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Los sueldos bajan en España y en otros 17 países de la UE en plena ola inflacionista

La congelación salarial sitúa a España como uno de los únicos cuatro Estados miembros en los que los costes laborales se sitúan por debajo de los de hace siete años mientras se disparan los beneficios empresariales y el alza de precios.

Una persona trabaja ataviada con un mono y una máscara protectora, en una imagen de archivo
Una persona trabaja ataviada con un mono y una máscara protectora, en una imagen de archivo. PxHere

"Los salarios reales están cayendo mientras que los beneficios empresariales reales siguen aumentando en casi la mitad de los Estados miembros de la UE", advertía hace unas semanas la Confederación Europea de Sindicatos (CES) al hacer público un estudio según el cual el poder adquisitivo de los trabajadores ha retrocedido un 9% en lo que va de año en Europa, mientras en la mitad de los Estados, 13 de 26, "los beneficios empresariales aumentaron hasta un 6,5% en términos reales en comparación con el año pasado".

"Esta crisis del coste de vida está afectando a los trabajadores, pero está demostrando ser una gran ayuda para muchas empresas", señala Esther Linch, secretaria general adjunta de la CES, para quien "las cifras muestran claramente que son los trabajadores quienes se llevan la peor parte de la creciente inflación, alimentada por la búsqueda desenfrenada de ganancias fomentada por los cuellos de botella en las cadenas de suministro debido a la pandemia y la guerra en Ucrania".

Esa pérdida de poder adquisitivo de los salarios lleva camino de empeorar si se cumplen los pronósticos del BCE (Banco Central Europeo), que prevé que las tensiones inflacionistas no van a aplacarse antes de que pase un mínimo de tres años: con una subida media de los precios del 8,4% en Europa para este año y otra del 6,3% el próximo, prevé un promedio del 3,4% para 2024 y otro del 2,3% para 2025; siempre por encima del 2% que marca como objetivo de sus políticas monetarias y salvo que esas subidas de tipos provoquen una recesión que estrangule la actividad económica.

Efectivamente, según los datos de revisiones salariales y de inflación de los Estados miembros que maneja Eurostat, los trabajadores han perdido poder adquisitivo en 24 de los 26 países de la UE (todos salvo Bulgaria y Eslovaquia) y las mermas han sido superiores al 8,3% en seis de ellos (Letonia, Chequia, Lituania, Estonia, Italia y Suecia), lo que supone que la inflación se ha comido los ingresos correspondientes a más de uno de los doce meses del año.

En cuatro de los diez países donde más poder adquisitivo se dejan los salarios (Lituania, Estonia, Hungría y Polonia) ese retroceso se produce a pesar de que las subidas medias superan el 10%, lo que permite hacerse una idea acerca de la intensidad que la inflación está alcanzando en centroeuropa y en el Báltico, entre otros motivos por el aumento de la demanda de energía para pasar el invierno y por la dependencia de los suministros desde Rusia de varios de esos Estados comunitarios.

España se encuentra en la zona baja de esa clasificación con una pérdida teórica del 4,2% que equivale a los ingresos brutos de medio mes, aunque ese resultado es matizable.

Los datos que maneja Eurostat recogen, al igual que las estadísticas del Ministerio de Trabajo, la subida media en los convenios que han sido renovados a lo largo del año, aunque sin tener en cuenta que esas revisiones no llegan a más de la mitad de los asalariados del país. Dichos asalariados, por otro lado, vienen soportando una subida ponderada de los precios del 13% en los dos últimos años, ya que la actual moderación del Índice de Precios de Consumo (IPC), que cerró noviembre con un alza interanual del 6,8%, llega tras otro aumento de más de cinco puntos a lo largo de 2021.

Por su parte, en Bulgaria el avance de cuatro puntos en el poder adquisitivo de los asalariados responde a una mejora media del 14,6%, casi seis veces superior a la estimada para España, frente a una inflación del 10,6%. Aunque en la práctica, esas subidas arrojan una media de solo 22 euros. Un dato que es consecuencia del bajo nivel salarial del país, donde los ingresos brutos medios no alcanzan los 600 euros mensuales.

La estimación del recorte de los sueldos en términos reales arroja mermas superiores a los cien euros brutos mensuales en doce de los veintiséis países de la UE, según revela el cruce de los datos de Eurostat con los de la tabla de salarios medios elaborada por Adecco en su último Monitor de Salarios.

