La brecha de las limpiadoras de los astilleros de Cádiz que ganan 500 euros menos que los limpiadores: "Es humillante"
Una sentencia del Tribunal Supremo rechaza la discriminación salarial por la aplicación de diferentes convenios laborales que han denunciado también las trabajadoras de subcontratas en las factorías de Navantia en Puerto Real y San Fernando.
Sevilla-Actualizado a
La brecha salarial entre hombres y mujeres tiene un socavón en los tres astilleros de Navantia en la Bahía de Cádiz, donde las trabajadoras de la limpieza ganan de media 500 euros menos al mes que los trabajadores que hacen la misma tarea. El motivo es que la gran mayoría de ellas están adscritas al convenio provincial del sector de la limpieza, y casi todos ellos, al del metal, que establece unos sueldos mucho más altos. “Es humillante”, ha dicho a Público una portavoz de las trabajadoras que se han alzado contra esta discriminación con una batería de demandas judiciales, la primera de las cuales, la presentada por las empleadas de la limpieza de la factoría de la capital gaditana, ha sido ya respaldada por el Tribunal Supremo.
La brecha salarial en España se sitúa en un 18,36%, según la Encuesta Anual de Estructura Salarial de 2022, la última publicada. Ese porcentaje supone que los hombres ganan de media 5.212 euros más al año que las mujeres, que perciben por su trabajo una retribución menor en prácticamente todos los sectores. Estereotipos y roles de género, segregación horizontal y vertical, empleos más precarios y discrecionalidad en la asignación de complementos salariales son las causas principales de esa diferencia de sueldos, según el Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad.
Las trabajadoras que se encargan de la limpieza de los astilleros de la Bahía de Cádiz llevan más de dos décadas sufriendo esa brecha salarial con una intensidad mayúscula, percibiendo hasta un 30% menos que los compañeros que han sido contratados por la misma empresa que ellas para hacer una faena similar en las mismas instalaciones industriales y con la misma ropa de trabajo. La única, y crucial, diferencia es que quienes trabajan en la denominada línea blanca -más del 90% son mujeres-, para limpiar oficinas y servicios, están adscritas al convenio provincial del sector de la limpieza de edificios y locales, y quienes trabajan en la línea naranja -casi todos hombres-, para limpiar las naves industriales, se rigen por el convenio del metal.
Hartas de esa gran brecha salarial y de que nadie le pusiera remedio, las trabajadoras decidieron recurrir a la Justicia. Las primeras fueron las que trabajan para una subcontrata de Navantia en los astilleros de la ciudad de Cádiz. Ellas han conseguido que el Tribunal Supremo dicte una sentencia contundente, que considera claramente discriminatoria su situación y abre la puerta a las compañeras de los otros dos astilleros de la Bahía, Puerto Real y San Fernando, para acabar con la misma desigualdad salarial que sufren en sus respectivas empresas.
La sentencia de la Sala de lo Social del Supremo ratifica otra del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que falla contra la empresa Aema Hispánica, subcontratada por Navantia, compañía de la empresa pública SEPI adscrita al Ministerio de Hacienda que dirige la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero. En la fundamentación del fallo, emitido el pasado mes de octubre, se expone que “en el marco de una misma contrata en las que las exigencias del trabajo son iguales, se divide a los trabajadores en dos grupos para aplicarles dos convenios distintos: el provincial del metal a los adscritos a la línea naranja y el provincial de limpieza de edificios y locales a los de la línea blanca”.
Esa diferenciación constituye, a juicio del Alto Tribunal, “una discriminación retributiva por razón de sexo, porque la adscripción de mujeres a la línea blanca es muy superior” y, porque, además, la empresa les niega la formación requerida en el manejo de carretillas, trabajos en altura y manejo de residuos para que puedan trabajar en la línea naranja, donde la gran mayoría de los trabajadores son hombres.
En la sentencia del TSJA, confirmada por el Supremo, se afirma que la diferenciación salarial es un instrumento utilizado por la empresa denunciada para “lucrarse”, ya que Navantia le pagaba por los servicios de limpieza el mismo precio por hora de trabajo, sin establecer diferencias entre líneas blanca y naranja ni de ningún otro tipo. La línea blanca, donde casi todas las empleadas son mujeres, es, a su entender, una mera apariencia para aplicarles inferiores sueldos y beneficios.
