Yana Wengel: "Antes de irte al Everest, asegúrate de haber visitado todas las montañas de tu país"
Queralt Castillo Cerezuela
La doctora Yana Wengel (Krasnoyarsk, Rusia, 1985) es profesora asociada en la Facultad de Turismo Internacional de la Universidad de Hainan, en China. En sus trabajos de investigación, aplica una perspectiva de geografía humana a la sostenibilidad social y el desarrollo internacional en el ámbito del turismo. Experta alpinista, hace años que centra su investigación en el auge del turismo de naturaleza y sus impactos. También ha teorizado sobre la comerzialización de las experiencias y su futuro; y ha estudiado de cerca el fenómeno de la masificación en el monte Everest. Respecto al futuro de la industria turística, lo tiene claro: "Pasa por la conciencia y el trabajo personal, el cuidado del lugar del destino y las experiencias sensoriales".
Usted es una experta alpinista y también tiene varios trabajos académicos que abordan un tipo de turismo muy concreto: el turismo en la naturaleza. En el caso de este tipo de turismo, ¿es posible visitar lugares sin dejar un impacto?
Visitar lugares sin dejar un impacto es una idea utópica. Es evidente: si vas a un sitio, dejas un impacto. Existen los impactos económicos, culturales y sociales, pero también el impacto personal; y es ese en el que me gustaría que nos centrásemos. ¿Qué hay de ti como persona? ¿Qué llevas y qué te llevas del destino? Si vas a una zona montañosa para hacer senderismo, dejas un impacto. Si escalas, en el momento en que usas herramientas, ya estás modificando el entorno. A mí me gusta hablar de la ‘capacidad de cuidar’. Creo que el impacto personal está directamente relacionado con la educación y con las decisiones éticas que tomamos cada uno. Por ejemplo, para hacer un trekking en Nepal, tengo la posibilidad de contratar a un guía o no hacerlo. Si lo hago, doy empleo. La obligación ética de la gente que va a Nepal de turismo y que, por lo tanto, tiene dinero, es la de dar trabajo a la gente local. Pero la gente no sabe que tiene que hacer estas cosas. Desgraciadamente, el turismo se ha desarrollado bajo la lógica de la industria empresarial, no como un fenómeno de las ciencias sociales. ¿Y qué persigue una industria que ve el turismo como un negocio? Construir hoteles, crear infraestructuras, convencer a los locales de que deben estar agradecidos por las carreteras y los hospitales. Pero ¿quién usa estos hospitales? Solo la gente que tiene posibles para ir. En muchas ocasiones, estas infraestructuras no son para los locales. Tenemos que dejar de pensar en el turismo como un negocio.
"Visitar lugares sin dejar un impacto es unaidea utópica".
¿Es posible dejar de viajar?
Las personas del norte global empezaron a viajar en masa durante las décadas de los 70 y los 80. La gente que vivíamos en países pobres y que crecimos en los 90 nunca fuimos al extranjero; pero los niños de países como Gran Bretaña o Alemania empezaron a viajar a España o a Grecia. Y ahí es cuando las necesidades empezaron a cambiar: es entonces cuando se empieza a ofrecer fruta pelada a los turistas en Las Ramblas. Durante cincuenta años, la gente del norte global ha viajado; ahora es gente de India, Tailandia o China quien lo hace. Porque una cosa está clara: es imposible suprimir el deseo de viajar. La gente dice: “no viajes, coge menos vuelos...” No, eso no es posible. Si vives en una cabaña sin electricidad ni agua corriente, no pensarás en viajar; porque tus necesidades básicas no están cubiertas. Pero si sí lo están, aparecerá el deseo.
En sus trabajos habla sobre el turismo ligado al “desarrollo comunitario”.
Sí, el desarrollo comunitario nada tiene que ver con las infraestructuras o el consumo. Se trata de un desarrollo en el que entre el local y el turista se produce un intercambio social en el ámbito cultural o educativo, entre otros. Creo que esto enriquece enormemente a ambos [turista y local] porque, siendo honestos, el turista que ha viajado por todo el mundo, procedente de estos países en los que la gente viaja desde hace cincuenta años, no quiere quedarse en un hotel de cinco estrellas y vivir lo que vive todo el mundo. La gente, cada vez más, busca experiencias. Pero esas experiencias tienen que ser reales.
¿Puede ir la palabra sostenibilidad ligada al turismo? ¿Podemos hablar de un modelo turístico sostenible?
Nunca; y es un concepto que se sobreusa. La gente cuando viaja consume agua, pisa el territorio... Nada es sostenible, independientemente del dinero que se deje en el destino. En Bali tienen muchísimos problemas de abastecimiento de agua, pero todas las villas tienen su propia piscina. ¿Cómo puede eso afectar a los niños y niñas locales? Por eso en mis clases y en mis trabajos académicos siempre insisto en la dimensión personal del viaje. ¿Te importa el sitio de destino? También insisto en el papel de las administraciones, que tienen que buscar la manera para que la situación se equilibre. Está claro que no podemos cerrar Mallorca. En el caso del Everest, ¿por qué hay menos afluencia de alpinistas en la parte china? En primer lugar, porque es más difícil, pero también porque el Gobierno chino emite muchos menos permisos que el nepalí. Volviendo a la dimensión personal, creo sinceramente que tenemos que trabajar para aumentar nuestra sensibilidad social y medioambiental en nuestros viajes.
“El turismo es ampliamente reconocido como una forma de estimular el desarrollo económico local para los países en desarrollo, aunque la degradación ambiental resultante del turismo ha sido un factor crítico para estos países”, escribe en uno de sus trabajos académicos.
Si un país económicamente deprimido se desarrolla turísticamente en poco tiempo, el riesgo de corrupción es muy alto; y la permisividad también suele ser muy alta. Por ejemplo, en Nepal no existe una legislación concreta que aborde el ciclismo de montaña. En Europa esto está muy regulado. En el caso de los parques naturales y nacionales, creo que se debería hacer una labor de desmarketización y advertir a los turistas: si vas, es posible que esta planta o este animal muera. Respecto al turismo de naturaleza, soy muy clara: en mi experiencia como alpinista y turista, creo que se pueden tener las mismas experiencias en diferentes lugares: no es necesario que vayas a los lagos o las montañas más famosas. Antes de irte al Everest, asegúrate de haber visitado todas las montañas de tu país.
"Tenemos que dejar de pensar en el turismo como un negocio".
¿Cree que la aparición de la covid-19 cambió la manera de viajar e hizo aumentar el turismo de experiencias en la naturaleza?
El turismo de naturaleza y de aventura lleva treinta años en crecimiento por diferentes causas: la gente vive más acomodada, tiene ganas de escapar del aburrimiento y del estrés... Este tipo de turismo no tiene que ver con la covid, pero sí que es cierto que con la pandemia recibió cierto impulso. En el caso de China, durante los cincuenta años previos, para los y las chinas, viajar significaba irse a Nueva York o al Machu Pichu; no concebían los entornos naturales como un sitio al que ir. Tenían una relación muy distante con la naturaleza: no sabían nada de ella. Esto ahora está cambiando, hablando de China. También en los últimos años se han ido publicando más estudios sobre los beneficios de pasar tiempo en los entornos naturales y cada vez se está dando más importancia a las experiencias sensoriales. De hecho, creo que es ahí hacia dónde nos dirigimos. El olor en un bosque de eucaliptos en Galicia, la quemazón del sol abrasador en Bagán, la sequedad en los labios en un sitio de playa... Creo que la gente cada vez buscará más este tipo de experiencias.
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