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La sucesión de Mahmud Abás, sobre la mesa

La salud del presidente palestino ha vuelto a poner a prueba su continuidad al frente de la OLP, la AP y Fatah. A sus 82 años, Mahmud Abás no podrá continuar durante mucho tiempo al frente de los palestinos. Toda una serie de aspirantes se mueven para sucederle. Hasta ahora Abás no ha designado a ningún sucesor y no existe una figura clara para el relevo.

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Mahmud Abás, presidente palestino.- EFE

JERUSALÉN,

Desde el punto de vista de los médicos que lo atienden en un hospital de Ramala, Mahmud Abás sufre una infección en los pulmones sin peligro real, una neumonía que está bajo control. Fumador empedernido, el presidente palestino, de 82 años, se está recuperando satisfactoriamente, según los médicos y en poco tiempo volverá a la Muqata, la sede del gobierno en Ramala.

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Naturalmente, en Ramala hay rumores para todos los gustos. Algunos de ellos aseguran que Abás sufre dolencias varias y serias que pronto le impedirán llevar las riendas de la OLP, la Autoridad Palestina y Fatah, las tres organizaciones palestinas más poderosas que él dirige desde la muerte de Yaser Arafat en noviembre de 2004.

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"Abás sufre serias dolencias que pronto le impedirán llevar las riendas de la OLP"

En menos de una semana, Abás ha entrado tres veces en el hospital. En el hospital particular donde ha ingresado por última vez, el presidente ha recibido a numerosos funcionarios y ha mantenido una conversación telefónica con su colega turco, Recep Tayyip Erdogan. Con todo esto, y con las fotografías de Abás paseando en bata por los corredores del hospital, se ha tratado de mostrar que se encuentra bien.

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Abás ha conservado el poder durante catorce años sin que nadie se atreviera a disputárselo. Cuando Arafat murió, tampoco tuvo ningún competidor serio, y eso que Arafat no confiaba en él. Las relaciones entre el líder histórico y Abás fueron tensas, especialmente en los últimos años, y en particular tras el estallido de la intifada al Aqsa en septiembre de 2000.

Arafat desconfiaba del talante de Abás, de sus contactos con los israelíes, de su intención de lograr un acuerdo de paz incluso después de que quedara claro que Israel no tenía la menor intención de negociar seriamente, es decir de retirarse de los territorios ocupados. Abás insistía en un acuerdo pacífico cuando ya casi nadie creía en él, y Arafat lo apartó de un manotazo de los corredores del poder.

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"El líder palestino sigue empeñado en que es posible alcanzar la paz por métodos pacíficos"

Cuando Arafat murió, Abás se hizo con el poder y puso fin a la resistencia palestina. Seguía pensando que era posible alcanzar la paz por métodos pacíficos. Catorce años después ha quedado claro de que esa vía la cortó hace mucho Israel, y sin embargo Abás sigue empeñado en proseguir por el mismo camino, aunque Estados Unidos le haya dado otra bofetada al trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, la última bofetada.

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Estos días, Ramala es un hervidero de rumores. Uno de los más extendidos es que el sucesor del presidente será el primer ministro Rami Hamdallah, un profesor tecnócrata de 59 años que dirige el gobierno con el visto bueno de Israel y de Estados Unidos, que mantiene las cuentas claras y que no interfiere en la política de Abás.

Una presidencia de Hamdallah significaría la continuidad, que es lo que quieren Estados Unidos e Israel. El gobierno israelí estaría encantado de poder seguir construyendo a destajo en las colonias judías de Cisjordania mientras Hamdallah se limitaría a “condenar” esos hechos al tiempo que aplastaba a la resistencia palestina.

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Es lo que ha hecho Abás desde 2005, machacar a Hamás en Cisjordania sin ninguna piedad, no darle ni un respiro, colaborar estrechamente con el ejército israelí, que entra y sale de los pueblos y ciudades palestinas sin encomendarse a Dios ni al diablo mientras Abás hace de convidado de piedra. Es lo que deberían seguir haciendo los palestinos, según Israel, y lo que Hamdallah hará si es elegido presidente.

"Israel no se quedará con los brazos cruzados y que su injerencia está garantizada"

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El problema de Hamdallah es que no cuenta con un apoyo significativo en Fatah, el partido que gobierna en Cisjordania. Es un tecnócrata vinculado a Fatah pero que carece de ascendiente en el partido. Aunque eso mismo puede decirse de la mayoría de los rivales de Hamdallah que aspiran a suceder a Abás.

No cabe duda de que Israel jugará un papel central en esta guerra de sucesión, no en vano cuenta con herramientas poderosas para ello: controla las dos terceras partes del presupuesto palestino, que procede de los impuestos que recauda Israel y luego entrega a la AP. Esto da una idea que Israel no se quedará con los brazos cruzados y que su injerencia está garantizada.

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Según la ley, si el presidente palestino fallece o dimite, quien debe hacerse cargo transitoriamente del poder es el presidente del parlamento. No obstante, Aziz Dweik, de Hamás, ni pincha ni corta en ese pastel. Hace más de una década que el parlamento palestino no tiene nada que decir. En las últimas elecciones legislativas ganó Hamás claramente aunque la organización islamista no tuvo nada que hacer, excepto en la Franja de Gaza, donde dio un contragolpe en 2007.

La ley da dos meses para que se celebren elecciones presidenciales si no hay presidente. Sin duda, hay otros candidatos que aspiran a suceder a Abás, como Yibril Rayub, presidente de la Asociación de Fútbol palestino; Naser al Qidwa, sobrino de Arafat; o Mohammad Dahlan, que mantiene muy buena sintonía con Israel. Todos ellos, y alguno más, están tomando posición para aquilatar sus posibilidades si Abás desaparece de un modo u otro

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