“Nos hartamos de que nadie lo solucionase”
Rosa Ramírez lleva 27 años así, trabajando para diferentes subcontratas de la limpieza en los astilleros de Cádiz y cobrando una media de 500 euros menos al mes que los compañeros. En su línea, la blanca, trabajan ahora 15 mujeres y dos hombres con un sueldo base, sin complemento de antigüedad, de poco más de 900 euros, mientras que en la naranja son todos hombres, que perciben por lo mismo cerca de 1.500.
“Antiguamente, también había mujeres trabajando con el convenio del metal, pero luego las pasaron al de la limpieza. Y yo llevo así desde 1997, hasta que nos hartamos de esta situación, de que nadie lo solucionase. Lo intentamos varias veces, pero nada, siempre nos daban largas. Así que tiramos por la vía de denunciarlo en los juzgados. Era el último cartucho que nos quedaba. Y hemos ganado, nos han dado la razón: han dicho que todos somos iguales, porque hacemos todos las mismas tareas. Simplemente, pedíamos justicia”, resume Rosa Ramírez, que es delegada sindical por UGT.
Desde mayo, la subcontrata de la limpieza de Navantia en el astillero de Cádiz la tiene la empresa Acciona, que ha asegurado a las trabajadoras de la línea blanca que en la próxima nómina cobrarán de acuerdo al convenio del sector del metal, igual que sus compañeros de la línea naranja. De momento, según la portavoz de las empleadas, les han formado para manejar carretillas elevadoras y trabajar en altura, cursos que antes les negaban, impidiéndoles así hacer las tareas asignadas a la línea naranja.
Miguel Segado es el abogado que ha llevado la demanda de estas trabajadoras contra una situación que, a su entender, es una absoluta injusticia, algo que “no tiene ni pies ni cabeza”. “No hay derecho a que tengan unos sueldos tan bajos y que todas las que los perciben sean mujeres”, ha recalcado el letrado a Público.
La discriminación salarial, a juicio de Segado, ha permitido a las empresas que se han presentado a cada licitación del servicio de limpieza de los astilleros “pujar a la baja”, una circunstancia que Navantia ha consentido, dice, porque a ella también le beneficia abaratar el precio de la contrata. Y esto es algo que no ocurre, según él, en los astilleros de Navantia en el norte, en la comarca coruñesa de Ferrol. “Esto sucede solo en Cádiz, donde hay mucha precariedad, porque saben que hay mucha necesidad y mucha demanda de trabajo”, se lamenta el abogado.
La rebelión se extiende a otras factorías
La rebelión de las trabajadoras de la limpieza de los astilleros no se limita a las de la ciudad de Cádiz. Las empleadas de las empresas contratadas en las factorías de Navantia en San Fernando y Puerto Real también han presentado demandas colectivas en los juzgados contra la discriminación salarial y ya tienen señalados los juicios para el próximo año.
El siguiente juicio será el de las trabajadoras de Puerto Real, en el mes de junio. De momento, según su delegada sindical Montse Ortega, la empresa, Prointal, no se ha pronunciado sobre la sentencia del Tribunal Supremo que ha fallado en contra de la discriminación salarial de sus compañeras de Cádiz, que es exactamente la misma que sufren ellas en Puerto Real: unas, adscritas a la línea blanca, con el convenio más bajo, y otros, en la línea naranja, con el convenio más alto.
“Es humillante, además de por la discriminación en el salario, porque hay un mismo contrato, con un mismo pliego de condiciones, y nos tienen clasificados en dos líneas diferentes. En la línea blanca, estamos ahora 25 mujeres y tres hombres, y en la línea naranja, hay unos 18, todos hombres. Y la diferencia del trabajo es que ellos barren del escalón para afuera y nosotras del escalón para adentro”, explica Ortega a este periódico.
Hasta el año 1999, no había diferencias de salarios. Todos los trabajadores y trabajadoras de la limpieza de los astilleros cobraban según lo estipulado en el convenio provincial de la limpieza, pero, tras unas movilizaciones de los empleados que limpiaban las naves industriales, se les adscribió a estos al convenio del metal, recuerda una de las trabajadoras más veteranas. Y ahí surgió la discriminación que aún perdura y que acaba de rechazar el Supremo.
