Este artículo se publicó hace 5 años.
Entrevista a Sonia Vivas"Tan autodefensa es responder a una agresión sexual, como al maltrato institucional"
En su libro Vivas nos queremos. Manual de autodefensa feminista, la policía en excedencia y ahora concejala del Ayuntamiento de Palma desgrana los mecanismos de un sistema que desproteje a las mujeres y propone acciones para la autodefensa.
Marisa Kohan
Madrid-Actualizado a
Si el primer libro publicado por Sonia Vivas es provocador, no lo es sólo por el último de sus capítulos, aquél en el que detalla técnicas de autodefensa física para mujeres que decidan hacer frente a un posible agresor sexual o a la violencia machista, alguna de las cuales pueden levantar cierto revuelo, tal como reconoce la propia autora.
No. Si el libro es provocador es porque desde la primera a la última página es un compendio de autodefensa, que no sólo se centra en lo físico, sino también y sobre todo, en cómo defenderse de la violencia que ejercen las instituciones cada día sobre las mujeres. Una violencia difícil de detectar y que la autora desgrana y desmenuza hasta dejarla en los huesos, desnuda y en su mínima expresión en su libro: Vivas nos queremos. Manuel de autodefensa feminista (editorial Montena, con prólogo de Leticia Dolera) que el pasado jueves se salió a la venta.
La actual concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ayuntamiento de Palma, comenzó a escribir el libro el pasado invierno, cuando aún era jefa de la Unidad de Delitos de Odio de la Policía Local de la capital balear. Afirma que el libro es un “ejercicio de responsabilidad” porque "es necesario contar lo que hace una institución tan cerrada y opaca". Pero también ha supuesto un ejercicio de autocuidado y de "vaciado". De contar que es lo que hay detrás de la violencia hacia las mujeres, esas que durante 16 años escuchó en primicia de boca de las mujeres que la sufrieron y de los hombres detenidos por ejercerla. Unos relatos que dejan claro hasta qué punto la violencia que sufren las mujeres está a años luz de la provocación e incluso de la satisfacción del deseo sexual, sino que responde a un patrón de dominación.
¿Cómo nace este libro?
Todo esto nace porque yo como Policía empecé a reivindicar el papel de la mujer y a reivindicarme como feminista. Y me abrieron expedientes administrativos en la Policía por escribir artículos de opinión hablando de lo que nos hacen a las mujeres. Es muy duro que la propia institución quiere que te calles, cuando tenemos policías que están poniendo en cuestión la ley de violencia de género o que están difundiendo el bulo de la existencia de muchas denuncias falsas, poniendo en cuestión a las propias víctimas y no se les expedienta. Pero a mí sí, cuando hablo de la realidad de la violencia contra nosotras.
¿Porqué desde la Policía no se puede hablar desde ese punto de vista?. ¿Por qué no se puede ser una mujer policía y feminista? Porque la propia institución es machista y lo que quiere es que te calles. Y en el libro quiero romper con eso, también.
Hace un ejercicio de desmontar la violencia de lo que llamas el #sistema pieza a pieza, poniendo al descubierto los engranajes más básicos. ¿Cómo es posible que aún no tengamos los mecanismos para detectarla?
Porque la violencia está socializada. Porque la mamamos desde la infancia. Autodefensa no es sólo usar la fuerza física cuando te agreden. Autodefensa es también defendernos cuando nos mandan callar, cuanto un hombre apostilla lo que acabas de decir, o cuando un policía te prohíbe entrar con una persona de confianza para hacer una denuncia por agresión. Y también es defendernos de un montón de violencias que sufrimos las mujeres por el hecho de ser mujeres.
En el libro doy algunos consejos de cómo defenderse ante un ataque, pero el libro entero es de autodefensa porque lo que hace es desmontar un sistema para que se vean las distintas formas de violencia a las que estamos sometidas las mujeres desde la tierna infancia, violencias que todas tenemos integradas, incluidas las feministas y es necesario desmontarlas piedra a piedra cada día.
Por eso hablo de cómo defendernos de las instituciones, que no trabajan en favor de la víctima aunque digan que sí. La realidad es que la mujer se encuentra muy sola y muy desamparada. Aún hay muchas comisarías que no tienen espacio para la recogida de denuncia de las víctimas, por ejemplo, y tienen que esperar en la entrada. Una mujer violada, atentada, golpeada… tiene que esperar en la entrada a la vista de todo el mundo. Y muchas veces entienden algunos policías (cada vez menos), que darles un espacio es cederles un privilegio. ¿Me quieres decir que es lo mismo denunciar el robo de una bicicleta que que te acaben de violar? ¿No tienen esas mujeres derecho a su espacio específico?
En el libro también hace una defensa de la defensa física, de repeler la agresión. ¿En qué circunstancias?
El libro va dirigido a todo el mundo, pero en especial a las mujeres para que se empoderen y decidan que harían si les pasara. Porque los cifras son números de guerra. De contienda. Estamos hablando de que cada día cuatro mujeres denuncian una agresión. Llevamos más de 80 feminicidios en lo que va de año entre violencia de género y otros violencias machistas. Entonces hay que decidir que harías si te pasara. Es tan lícito dejarte, cómo defenderte. Pero si te vas a defender lo tienes que tener decidido de antemano. No puedes tomar esa decisión cuando te pasa, porque no vas a ser contundente y puedes acabar en un pozo o entre unos arbustos semidesnuda y asesinada. Esa es una realidad en nuestro país, desafortunadamente.
