El rey admite el riesgo de fractura democrática y apela a la serenidad y a la defensa del bien común
Felipe VI alerta sobre la importancia de evitar que la sociedad y la política avancen hacia la "negación" de "un espacio común", en un mensaje de Nochebuena marcado por las menciones a las víctimas de la DANA, la "atronadora" bronca política y la referencia a problemas como el de la vivienda.
Madrid--Actualizado a
Felipe VI ha cambiado de escenario, de ejes temáticos e, incluso, de tono en su mensaje navideño de 2024. El monarca ha sido algo más concreto que otros años y sus palabras han transpirado una cierta intención de acercarse a los fenómenos que atraviesan a la sociedad española. Siempre, por descontado, sin abandonar su estudiada equidistancia, ha puesto sobre la mesa el problema de la vivienda, la cuestión migratoria o, sin mencionarla directamente, la antipolítica. La columna vertebral del discurso, eso sí, ha sido la catástrofe de la DANA.
El rey ha elegido el Palacio Real de Madrid para dirigirse a los ciudadanos esta Nochebuena, su décima como monarca, en lugar de la Zarzuela, el tradicional emplazamiento. Es un cambio que ya hacía presagiar un giro, cuando menos, en el tono.
El principio ha sido el esperado. También el final. Felipe VI ha empezado y terminado su parlamento con múltiples referencias a las víctimas de la DANA y a la "solidaridad" de la ciudadanía. "No debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó, los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas".
No se ha olvidado de los servidores públicos, los voluntarios, el ejército, las ONG o las empresas que "organizan colectas o donaciones". Esa voluntad de proyectar una Casa Real cercana a todos ellos va perfectamente en la línea de sus últimas apariciones públicas visitando algunos lugares del País Valencià. Han sido unos gestos, por otro lado, criticados por algunas figuras políticas. Entre ellas, Lorena Silvent (PSPV-PSOE), la alcaldesa de Catarroja, que las tachó de pura estética.
Precisamente, la DANA ha dado pie al rey para sobrevolar un elemento que ha ido cogiendo importancia en los últimos meses en la plaza pública, la antipolítica. No la ha mencionado como tal, pero sí ha querido fijar posición al hablar del "bien común" y del "consenso en torno a lo esencial" que debe "orientar la esfera de lo público". Para Felipe VI, es crucial que haya "diversidad de opiniones", pero jamás ha de derivar "en la negación de la existencia de un espacio compartido".
Esa negación del "espacio compartido" ―a saber, las instituciones, los medios de comunicación, los partidos, etcétera.― es el principal caballo de batalla de las figuras que, con especial ímpetu tras la DANA, siembran semillas de antipolítica.
Ha dejado claro, por lo tanto, que advierte peligro en una eventual fractura democrática y buena parte de la culpa la coloca en el tejado de las formaciones políticas. Para Felipe VI, demasiadas veces la "contienda política" ―"legítima, pero, en ocasiones, atronadora"― come terreno al "diálogo". Por eso, pide "serenidad" y evitar que "la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía".
En ese punto, ha hablado de la Constitución Española. Es habitual en sus discursos navideños situar la Carta Magna como la Piedra de Rosetta de los consensos en España. "El acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró", ha subrayado una noche en la que no ha mencionado nada relacionado con el procés, pese a ser el año en el que se ha tramitado y aprobado la ley de amnistía, ni se ha detenido en cuestiones referentes a la territorialidad del Estado.
Dardo a la poca "coordinación entre Administraciones"
Sí ha remarcado la necesidad de que exista una mayor cooperación entre las arenas autonómica y estatal. Una de las principales críticas a la gestión de la DANA tiene que ver con eso. No tanto en los momentos previos de la riada ―cuando han quedado demostradas las deficiencias en la actuación de Carlos Mazón―, como en la gestión posterior. Muchos ciudadanos y fuerzas políticas más allá de populares y socialistas ―sin ir más lejos, Compromís― han denunciado la falta de inmediatez en la respuesta y, también, de coordinación entre Administraciones.
El rey ha querido reflejarlo en su discurso, a pesar de que también a la Casa Real se le achaca, últimamente, una cierta tendencia a conducirse según sus propios impulsos y sin comunicárselo necesariamente a la Administración. Sin ir más lejos, a la Familia Real se le ha afeado precisamente no comunicar previamente a las autoridades municipales su visita a Catarroja o no informar al Gobierno de la no asistencia del rey a la reapertura de Notre Dame, en París.
Preocupaciones dentro y fuera de España
Felipe VI ha hablado, también, de la vivienda. Las movilizaciones en las calles de los últimos tiempos han demostrado que es uno de los temas que más preocupan a los españoles y el monarca ha querido demostrar pulso social reconociendo que existe un problema y llamando dialogar para hallar "soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles". En especial, ha dicho, a los juventud, "que busca oportunidades y supera los obstáculos a base de mérito y esfuerzo".
Ha profundizado en ello y, también, en el fenómeno migratorio. En ese sentido, ha puesto en valor la "integración" de las personas migrantes y la "dignidad que todo ser humano merece", pero "sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas".
Son dos temas sociales, con importancia específica dentro del discurso ―de unas 1.800 palabras―, con los que se advierte un cambio de eje. Sin esbozar soluciones concretas, el rey sí ha tratado de atinar en elementos que preocupan a la mayor parte de la ciudadanía no solo mencionándolos, sino incluso disertando sobre ellos y evitando reducir las soluciones, como en otras ocasiones, al cumplimiento de la Constitución.
El sutil giro coincide en el tiempo con el reciente cambio de jefatura de comunicación en la Casa Real, un puesto que ostenta ahora Camilo Villarino, exjefe de Gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores con ministros tanto del PP, como del PSOE.
En el plano internacional se ha detenido sorprendentemente poco, a pesar de que se mantienen vivos dos conflictos ―el de Ucrania y el de Oriente Medio― que tienen repercusión directa en la economía y las relaciones internacionales españolas. No los ha mencionado en ningún momento y tampoco ha habido ni una sola referencia al genocidio palestino.
En el capítulo de las ausencias también destaca la violencia de género. Felipe VI ha obviado la cuestión, a diferencia de otros años, a pesar de las cifras de mujeres asesinadas ―46, en lo que va de año, según Igualdad―, del cambio de paradigma en la denuncia de abusos que han representado todos los testimonios aparecidos a raíz del caso Errejón o de la relevancia histórica, que traspasa por mucho las fronteras francesas, del caso Pelicot.
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