Esa situación se da en algunas de las principales economías de la eurozona, como Alemania (139), Italia (183) u Holanda (220), pero también en países donde la media de la población subsiste en el mileurismo como Estonia (118), Letonia (138) y la República Checa (142), algo que lleva a no descartar que el malestar social pueda comenzar a manifestarse en algunos Estados comunitarios conforme avancen el invierno y los requerimientos económicos para afrontarlo en países de esas latitudes.

La pérdida media en términos monetarios se sitúa en 74 euros brutos mensuales en España, que ocupa la decimosexta plaza en esa clasificación. Esa cifra supone casi 900 euros si se multiplica por doce mensualidades y algo más de mil si la operación se realiza con catorce nóminas.

En esa pérdida de poder adquisitivo confluyen varios factores entre los que destacan un inusual aumento de los ingresos y las ganancias de las empresas, que la Agencia Tributaria cifra en el entorno del 25% y que los analistas vinculan con el objetivo de mantener los márgenes a base de subir los precios y una clara tendencia a la congelación salarial.

De hecho, España es -junto con Finlandia, Bélgica y Grecia- uno de los cuatro únicos Estados comunitarios en los que los costes laborales no son mayores que hace siete años, cuando comenzaba la fase de recuperación de la crisis que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria, según los datos de Eurostat.

En España se mantienen al mismo nivel, mientras que en los otros tres se han producido retrocesos de entre tres y ocho puntos. Tampoco habría que descartar que en la actual dinámica pueda acabar sumándose algún otro país a esa lista, ya que los salarios han bajado este año en 18 de los 26 integrantes de la UE. Luxemburgo, Italia, Francia y Suecia son los principales candidatos.

"Si no se actúa contra la inflación, los salarios perderán más capacidad"

"Si no se actúa de inmediato contra la inflación los salarios perderán más poder adquisitivo", señala Javier Santacruz Cano, investigador del Instituto Español de Analistas (IEA), quien considera, no obstante, que esa recuperación no debe alcanzarse "por decreto".

"Si no hay detrás un crecimiento sólido de la productividad, la subida salarial provocará un frenazo en el empleo, mayor incremento de la demanda y, por tanto, cronificaría la inflación", añade.

Julio Rodríguez López, de Economistas Frente a la Crisis, aboga por la negociación con los agentes sociales y por "un acuerdo tipo el de los Pactos de la Moncloa en 1977. El Gobierno debería presionar algo más en favor de la concertación, pues el esquema actual es duro para los asalariados", añade.

Ese modelo incluía subidas salariales con el tope en la inflación, cuya previsión era del 22%, y mejoras como una del 7,7% en el salario mínimo, al tiempo que se moderaban los beneficios empresariales y se devaluaba la peseta (algo impensable hoy con el euro) para aumentar la competitividad de las exportaciones.

"Conviene un acuerdo marco entre Gobierno, sindicatos y CEOE"

"Hay trabajos de los dos grandes sindicatos que demuestran que los beneficios empresariales han crecido mucho, y estos aumentos de beneficios están detrás de la tasa de inflación, pues los salarios han perdido poder de compra", señala Rodríguez, que destaca la "conveniencia de un acuerdo marco entre Gobierno, sindicatos y CEOE" en ese sentido, sin descartar la posibilidad de "atacar los altos precios en sectores muy oligopolísticos" desde el Ejecutivo.

"La inflación es de costes, y no se va a resolver con tipos de interés más elevados", añade el economista, para quien "no debe ser intocable la posibilidad de establecer sistemas de control de precios en sectores con abuso de control de mercado".

Por otro lado, Rodríguez pone sobre la mesa la idoneidad del actual sistema de cálculo del IPC para determinar el encarecimiento del coste de la vida, ya que todo apunta a que sus estimaciones se quedan cortas por no incluir el precio de la electricidad en el mercado libre, en el que operan casi dos tercios de los consumidores, ni los efectos de las subidas de los tipos de interés y del euríbor.

A todo ello se añade que "mide fatal el precio de los alquileres, pues la rúbrica viviendas en alquiler crece cada año menos que el índice general por tomar una muestra corta de hogares", zanja el experto.

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