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Piedad Córdoba: “Está llegando un nuevo tiempo a Colombia”

Exsenadora colombiana, activista por los Derechos Humanos y pieza esencial en el proceso de paz entre la guerrilla de las FARC da un paso adelante ante el nuevo escenario político que se abre en su país.

Piedad Córdoba: “Está llegando un nuevo tiempo a Colombia”. EFE

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Exsenadora colombiana, activista por los Derechos Humanos y pieza esencial en el proceso de paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno de Colombia, Piedad Córdoba (Medellín, 1955) ha tenido una azarosa vida política, incluido el secuestro del que fue víctima en 1999 a manos de un grupo paramilitar y que la obligó a exiliarse junto con su familia, varios atentados y el asesinato de alguno de sus colaboradores más cercanos. En 2010 fue inhabilitada y apartada de su cargo de senadora, pero la Consejo de Estado rectificó la sentencia y le devolvió sus derechos. Ahora, da un paso adelante ante el nuevo escenario político que se abre en su país y presenta su candidatura a la Presidencia en las elecciones que tendrán lugar en mayo de 2018.

¿Qué cambia en Colombia con la llegada de la paz?

Todo, a condición de que sepamos empujar ese cambio. La paz responde a una demanda generalizada de los colombianos. La gente quiere otro país. Quiere una Colombia en la que las diferencias se diriman de manera pacífica y democrática. Pero sobre todo quiere una Colombia que dé respuesta a los gravísimos problemas de empleo, salud, educación o movilidad que padece la gran mayoría de la población. La paz no es un fin en sí mismo. Es una conquista histórica para la construcción de una nueva Colombia.

El pasado 27 de junio se escenificó la desmovilización de la guerrilla de las FARC. ¿Creyó usted que llegaría ese día?

Si no lo hubiera creído, no habría trabajado tanto porque ese día llegara. Siempre estuve convencida de que se alcanzaría la paz y a ese objetivo he consagrado buena parte de mi vida. Me impliqué en la liberación de prisioneros, en la mediación entre guerrilla y Gobierno, en la forja de alianzas y acuerdos... Pero lo más importante es que muchos dirigentes que no creían que la paz fuera posible, ahora son los más convencidos. Esa es la gran victoria, el haber creado un sentido común de que no hay otro camino posible para Colombia que la paz. Es de lo que más orgullosa me siento. Por eso el proceso es irreversible.

Piedad Córdoba: “Está llegando un nuevo tiempo a Colombia”. EFE

Piedad Córdoba: “Está llegando un nuevo tiempo a Colombia”. EFE

Hay quienes dicen que el Premio Nobel de la Paz -otorgado a Santos por su papel en el Proceso de Paz- también debería haber recaído en usted.

Quienes me conocen saben que nunca me he movido por galardones de ningún tipo. Una persona no enfrenta peligros como el secuestro del que fui víctima en 1999, mi exilio y el de mi familia o los atentados sufridos para que le concedan un premio. Siempre me movieron mis convicciones. En cualquier caso, yo creo que el verdadero destinatario de cualquier reconocimiento por el Proceso de Paz es el pueblo colombiano. A pesar de la violencia y del sufrimiento, los colombianos siempre mantuvieron viva la llama de la esperanza, siempre creyeron en que este día llegaría...

Ahora ha decidido presentarse a las elecciones presidenciales de 2018. ¿Cree que tiene posibilidades de ganar?

Eso lo decidirán los electores. Lo único que yo les puedo asegurar es que en Colombia estamos ante un tiempo nuevo en el que todo es posible. Hasta ahora, en nuestro país no se ha creído en la política. Somos el país más abstencionista de América, incluyendo a Estados Unidos. En la primera vuelta de las elecciones de 2014 apenas votó el 40%: es decir que es más la gente que no vota que la que vota. Los colombianos ven el sistema como un coto privado de unas élites que utilizan la política para enriquecerse. En los últimos años este descrédito no ha hecho más que profundizarse. Pero eso está empezando a cambiar. Los acuerdos de paz abren nuevas vías inéditas hasta ahora en la historia de Colombia. Y, sinceramente, creo que aquellos representantes de esa vieja política no tienen cabida en el nuevo escenario.

Piedad Córdoba: “Está llegando un nuevo tiempo a Colombia”

Piedad Córdoba: “Está llegando un nuevo tiempo a Colombia”. EFE

Y en este nuevo escenario, ¿cuál será la clave para alzarse con el favor del electorado?

Sintonizar con las preocupaciones de la gente. En Colombia, la política se ha hecho a espaldas de la calle. Se votaba a unos representantes que después servían a los intereses de unos poderosos que nunca se presentaban a unas elecciones.

"En Colombia, la política se ha hecho a espaldas de la calle"

Colombia es el verdadero laboratorio neoliberal. Los últimos quince años han terminado de reconfigurar un país brutalmente desigual. Seis de cada diez personas ganan muy por debajo del salario mínimo. Nueve millones de colombianos viven por debajo del umbral de la pobreza. El 1% atesora el 20% de la riqueza nacional. Pero no todo es un problema de injusticia social, sino también de ineficacia. La economía colombiana viene atravesando en los últimos cinco años una fuerte desaceleración.

