Este artículo se publicó hace 7 años.
El mito de NirvanaLas cincuenta sombras de Kurt Cobain
Este lunes el líder de Nirvana cumpliría medio siglo si no hubiera decidido quitarse la vida con una escopeta a los 27 años.
Sara Calvo
Madrid--Actualizado a
Kurt Cobain juraba y perjuraba que no tenía pistola. Te cantaba para que fueras de la manera que tú quisieras, o de la que él quería que fueras. Como un amigo o como un enemigo. Que te tomaras tu tiempo, que te dieras prisa. Kurt cantaba sus eternas contradicciones en Come as you are. O hablaba de una chica que quería que fuera su amiga y que le prestara atención en About a girl [cuentan que no sabía qué título ponerle al tema y que alguien le preguntó. '¿de qué habla la letra, Kurt?' y el respondió, 'bueno, es sobre una chica']. Se sentía encerrado en una caja en forma de corazón estilo Heart-shaped box y aseguraba que con la luz apagada, el espíritu adolescente se volvía menos peligroso.
De niño estaba obsesionado con Boddah, una amigo imaginario que nunca le abandonaba
Este lunes hubiera cumplido cincuenta años si no hubiera decidido pegarse un tiro en la cabeza el 5 de abril del 94. Después, eso sí, de varias amenazas e intentos fallidos de suicidio, y coronar la lista del club de los 27 [los artistas fallecidos a esa edad por distintas causas] junto a Janis Joplin, Jimi Hendrix o la más reciente, Amy Winehouse. Su vida y su muerte ha sido un negocio para muchos. La última ocurrencia de algún listo de ebay ha sido comercializar por Internet una camiseta que reproduce la nota de suicidio que dejó para explicar los motivos de su muerte y en la que animaba a Courtney Love a seguir adelante, ahora que ya él había tirado la toalla. Esa última misiva iba dirigida a Boddah, el nombre que le puso a su amigo invisible, y que tuvo que irse con su tío a combatir en la guerra de Vietnam. O, al menos, eso es lo que le dijeron sus padres, preocupados por la obsesión que tenía el jovencísimo Kurt con su compañero imaginario.
Pero retomando el abrupto final del cantante, pocos saben que el joven Cobain estaba extrañamente familiarizado con la malsana costumbre de reventarse el cráneo con un arma de fuego. Sin ir más lejos, dos de sus tíos pusieron punto y final a sus vidas de ese modo, algo que debió impresionar a la futura estrella hasta tal punto que decidió filmarse —era aficionado a rodar películas de Super 8 en su adolescencia— descerrajándose un tiro en la sesera. Una vez más, como se suele decir, la realidad terminó superando a la ficción.
Estaba extrañamente familiarizado con la malsana costumbre de reventarse el cráneo con un arma de fuego
Los flirteos cinematográficos y su interés por el dibujo —muchos de sus garabatos han sido publicados de forma póstuma— debieron hacer ver al señor Don Cobain que su descarriado vástago iba más encaminado al mundo del arte que a la disciplina que implicaba el deporte. Pero no fue así. De hecho, instigado por su padre, el joven Kurt se inició en la lucha libre, práctica que no tardó en abandonar asqueado por el trato recibido por su compañeros y entrenadores. Su desprecio para con dicho deporte le llevó a dejarse ganar en diversas competiciones buscando así irritar a su padre. Pero el señor Don no tiró la toalla e insistió en ejercitar el esqueleto del futuro frontman apuntándolo a un equipo baseball. Kurt volvió a las andadas y provocaba su expulsión de los partidos ante la ira de su padre.
Los sucesivos fracasos deportivos, los coqueteos con el arte de filmar y su pasión por el dibujo, fueron el preludio de un joven más interesado en fabular y vivir en su cabeza que en labrarse un porvenir. Así las cosas, tuvo que ser su madre la que pusiera un ultimátum: o se buscaba un empleo o abandonaba el hogar familiar. Y ahí es cuando se inicia en una suerte de romería deambulando por habitaciones de amigos. Mala racha que, con algunas excepciones, terminaría curiosamente con la publicación del disco que fue también su perdición, Nevermind. De hecho, el día en que se puso a la venta el disco que cambió su vida y la de mucha gente, Kurt Cobain fue desalojado de su hogar llegando a dormir varias noches en su coche.
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