La adscripción a diferentes convenios profesionales ha conllevado que unos cobren complementos salariales que otras no perciben, como el plus de transporte, o que reciban más pagas extra. Durante varios años a las empleadas de la línea blanca les negaron, incluso, el plus por toxicidad, pese a trabajar también, como ellos, en unas instalaciones industriales donde hay productos peligrosos utilizados en la reparación o construcción de barcos.
“Lo que resulta más humillante todavía es que después de que las compañeras de Cádiz hayan ganado en los tribunales, después de una sentencia del Supremo, aún no hayan hecho ningún cambio aquí, en Puerto Real. Nadie nos haya dicho nada, ni de la empresa ni de Navantia, que es la que debería estar vigilando para que esto no pasara”, se queja Montse Ortega.
Sin apoyos del comité de empresa
Un mes después del juicio por la demanda colectiva de las trabajadoras de Puerto Real se verá el de las de San Fernando, cuya denuncia ha sido presentada por el servicio jurídico de CCOO de la provincia de Cádiz. En la línea blanca de la limpieza de ese astillero trabajan 33 personas, todas mujeres menos un hombre, y en la línea naranja, todos son hombres, menos una mujer, que es la técnica de prevención, según la delegada sindical de la empresa subcontratada, Virginia Gómez.
“Yo me siento discriminada porque puedo hacer el mismo trabajo que mis compañeros, estoy igual de capacitada, pero no me dejan. Y por esa razón nos pagan un 30% menos
de salario”, dice la portavoz sindical, que se lamenta de que nunca han recibido apoyo del comité de empresa: “siempre que sacamos el tema nos dicen que es un tema muy difícil, que no se va a conseguir nada. Como que nos quitaban un poco las ganas”.
Pese a poder estar capacitadas para hacer el mismo trabajo, nunca una trabajadora de la línea blanca ha pasado a la línea naranja, para la que han preferido contratar a hombres de la calle, asegura Virginia Gómez. “A las mujeres -subraya- no nos han hecho nunca, jamás, un curso de formación para que pudiéramos pasar a la línea naranja, para que pudiéramos avanzar, mientras veíamos cómo contrataban para eso a hombres de fuera de la empresa”.
Pero tras el fallo del Supremo, las trabajadoras de la limpieza de San Fernando ya no se van a detener. Según su delegada sindical, una vez que las compañeras de los astilleros de Cádiz hayan sido adscritas al convenio del metal, convocarán movilizaciones si la empresa no hace lo mismo con ellas, sin necesidad de tener que llegar al juicio.
Navantia, a preguntas de este periódico, no ha querido hacer ninguna valoración sobre la situación de las trabajadoras de las empresas de la limpieza en sus tres astilleros de la Bahía de Cádiz y la sentencia del Tribunal Supremo que considera que sufren una discriminación salarial por razón de sexo. Un portavoz de la empresa pública se ha limitado a señalar que la sentencia “no se refiere a Navantia”.
Tras el fallo del Alto Tribunal, el abogado de las trabajadoras del astillero de Cádiz está negociando cómo se aplica la sentencia en las nuevas nóminas y para el pago de los atrasos desde mayo de 2022, la fecha en la que empezó el contrato de la empresa demandada, Aema Hispánica. Con la nueva empresa, Acciona, las trabajadoras ya han llegado a un acuerdo para que les abonen los atrasos por la diferencia salarial desde mayo de este año, el mes que comenzó el ejercicio de esta subcontrata, según Rosa Ramírez.
Mientras llegan los cambios, las trabajadoras ven al menos con otra cara un futuro que les permitirá embolsar 500 euros más al mes, como ya lo hacen sus compañeros desde hace años, y dejar al fin de ser mileuristas para afrontar un mercado de la vivienda cada vez más caro y unos precios de la cesta de la compra mucho más altos a causa de la inflación. “Es un cambio radical. La gente está muy contenta”, dice la delegada sindical.
Un precedente de este conflicto es la huelga que mantuvieron durante 280 días, entre 2018 y 2019, el personal de la limpieza de los juzgados y las sedes policiales de Guipuzkoa, un 95% mujeres, que exigían la equiparación salarial con sus compañeros en la misma empresa, mayoritariamente hombres, que se ocupaban de la limpieza viaria con salarios entre un 13 y un 20% superiores.
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