Este artículo se publicó hace 4 años.
Expolio del PatrimonioLos países expoliados reclaman la devolución del patrimonio a museos y galerías de todo el mundo
Mientras la Comunitat Valenciana reclama al museo Victoria & Albert de Londres el retablo gótico de San Jorge o Centenar de la Ploma, el Parlamento francés debate la ley de restitución de objetos a África.
Londres-
Botines de guerra, robos descarados, sutiles adquisiciones, compras forzadas o, simplemente, abusos de poder. De éstas u otras forman han ido saliendo obras de arte, tesoros, artefactos, antigüedades u objetos patrimoniales de unos países, a menudo pobres y ocupados, a otros, menos pobres y ocupadores o vencederos de guerras a través de los siglos.
El abogado Geoffrey Robertson lleva varios años peleando por la devolución de los mármoles del Partenón de Atenas (Grecia), propiedad del Museo Británico y, por ende, del Gobierno, que decide, o del Estado británico. Robertson no ha conseguido restaurar la integridad del friso de la Acrópolis, pero sí ha escrito un libro ¿Who Owns History? en el que pone a caldo a los obstaculizadores de una ley internacional –sobre todo UNESCO y patronatos de museos- que permitiría la devolución de las piezas que tengan algún sentido o mérito cultural, histórico o de identidad para los pueblos que las crearon.
Las admiradas momias egipcias del Museo Británico son restos humanos envueltos en telas. Los restos humanos de varios australianos ninguneados en Gran Bretaña son el origen del interés de Geoffrey Robertson, anglo-australiano, por los expolios. Intentó repatriar los restos de héroes australianos y topó con la negativa británica que los ignoraba. De ahí pasó a reclamar los conocidos como mármoles Elgin del Partenón griego al Museo Británico.
Las reliquias más conocidas en el mundo de las reclamaciones, pero ni mucho menos las únicas. "Las esculturas griegas se reclamaron por primera vez en 1833; su interés público sube y baja; en tiempos de la ministra de Cultura Melina Mercuri se enteró todo el mundo del robo, sin embargo, nunca se ha abierto un reclamo legal, han ido por la vía diplomática de la que los británicos se ríen; la diplomacia ni ha funcionado ni funcionará, a no ser que el brexit los empobrezca tanto que se vean obligados a venderlos a Grecia", apostilla con ironía el abogado, para quién "los objetos de valor patrimonial pertenecen a las comunidades a las que les dan sentido cultural, histórico o antropológico y que han participado en su creación".
"El movimiento Black Lives Matter está cambiando también la mirada al pasado, al esclavismo y al papel de los poderes coloniales, que hacían lo que se les antojaba en los países ocupados; desde España en América del Sur hasta Francia e Inglaterra en África; no se puede corregir la crueldad con la que actuaron ni eliminar la brutalidad o los genocidios, pero quizás se pueda rectificar algo de los saqueos y pillajes", opina Robertson, quien sostiene sus afirmaciones con ejemplos de todo tipo.
En 2017 el presidente francés Emmanuel Macron anunció la devolución del patrimonio africano depositado en los museos franceses, y la ley que dictará qué hay que devolver (definición de patrimonio) y en qué condiciones (mantenimiento en el futuro) y a quién (propietario legítimo). Una ley que está en proceso de debate parlamentario, aunque ya se ha adelantado en las devoluciones; en noviembre de 2019 entregaron un par de valiosas espadas a Senegal.
El ejemplo, aunque simbólico, ha cundido: el Rijksmuseum de Amsterdam ha restituido un cañón de plata, bronce y rubíes a Siri Lanka y otras piezas a Indonesia mientras que el MET de Nueva York ha repuesto un sarcófago a Egipto, país que no espera, de momento, la llegada del busto de Nefertiti, procedente de Alemania, ni la piedra Rosetta, procedente de Londres.