Existe una dependencia extrema del sector financiero: los activos de la banca pasaron del 23 al 48% del PIB desde el año 1990 al 2016. Lo cual está íntimamente relacionado con una política económica de grandes tratados de libre comercio que provocaron un fuerte desmantelamiento del tejido industrial. El peso de la actividad industrial retrocedió del 25 al 11% del PIB entre 1976 y el 2016.

Tenemos problemas estructurales graves, como el fuerte déficit comercial, el gran endeudamiento externo y un cada vez mayor déficit fiscal. Dos datos hablan por sí solos: ocho de cada diez dólares gastados en la importación se destinan a la compra de bienes manufactureros, es decir casi no hay producción local, y ocho de cada diez dólares exportados son materias primas sin valor agregado. En este contexto, nuestros jóvenes, la generación mejor preparada que hemos tenido nunca, no encuentran trabajos dignos en los que demostrar todo su talento. Las familias hacen auténticas heroicidades para llegar a final de mes. No hay acceso a servicios de salud o educación adecuados para la inmensa mayoría de la población.

¿Cuál es su oferta electoral para el pueblo de Colombia?

Hace ya demasiado tiempo que nadie escucha a los colombianos y colombianas. La clase política en nuestro país gobierna solo para satisfacer sus propios intereses y las preocupaciones de la gente común brilla por su ausencia en sus políticas. Mi objetivo es concurrir a las elecciones presidenciales con un programa electoral que contemple las demandas de la Colombia real, las de la gran mayoría de ciudadanos que viven en la incertidumbre sobre si conseguirán o no un empleo o si lograrán conservarlo dada la precarización de las condiciones de contratación, de aquellos que tuvieron la suerte de poder estudiar en un país donde la educación es casi un privilegio y que aun así no consiguen insertarse en el mundo del trabajo como quisieran, de quienes ven día a día sus derechos vulnerados por las políticas actuales.

"Para eso es primordial escuchar a la gente, y construir un programa que refleje esas preocupaciones"

Para eso es primordial escuchar a la gente, y construir un programa que refleje esas preocupaciones y también que contemple sus puntos de vista para las soluciones. Será un programa construido desde lo cotidiano, con soluciones concretas a los problemas reales. Por eso también he decidido presentarme bajo la modalidad de recolección de firmas, un sistema más oneroso para los candidatos, pero más honesto para el elector. Creo sinceramente que la tradicional fórmula de partidos está muerta.

La gente ya no cree en estructuras partidarias, a las que ve irremediablemente alejadas de su cotidianeidad. Es necesario crear nuevos instrumentos políticos alejados de las viejas etiquetas, con capacidad de alcanzar a aquellas personas que jamás se han visto representadas por los partidos, que en Colombia son una amplia mayoría.

Es inevitable preguntarle por la situación de Venezuela, país vecino de Colombia...

Venezuela necesita diálogo, buena voluntad, entendimiento y, sobre todo, que aquellos que dicen querer ayudar lo hagan desde la sinceridad y no a partir de intereses espurios. Pero una vez dicho esto, también le reitero que muchos están interesados en hablar de Venezuela para no hablar de los problemas de sus propios países y creo que ustedes en España saben a qué me refiero.

"La Colombia oficial, centra su atención en Venezuela para no hablar de la catastrófica situación del país"

En Colombia, el establishment político y mediático, lo que podríamos llamar la Colombia oficial, centra su atención en Venezuela para no hablar de la catastrófica situación del país de la que son en buena parte responsables. Creen que hablando de Venezuela pueden ocultar los levantamientos de las poblaciones del Pacífico por sus lamentables condiciones de vida o las huelgas y paros que todos los días se registran en las grandes ciudades.

Pero la Colombia real va por otro lado. Según las encuestas, lo que sucede más allá de nuestras fronteras le importa al 0,1% de los colombianos, mientras que las grandes mayorías están preocupadas por el empleo, la salud, la corrupción y la economía. A nadie le importan los mandatarios de otros países, pero de acuerdo a la última encuesta de Pinómetro, siete de cada diez colombianos tiene una opinión negativa de Santos y un 85% no cree que esté haciendo nada positivo por el empleo. Esa es la Colombia real frente a la Colombia de ficción que forjan las élites políticas y mediáticas.

Usted fue inhabilitada de su cargo de senadora por el entonces procurador general, Alejandro Ordóñez. A pesar de que el Consejo de Estado rectificó la sentencia, usted mantiene un contencioso penal contra Ordóñez. ¿No le fue suficiente la revocación?

No me mueve la venganza, sino la justicia. Es muy importante establecer judicialmente que en Colombia se debe terminar con la práctica de eliminar de facto, por una vía u otra, a los adversarios políticos. Las diferencias políticas deben dirimirse a través de los cauces democráticos, y no mediante prácticas de intimidación y persecución política.

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