Washington
El impeachment contra Donald Trump vive este viernes su primera prueba de partido en el Senado de Estados Unidos. Y si los republicanos la ganan, el proceso podría acabar hoy mismo con la exculpación del presidente. La sesión de este viernes comienza en Washington a las 13.00 horas —19.00 horas en España—.
Después de la primera fase del impeachment en la Cámara Alta —entre el miércoles de la semana pasada y ayer—, los cien senadores que conforman la institución —47 demócratas y 53 republicanos— votan este viernes si aprueban prolongar el proceso reclamando nuevas pruebas documentales y llamando a declarar a nuevos testigos, en especial el exconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton. Según las reglas de este juicio político, esta votación se produciría tras cuatro horas de debate, sobre las 17.00 horas de Washington —23.00 horas en España—.
Los demócratas necesitan que cuatro republicanos voten a favor de esa medida para alagar el proceso y tratar de expulsar a Trump de la Casa Blanca. La votación se antoja ajustadísima.
Si esta opción no sale adelante, el impeachment se acabará este mismo viernes con casi toda probabilidad puesto que los republicanos presentarían sobre la marcha la resolución para el voto final sobre el caso. Y en ese escenario Donald Trump salvará los muebles.
Los demócratas necesitan que cuatro republicanos voten a favor
Así lo indicó este jueves en el Senado el republicano John Thune. Aunque la Constitución no regula los juicios políticos al dedillo y por lo tanto habría cierto margen de maniobra, la estrategia del Partido Republicano, detalló Thune, pasa por presentar la resolución del voto final si el Senado rechaza llamar a nuevos testigos. A partir de ahí, se daría tiempo a cada parte para debatir antes de reanudar la sesión para presentar enmiendas a dicha resolución. Al término de este proceso, se votaría el futuro de Trump.
Siempre que se dé este escenario, la idea del líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, es que la votación final tenga lugar este viernes e incluso la madrugada misma del sábado. Aunque si el debate se alargase en extremo, podría optar por posponerlo a la mañana siguiente, señaló Thune.
Durante toda esta semana parecían salirle las cuentas a los demócratas: tres senadores del partido de Trump habían manifestado que quieren escuchar a Bolton —Mitt Romney, Susan Collins y Lisa Murkowski— y un cuarto —Lamar Alexander— lo sugirió. Sin embargo, a última hora de la noche de ayer en la capital norteamericana, Alexander emitió un comunicado asegurando que votaría que no. En este escenario todo depende de un voto, así que las presiones y la tensión van a ser enormes hasta el final.
Las encuestas dicen que también los estadounidenses quieren escuchar a más testigos. Según un sondeo de la Universidad de Quinnipiac publicado el martes, el 75% de la población aprueba esta opción. Entre los demócratas, este porcentaje sube hasta un apabullante 95%. Entre los votantes republicanos, la cifra, sin ser tan elevada, no es nada despreciable: el 49% apoya que haya más testigos en el impeachment.
Si al final los demócratas consiguen el apoyo de cuatro republicanos, lograrían dinamitar el muro protector del Partido Republicano en torno al presidente. McConnell lleva toda la semana reuniéndose y presionando a los suyos en el Senado para que el impeachment acabe hoy mismo. La misma Casa Blanca ha pasado a la ofensiva y el pasado miércoles envió una carta a John Bolton amenazándolo, según informó la CNN.
La carta llega después de que el pasado domingo The New York Times publicara extractos del borrador del libro que prepara Bolton sobre su etapa en la Casa Blanca como consejero de Seguridad Nacional de Trump y que ha titulado La habitación donde ocurrió: unas memorias de la Casa Blanca.
Según el rotativo de Nueva York, Bolton narra en el libro que Trump le contó que quería retener la ayuda militar a Ucrania a cambio de que el gobierno de Kiev investigara a los demócratas, incluyendo a Joe Biden y su hijo Hunter, que trabajaba en una empresa de energía del país.
