Este artículo se publicó hace 2 años.
La comunidad científica en Catalunya se rebela contra la inacción climática
Ante la frustración e impotencia que conlleva que la ciencia no sea escuchada, en los últimos meses se ha gestado un movimiento global de científicos para reclamar a los gobiernos que tomen medidas para hacer frente a la emergencia climática. Investigadores de Girona y Barcelona forman parte de él: "Queremos normalizar que la ciencia pueda hablar y desobedecer".
Emma Pons Valls
Barcelona-
La ciencia lleva décadas haciendo toda clase de investigaciones e informes que advierten de las consecuencias de la emergencia climática y del agotamiento de los recursos naturales. Ante la frustración e impotencia que conlleva no ser escuchados, en los últimos meses se ha gestado un movimiento global de científicos para decir ‘basta’ a la inacción y reclamar a los gobiernos que tomen medidas, especialmente en el contexto actual de aceleración de la crisis climática y energética.
Denuncian que la información científica se acaba "suavizando" por la presión de gobiernos y empresas
En Catalunya se han sumado al movimiento principalmente investigadores de centros de Girona y Barcelona, que han empezado a hacer acciones de desobediencia civil no violenta para poner sobre la mesa que "hay que escuchar a la ciencia y actuar en consecuencia". "Hay muchos científicos que llevan años dando una información que al final se acaba suavizando por la presión de gobiernos y lobbies como el del petróleo o la industria agroalimentaria", apunta por teléfono a Público Natalia Ormeño, ingeniera química que trabaja en el Institut Català de Recerca de l’Aigua (ICRA).
Es lo que ha ocurrido con el último informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Las versiones previas, que se habían filtrado, eran mucho más demoledoras que la final. "Por eso hay una sensación de cansancio, de decir 'Estamos en situación de emergencia. Hasta aquí'", sigue Ormeño.
La versión final del informe del IPCC fue la gota que colmó el vaso y la semana del 4 al 9 de abril se organizaron acciones de protesta contra la inacción climática en todo el mundo. En Madrid, decenas de científicos e investigadores tiñeron de rojo las escaleras del Congreso para advertir de las consecuencias de la pasividad frente a la emergencia climática. Uno de ellos era Javier de la Casa, investigador en el Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) adscrito a la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). "Queremos normalizar que la ciencia pueda hablar y desobedecer, es algo que debemos hacer para salir de donde estamos. La ciencia debe ser escuchada", dice de la Casa.
Núcleos descentralizados en Girona y Barcelona
El movimiento está descentralizado y en Catalunya hay básicamente núcleos en Barcelona y en Girona, aunque en el caso de Madrid se trató de una acción unitaria de todo el Estado. Actualmente están intentando que más gente sume al proyecto. En Girona, investigadores de varios centros, entre ellos ICRA y algunas facultades de la Universitat de Girona (UdG) organizaron la misma semana un paro laboral y una concentración frente al rectorado como forma de protesta.
También tienen previsto organizar charlas y pases de documentales para concienciar sobre la emergencia climática. "La comunidad científica no podemos mirar hacia otro lado, tenemos una responsabilidad a la hora de afrontar esto", sostiene Ormeño.
La Rebelión Científica se gesta a raíz de la experiencia de Extinction Rebellion y las huelgas por el clima
La llamada Rebelión Científica se gesta sobre todo a raíz de la experiencia del movimiento Rebelión o Extinción (en inglés, Extinction Rebellion) y las huelgas por el clima. Pese a estar liderada por científicos, no deja de ser una movilización ciudadana y su presentación en sociedad fue durante la COP26, en Glasgow, cuando ocuparon un puente y se produjeron las primeras detenciones el pasado noviembre.
No es la primera vez que la comunidad científica se alza, puesto que ya se había organizado con motivo de movilizaciones contra la guerra o los ataques nucleares, por ejemplo. Pero sí que es la primera vez que lo hace por el clima y que aboga por la desobediencia civil no violenta.
Después de años de informes y de avisar de lo que venía, Ormeño critica que no se está actuando a la altura de las circunstancias y esto genera frustración, rabia e impotencia en la comunidad científica. Algunos de los investigadores, incluso, lo dejan. "Surge la duda sobre si seguir desarrollando nuestro trabajo cuando estamos abocados al colapso sistémico", dice la investigadora. Ambos científicos explican que conocen casos de gente que deja la academia para enfocarse al activismo.
Escuchar a la ciencia para buscar soluciones
El movimiento quiere interpelar a los gobiernos para que muevan ficha: "Hay un componente directo hacia los gobiernos, multinacionales y administraciones, que no han asumido la responsabilidad que les corresponde", sostiene Ormeño. Los científicos critican que los gobiernos insisten en poner "parches" y confiar en "tecnologías que no están maduras" para seguir en la tendencia económica actual, como el coche eléctrico o el hidrógeno verde. Es lo que se conoce como tecnooptimismo o 'greenwashing'.
Tildan los JJOO de Invierno 2030 o subvencionar la gasolina de medidas "irresponsables" y "partidistas"
Propuestas como los Juegos Olímpicos de Invierno 2030 o la reciente subvención de los combustibles fósiles con los 0,20 céntimos por litro de gasolina aportados por el Estado son "irresponsables" y responden a lógicas cortoplacistas y partidistas, según ambos investigadores. "Se apoyan en alternativas que no enfocan a la raíz del problema, se está esperando que la tecnología nos vuelva a salvar de ello pero la realidad es que no tiene sentido seguir en un sistema de crecimiento infinito en un mundo finito", afirma Ormeño.
"No es que no se esté haciendo nada, pero no se está haciendo lo suficiente", dice de la Casa. Las buenas noticias, añade, son que "sabemos lo que debemos hacer". Las soluciones están ahí, y eso también une a la comunidad científica, que a veces se ha sentido sola: "Saber que estamos a tiempo nos une", dice de la Casa. Una de ellas es planificar de forma controlada el descenso del uso energético y avanzar hacia el decrecimiento económico. La escasez de materiales y la consecución del pico del petróleo y del gas son realidades que, aunque no queramos, deberemos afrontar: "Lo único que podemos decidir es cómo lo hacemos".
Por todo ello, la sensibilización es fundamental. "Ya tenemos la realidad ante nosotros. Si no se toman medidas, al menos, mostremos nuestro desacuerdo antes de que nos demos bruces", concluye Ormeño.
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