Público
Público

Las cartas de amor que dieron origen al 25N: "Hay que anestesiar esas espinas que tenemos clavadas en el corazón"

El 17 de diciembre de 1999 la ONU decretó el 25N como una fecha emblemática para defender la vida de las mujeres contra la violencia machista.

hermanas Mirabal
Imagen de las hermanas Mirabal. Barnaby David / Wikipedia

"Nada ni nadie puede separarnos porque, por encima de todas las barreras, nuestras almas están fundidas en la excelsitud de todos los ideales", le escribió Manolo a Minerva Mirabal. Los dos estaban presos y traficaban en filtros de cigarrillos, en las indicaciones minúsculas de los medicamentos, entre los tensores de los sostenes y los hilos de las faldas, la poesía que sostenía la lucha amorosa que trascendió, del Caribe, al mundo. Las marchas contra la violencia machista caminan enraizadas con un sobre abierto por el que titila un romance histórico que es una brújula en tiempos de retroceso.

Las hermanas Mirabal (Minerva, Patria y María Teresa) fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960. El triple femicidio se convirtió en un emblema de lucha. En 1981, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá, Colombia, se decidió que cada 25 de noviembre se celebre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha que se conmemora en marchas, actos y charlas tiene su origen en República Dominicana. El 17 de diciembre de 1999 la ONU decretó al 25N una fecha emblemática para defender la vida de las mujeres contra la violencia machista.

Minerva Mirabal nació en Ojo de Agua, en República Dominicana. El dictador Rafael Trujillo la acosó y ella lo rechazó. Ella fue encarcelada, violada y torturada. Pero no silenciada. Aún entre rejas logró clandestinizar las cartas de amor que están reunidas en el libro Mañana te escribiré otra vez. El libro recopila 117 notas, misivas y telegramas, desde 1954 hasta 1960, entre Minerva Mirabal y Manolo Tavárez. El esposo de Minerva fue presidente de la Agrupación 14 de junio (donde las hermanas ya eran conocidas como Las Mariposas), creada en 1959 y buscó unificar todos los movimientos en contra de la dictadura de Trujillo (que duró de 1930 a 1961).

La letra tiembla en la gráfica redondeada y con la pluma de la tinta que titila con el noviazgo, se consolida con el matrimonio y se intensifica en la subsistencia carcelaria. "Las cartas de la prisión son terribles. Me costaba trabajo mantenerlas en mis manos", contó Minou, su hija, que decidió publicarlas porque la intimidad es política y la política también es mostrar la amorosidad que unía a una mujer que se convirtió en mariposa, morada y magnética en la lucha contra la violencia de género que, hoy más que nunca, es una lucha contra la violencia política hacía las mujeres y por una democracia sin acoso.

"El dolor y el sacrificio han engrandecido el amor", le dijo Manolo a Minerva. En un contexto de autoritarismos, machismos electos por las urnas y violadores victoriados, la lucha contra la violencia es más necesaria que nunca. También la contracara de otras formas de amorosidad son imprescindibles para que los mensajes de odio no diluyan la fuerza que le da raíz a las marchas que hacen temblar el planeta el 25N.

"¡Viva el amor que siempre nos hace ser mejores!", resaltó Minou Tavárez Mirabal, la hija de Minerva y Manolo, que decidió sacarlas de la cárcel y el closet y explicó las razones del libro: "Las cartas, atesoradas y preciosamente clasificadas por Manolo y los libros a través de los cuales Minerva ensanchó su espíritu y profundizó su pensamiento se funden y confunden en la consciencia". La heredera de las cartas, traficadas entre dobladillos de vestidos, dudó entre conservar para su altar íntimo las letras graficadas a mano o si ofrendarlas a una reflexión pública que camina con las que salen de las casas para que la correspondencia se vuelva colectiva.

Eligió que el amor se vuelva, una vez más, una decisión política. "Los años que pasé atesorando ese legajo de palabras estuvieron signados por la duda de si dar o no a conocer algo tan íntimo", refleja. Y profundiza: "Fue mi papá quien despejó esas dudas cuando llegué a la conclusión que había repasado las cartas una y mil veces y las había ordenado y clasificado y preservado de los allanamientos que sufrieron porque siempre estuvo consciente de su trascendencia".

"Mañana te escribiré otra vez", era la forma de despedirse augurando un nuevo encuentro literario, un chat de tinta que no tenía fantasmas, sino esperanza de mirarse a través del papel. "Con gusto a pacto escrito en piedra hasta convertirlo en esperanza", define su hija, integrante del Consejo del Fondo Fiduciario para las Víctimas de la Corte Penal Internacional. "Su legado es una carta permanente", desafía y destaca: "¡Viva el amor que nos hace siempre ser mejores!".

