El 50% de los alquileres en España requiere más de un sueldo para pagar la renta mensual, según un estudio de la Federación Nacional de Asociaciones Inmobiliarias (FAI). El mismo estudio revela que las viviendas más alquiladas tienen una media de 76,89 metros cuadrados y que el precio medio máximo buscado por los inquilinos es de 764,32 euros, aunque el precio medio nacional está entre los 900 y 1.000 euros.

El informe de FAI también muestra que la nómina media de una persona que alquila sola es de 1.782,43 euros, mientras que en el caso de parejas o pisos compartidos, los ingresos combinados son de 2.091,39 euros. Además, el 73,5% de los inquilinos son parejas, un 17,3% son personas solas, y el 7,3% comparte piso sin vínculos familiares. Solo el 1,8% de los alquileres corresponde a empresas.

En cuanto a las características de los arrendatarios, el 40,7% de las agencias encuestadas señala que son parejas con hijos, mientras que el 32,8% son parejas sin hijos. La mayoría de los inquilinos tienen entre 30 y 40 años. El uso más común de los alquileres es como vivienda habitual por cambio de casa (39,2%) y por emancipación (30,1%), mientras que el alquiler temporal por motivos laborales y de estudios representa el 25% del total.

El perfil del propietario tipo en España es una persona o familia de 49,3 años. El 42% de los propietarios alquilan su vivienda como inversión a largo plazo, un 32,8% lo hace porque han cambiado de casa, un 19,3% quiere obtener rendimiento de una herencia, y un 15,4% alquila debido a un traslado por motivos laborales o formativos.

El informe también destaca que la oferta de vivienda en alquiler habitual ha caído un 37,2% interanual en junio, mientras que la demanda ha aumentado un 20,23% en el mismo periodo. El presidente de FAI, José María Alfaro, ha señalado que esto ha llevado a una crisis habitacional sin precedentes en los últimos 50 años.

Alfaro advierte que los inquilinos están destinando entre el 45% y el 56% de su sueldo al alquiler, lo que es insostenible. Pide medidas para que la vivienda vacía salga al mercado y se recupere la confianza de los arrendadores, que actualmente temen la falta de seguridad jurídica e incentivos.