Justo por esto, los demócratas acusan a Trump de abuso de poder en el impeachment que lanzaron el pasado mes de septiembre. Por el bloqueo de la Casa Blanca a enviar pruebas o a que ciertos testigos declararan en la primera fase de investigación del caso, los demócratas añadieron a ese cargo el de obstrucción al Congreso. Estas son las dos acusaciones que afronta Trump en este impeachment.
En Twitter, el presidente norteamericano atacó a Bolton y lo acusó de querer publicar contenido calificado de reservado y confidencial y comprometedor para la seguridad del país. Es obvio que la agresividad de Trump y de la Casa Blanca es un mensaje para navegantes dirigido también a los senadores que estén sopesando votar a favor de la declaración de Bolton en la Cámara Alta.
Trump quiere evitar a toda costa alargar el proceso y si mañana se acaba su juicio político se habrá cumplido a la perfección el escenario que siempre quiso: que el impeachment acabara antes de su discurso a la nación del próximo martes. No en vano, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, siempre ha actuado con la idea del impeachment de alta velocidad.
Hasta ahora, el Partido Republicano se ha mostrado muy apiñado en torno al presidente. Pero en la memoria siempre está el caso de Richard Nixon en 1974. En aquel caso, el partido republicano siempre se mantuvo fielmente apiñado en torno a su presidente… siempre hasta que, de pronto, justo cuatro congresistas —Larry Hogan, Hamilton Fish, Tom Railsback y William Cohen— cambiaron su voto en un plazo de un par de días. Era la pequeña grieta que se necesitaba para que todo se desmoronase. Nixon acabó dimitiendo antes incluso de la votación final en el Senado.
Así que Trump no quiere darle una segunda oportunidad al caso. La declaración de Bolton podría hacer saltar por los aires la defensa de Trump y abrir una brecha dolorosa en los apoyos republicanos en torno al presidente.
En estos momentos no es previsible que eso suceda, sobre todo porque en la votación final del impeachment hacen falta dos tercios del Senado para expulsarlo de la Casa Blanca, pero Nixon acabó viendo cómo, de pronto, sus apoyos se desmoronaban y si pasó una vez siempre puede volver a ocurrir.
¿Y si hay un empate a 50 votos?
Un escenario que se empezó a contemplar ayer y que podría traer más polémica al caso radica en si en la votación de hoy para incorporar a más pruebas y testigos al proceso el resultado final es de empate a 50 votos, que podría suceder si finalmente uno de los cuatro republicanos que han dicho o sugerido que votarán a favor finalmente se retracta.
Precisamente, McConnell mantuvo una reunión ayer en la Cámara Alta con los senadores republicanos para abordar un posible escenario del empate a 50. "Hay mucha incertidumbre en términos de qué sucedería con el presidente del proceso", señaló a la CNN el senador republicano Mike Braun en referencia a John Roberts, presidente del Tribunal Supremo y encargado de dirigir el impeachment.
Algunos (muy pocos) senadores demócratas hacen cábalas con que ese caso Roberts podría decidir romper el empate. No hay, sin embargo, nada escrito al respecto en la Constitución norteamericana y el único precedente similar tiene más de 150 años.
El senador demócrata Chris Coons señaló a la CNN que en el impeachment de Andrew Johnson en 1868 el entonces presidente del Supremo, Salmon Chase, rompió dos veces el empate de votos. Sin embargo, la realidad social y política de aquellos Estados Unidos respecto a la de 2020 es muy diferente.
De hecho, en el último impeachment, el de Bill Clinton entre finales de 1998 y principios de 1999, el presidente del Supremo, William Rehnquist, consideró que su papel era limitado y nunca se entrometió en el proceso más allá de presidirlo y dirigir las sesiones.
"Creo que la probabilidad, la enorme probabilidad, es que el juez Roberts no rompa un supuesto empate y respetaría su posición si no lo hiciera", ha opinado el senador demócrata Richard Blumenthal.
Así que lograr cuatro votos republicanos seguirá siendo la alternativa segura de los demócratas para tratar de que el proceso no termine hoy y de abrir la brecha que pueda derrocar, en última instancia, a Donald Trump. En la mente de todos están los cuatro congresistas que tumbaron a Richard Nixon. Y esa opción pasa por que los demócratas salven la bola de partido que se juega este viernes en el Senado.
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