En 2019 la filósofa argentina Diana Maffía compartió un encuentro con Angela Davis y Minou Mirabal, en Montevideo, Uruguay, en la que conversaron mucho tiempo y se llevo un libro de regalo para los talleres feministas de cartas de amor que imparte en el centro cultural Tierra violeta. "En las cartas expresan su cariño, sus ideas revolucionarias y se preocupan por si sus compañeros tienen frazadas para el frío y alimentos para comer. El amor político es vivir el amor de manera personal y comunitaria, no solamente de manera individual".

El amor es una trampa en donde muchas veces acecha la violencia. La filósofa enumera el amor disciplinador que tiene tantos costos, el amor de la media naranja que si no tenes contraparte no sos una persona completa, el amor solamente heterosexual y el amor posesivo en donde las mujeres son una propiedad para el varón. Pero no se trata de desarmar el amor, sino de encontrar otras formas de amor.

Sin embargo, la filósofa no encuentra alternativa entre las cartas de líderes políticos de izquierda notables. "En las cartas que le escribía Marx a su esposa, cuando era su novia y él estaba estudiando en Alemania, eran muy disciplinadoras en donde le decía que no saliera con amigos, ni anduviera en bicicleta. Ya hacía pensar que quería emancipar a los pueblos pero que tenía una idea fija del rol de una mujer en un matrimonio. El Che Guevara se va a África y él le decía con mucha severidad, a su compañera, que no fuera porque él no la podía cuidar y le imponía cómo tenía que cuidar de sus hijos", señala Maffía.

Las cartas de las Mirabal, sin embargo, son un emblema contra la violencia y una alternativa de amorosidad que tiene que seguir leyéndose. Pero no es solo un amor encapsulado. "Es un testimonio de amor no solo entre ellos, sino de amor a los ideales que los unieron y a la lucha que los hizo soportar las más terribles torturas que les hicieron", destaca Maffía. Las cartas estaban envueltas en varios papeles en una carterita de fiesta cuando las descubrió su hija. Lo peor fue cuando se las descubrieron a Manolo en la cárcel y eso le valió más torturas. Por eso, él le dijo a ella que las rompa, para no correr riesgos. Pero Minerva no le hizo caso y las atesoró aún con el riesgo de tenerlas escondidas entre los sostenes que le sostenían el pecho.

Su hija también comparte una correspondencia que no está publicada en el libro, que escribió, en 1959, a su amigo Tobías Emilio Cabral (Larry), en Nueva York: "Es una felicidad hacer lo que se puede por nuestra Patria que sufre esta agonía. Es triste estar de brazos cruzados", decía Minerva y mostraba a la amistad como otra forma de amor y a la lucha democrática como una forma de felicidad que combatía la tristeza de dejarse derrumbar por la dictadura.

En un papelito que venía con una pasta dental, Minerva se ingenió para dedicar una sonrisa a Manolo. "Recuerda, podrán separar nuestros cuerpos pero no nuestros espíritus". Y le preguntaba por sus hijas y familiares. La escritura era un analgésico: "Hay que anestesiar todas esas espinas que tenemos clavadas en el corazón". Y también servía para hacer pedidos. "Pregúntale a Patria si me trajo ropa apropiada para ir a la justicia, si no, que me compre en la capital el vestido de cuadritos negros, manga al codo que yo quería que Mary comprara y unos zapaticos No. 7½ y que me los deje con Dulce o con cualquiera que traiga cantina para que se las entregue al sargento", detallaba y terminaba: "Te adora siempre tu esposa".

Ella también le recriminaba que le había escrito más que él y la correspondencia se volvía real, palpable y no solamente idealista, entre vestidos, zapatos, dolores y demandas. Ella le dice que le escribió dos cartas y él ninguna y él le responde que él escribió dos páginas. La correspondencia se plasmaba entre la letra chica que se enrollaba entre los cigarrillos que les permitían pasar en la prisión. El amor no se hizo humo. "Qué orgulloso me siento de mi mujer. Qué lástima que no puedan saberlo nuestros hijos. Recibe todo el amor de tu esposo", le dejó impreso Manolo.

Camila Minerva Rodríguez, es la nieta de Minerva Mirabal y Manolo, y experta en política ambiental y de riesgos. Ella no quiere que las mariposas se banalicen y no se comprenda la raíz de la lucha política del 25N. Pero el amor no es frivolidad, sino profundidad en la lucha, y rescata: "Me encanta una carta en la que Minerva le reclama a Manolo que él no le escribía tan largo. Una de mis cosas favoritas es que ella le llevaba cinco años y él se lo escondió para que ella no dejara de salir con él por ser más joven. Me gusta esa situación fuera de lo esperable y leer en la carta lo ordinario del día a día y de ser pareja y estar construyendo juntos". Minerva quería casarse y tener una oficina de derechos. El feminicidio lo impidió. Pero miles de mujeres reclaman más derechos en todo el mundo en su nombre. Y entre las pancartas las cartas de amor también demandan más cartas, más palabras y más cariño sin rejas.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias