT.
El floreciente mercado de los NTF lleva un tiempo dando jugosos titulares. Desde la venta del primer tuit de la historia firmado por uno de sus fundadores, Jack Dorsey (2,4 millones de euros), hasta un archivo de audio de pedos de casi una hora de duración por unos 80 euros.
Fue también noticia la venta de una columna del diario The New York Times (toda una 'metanoticia') con la que su autor, Kevin Roose, ganó (y donó) más de 500.000 euros, y artistas como el granadino Javier Arrés venden copias únicas firmadas y autenticadas (tokens) con importantes beneficios económicos.
Incluso el NFT del meme de Nyan Cat, ese clásico de Internet y creado por Chris Torres, fue vendido este año por casi 500.000 euros. Disfrútelo gratis aquí abajo.
No obstante, comprender el funcionamiento de la tecnología en la que se basan (las cadenas de bloques o blockchain) no resulta todavía fácil ni intuitivo para el común de los mortales.
Cadenas de bloques
La técnica de cadenas de bloques involucra a miles de ordenadores que, de forma distribuida y descentralizada, ordena la información de tal forma que cualquier irrupción en esa cadena puede ser detectada inmediatamente por cada miembro de la red. Dada la enorme cantidad de cálculos que requiere crackearla, las cadenas de bloques se alzan como uno de los métodos más seguros de demostrar la propiedad de un valor (o token) y su autenticidad. Aunque también arrastra la mala fama de demandar un alto consumo energético.
Básicamente, esos los NFT tienen una naturaleza similar a la de las criptomonedas como Bitcoin o Ethereum: son intangibles que representan un valor y su autenticación está garantizada mediante una técnica de cifrado compleja. Pero, a diferencia de las criptomonedas, no hay dos NFTs iguales (cada uno es único) y no se pueden dividir (cada uno es un valor o token).
El mencionado artículo de Wired reflexiona sobre una realidad: la tokenización de la obra de Berners-Lee no crea una barrera para el código, sino que el valor surge de la autenticidad de una copia concreta, como las primeras ediciones de obras literarias o los manuscritos raros cuyo precio expresa el deseo de los coleccionistas (o inversores) de poseer la obra original.
En un completo artículo en el sitio de tecnología Xataka, el periodista especializado Javier Pastor enumera las características especiales que tienen los NTF, y que permiten comprender hasta cierto punto el acomodo que ha encontrado precisamente en el mercado del coleccionismo y del arte: son únicos, indivisibles, no interoperables, indestructibles (salvo catástrofe planetaria), no replicables, verificables (a través de la cadena de bloques se puede trazar desde el nacimiento de la obra por su autor hasta sus sucesivas compraventas) y, además, son prueba de propiedad absoluta.
Para el abogado especializado en internet Carlos Sánchez-Almeida, que además fue miembro de Fronteras Electrónicas (grupo pionero en la defensa del ciberespacio en España en los años 90) y autor de República Internet, reconoce que, para él, el verdadero original sería el papel donde diseñó Berners-Lee la World Wide Web.
"Un token no es más que una cadena de código", recuerda, aunque aventura: "A lo mejor los artistas digitales, al crear directamente sobre programas, nos hacen dar el salto definitivo de manera que, en un futuro, la versión impresa de una obra de arte colgada en un museo valga menos que la obra tokenizada, la original".
"La quintaesencia de la cultura libre"
En el caso de Tim Berners-Lee, la subasta del código que él mismo creó —mejor dicho, de una copia tokenizada del mismo— puede suponer una manera de preservar y sellar la autoría de los archivos digitales para las generaciones futuras, de forma que la propiedad de un bien único no excluya su disfrute por parte de toda la humanidad.
Esta venta viene pues cargada de un enorme simbolismo, dado que fue el propio Berners-Lee quien convenció al CERN para ofrecer el código fuente de la World Wide Web, ideado en 1989, a todo el mundo sin ninguna limitación. Y ahora ha anunciado que donará lo obtenido, una acción "totalmente alineada con los principios de la web", aseguró a The Guardian.
"Desde un punto de vista de solidaridad social, es como para darle un Nobel"
Almeida afirma que la donación del dinero obtenido representa "la quintaesencia de la cultura libre, es decir, está generando dinero para la comunidad", y añade: "Desde un punto de vista de solidaridad social, es como para darle un Nobel".
En cualquier caso, el abogado especializado recuerda que cualquier tecnología tiene interés en la medida en la que pueda generar riqueza. "Creo que lo interesante es pensar cómo aquello que ya está tokenizado pueda convertirse en un objeto tangible, incluso en comida donde no la hay, quizá mediante una impresora 3D", comenta, y añade: "Como dijo Arthur C. Clarke, cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, y precisamente por eso nos cuesta mucho reflexionar sobre ella; dentro de unos años veremos qué consecuencias tiene".
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