A día de hoy, las reposiciones dependen de los Gobiernos y los museos guardianes del patrimonio propio y ajeno. El abogado apuesta por que la nueva legislación francesa saque los colores a otros países proteccionistas europeos, y aplaude al presidente francés: "Todos agradecemos a Macron que haya roto una lanza, pero se necesita una ley vinculante, internacional, que la habrá y que exigirá el retorno de los expolios a sus países de origen, y no se podrán escapar ni los británicos que ahora se esconden tras los trustees (patronatos) de los museos o salen por peteneras con razones como que son museos universales para la cultura universal, antes decían que gracias a ellos se ha conservado patrimonio extranjero que las guerras hubiesen arrasado; una razón detrás de otra y ninguna convincente".
El libro del abogado es rico en cifras: el 90% del patrimonio africano está en Europa; los museos del Vaticano poseen 70.000 objetos procedentes de sus misiones civilizadoras por el mundo; el Musée royal de l'Afrique de Tervuren (Bélgica) guarda 180.000 piezas de Congo; el inventario del Museo Británico identifica ocho millones de artefactos de los que expone al público 80.000, y así hasta la saciedad.
El argumento de que las reversiones vaciarían los museos tampoco vale, según el criterio de Robertson. España está también implicada en este tráfico mundial de ideas y razones entre la legítima propiedad o el expolio de patrimonio cultural. A tenor de Geoffrey, "España arrasó en oro, alguno todavía yace en el fondo del mar con los galeones hundidos, otro ha sido vendido y esparcido; España, y en menor medida Portugal, es menos culpable que Francia e Inglaterra porque cuando masacraba y robada en América del Sur no eran igual los conceptos de crímenes de guerra, la moral y la sensibilidad que cuando lo hacían Francia e Inglaterra hace dos días", explica el abogado quien añade que "cuando Napoleón perdió la guerra, Inglaterra fue la voz más alta para que devolviese lo saqueado en Europa, que llenaba su museo; la mayoría de obras fueron repuestas, pero todavía quedan algunas en lo que hoy es el Louvre, que entonces era museo Napoleón".
Colombia reclama 122 objetos del tesoro de los Quimbayas al Museo de América de Madrid, lo que se ha descrito –y quizás lo fue- como un regalo de las autoridades de aquel país a la corona española en las últimas décadas del siglo XIX. Lo reclamaron en 2017: está pendiente. La idiosincrasia británica genera soluciones intermedias que, en este caso, no acaban de contentar a nadie.
El préstamo temporal para exposición pública, ha sido sugerida por Tristram Hunt, director del museo Victoria & Albert de Londres, para el retorno provisional de 25 piezas de oro, conocidas como el tesoro Magdala, a Etiopía, apropiadas por el ejército británico en la batalla de Magdala en 1868. La oferta ha sido rechazada, como Nigeria dijo no a la exposición temporal de los tesoros de Benin (Nigeria), propiedad del Museo Británico.
En el museo Victoria & Albert cuelga el retablo gótico conocido como de San Jorge o Centenar de la Ploma. El mural ha sido descrito como por el presidente, Ximo Puig, como "el acta de nacimiento del pueblo valenciano". Fue adquirido por el museo en 1864 a un anticuario de París por 840 libras. Retrata la batalla del Puig de 1237. Valencia lo ha reclamado. Tristram Hunt, en un gesto muy británico, ha dicho que no -tampoco depende de él-, pero sí ha accedido a un acuerdo de colaboración que ha llevado la predela o banca (parte inferir del retablo) a Valencia para ser restaurada y expuesta hasta el próximo mes de octubre.
De momento lo que España no ha solicitado es el primer texto escrito en castellano, Las Glosas silenses, propiedad de la Biblioteca Británica, que lo guarda bajo siete llaves desde 1878. Un pergamino de 3.000 versos escritos a comienzos del siglo XI por un monje del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos) que a través de los vaivenes de la historia acabó en el siglo XIX (el siglo de los ingleses) en Londres, casi desconocido al público español.
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