"El paradigma con el que siempre trabajo es que hay que huir, hay que correr, y los golpes son la manera de buscar ese espacio suficiente de tiempo para hacerlo"
A nosotras nos están matando, nos están violando, nos están haciendo daño y tenemos que decidir qué vamos a hacer. Es una invitación a que si te defiendes, sepas cómo hacerlo. Porque a lo mejor en una situación así una mujer se acuerda de uno de los golpes o de una técnica concreta para salir huyendo. Yo no invito a la agresión, a pegarse. El paradigma con el que siempre trabajo es que hay que huir, hay que correr y los golpes son la manera de buscar es espacio suficiente de tiempo para poder huir.
¿Por dónde habría que empezar para combatir este sistema?
Pues por donde no quieren que empecemos. Por la educación, por los colegios, por los jóvenes, por los chavales y las chavalas. Por donde constantemente se intenta que no haya cambios. Que no se entre en los colegios para hablar de feminismo ni de determinados temas que se consideran ideológicos. Pero yo creo que la igualdad no es ideología ni es ideología la diversidad. Hay un grave error con eso. Lo que es ideología es entender la sociedad como algo estanco, cerrado o hegemónico. Hay que recordar que las mujeres somos la mitad de la población por lo que no se puede entender el feminismo como una ideología. Hay que ir a los colegios y educar a las nuevas generaciones, que por cierto están jugando un papel importantísimo y cada vez hay más chavales jóvenes que se implican en esto.
¿Y qué papel deberían jugar los hombres?
Yo a los hombres les pido acción. Que cuando vean a un amigo suyo babeando encima de una chica en la barra de un bar y molestándola, le digan que pare, no que le rían la gracia o lo den por imposible. Ahí hay una acción por su parte. Yo no quiero que se solidaricen, que estoy muy cansada de la solidaridad masculina ya.
En el libro hace una crítica a las herramientas para combatir la violencia, como es la ley contra la violencia de género de 2004. ¿Por qué?
Porque se ha construido una legislación en la que el agresor es el principal protagonista, en la que solamente se protege a las mujeres que eran amadas del agresor. Es decir, las que tenían una relación de afectividad: novias, exnovias, mujeres o exmujeres del agresor. Por tanto el agresor termina definiendo el tipo de víctima que eres. Si te da una paliza un chico al que acabas de conocer o con que no mantienes una relación, no tienes derecho a nada. Ni a un juzgado especial, ni atención específica, ni a un psicólogo o abogado en la prestación de denuncia. A nada. Porque el agresor no te quería. Simplemente te ha seleccionado porque eres una mujer.
Tenemos una ley hecha por hombres que lo ven desde su punto de vista y han dejado solas a un montón de mujeres que no se pueden acoger a la ley porque no está hecha para ellas. Y esas ellas somos todas. A mí como mujer lesbiana, por ejemplo, ningún novio me va a pegar una paliza o me va a violar. ¿Eso quiere decir que no tengo derecho a una ley que me proteja en caso de ser agredida por ser mujer y por recibir unas violencias concretas hacia mí, como sería la violación? Según la legislación vigente, si no tienes una relación afectiva con el que te asesina o te agrede no eres nada? Esa es la realidad. Esa es la ley, y repito, está hecha para que el agresor decida si ere víctima o no, si sales o no en las estadísticas, si vas a tener acceso a unos recursos (precarios pero recursos al fin), o no los tienes. Y todo eso lo decide quién te agrede.
Reivindica el término feminicidio, como se hace ya en algunos países de América Latina.
Vamos de vanguardistas, pero en realidad estamos en un atraso descomunal. Pero claro que en un feminicidio. Porque es un atentado a las mujeres por el hecho de serlo y los números son claros. Es un ataque selectivo hacia la mitad de la población que arrojan cifras de terrorismo. Es tremendo. No es violencia de género entendido como la que ejerce tu novio o tu marido. Es la selección de mujeres para ejercer sobre ellas violencias concretas. Hay países en América Latina en donde están más avanzados, aunque tengan problemas gravísimos, como Colombia que la conozco bien, y al menos tienen claro lo que es el feminicidio. Es un paso importante.
¿Hemos avanzado en la formación en la Policía en temas de violencia hacia las mujeres?
Hemos avanzado en la formación de unidades específicas. Pero creo que hay que avanzar en formar a toda la policía. No sólo a los que están en unidades específicas, sino a todos los agentes. La labor de la Policía es importantísima porque es la que primero interviene en la toma de denuncia cuando la mujer viene en un situación de crisis emocional. Y es clave no darle una consigna que pueda hacerle daño, que pueda hacer recaer sobe ella una denuncia institucional. Como puede ser ponerla en duda, como decirle que por qué caminaba por aquella zona o como yo escuché alguna vez, preguntarle que por qué su marido no la ha venido a buscar. Son cosas que probablemente no se hacen de mala fe, pero que si no tienes una formación y una sensibilización, las haces.
"Hay una gran parte aún de la Policía que entiende que no son un servicio público, sino un contrapoder. Y eso no se puede permitir"
Pero lo que hay ahora es miedo al avance de la extrema derecha dentro de los cuerpos de seguridad y a que haya grandes sindicatos de Policía que se están manifestando abiertamente y sosteniendo el discurso y los bulos de la derecha sobre que existe un gran número de denuncias falsas, y que muchas mujeres mienten. Esto es muy peligroso. Una institución como la Policía que es un servicio público y que tiene que trabajar poniendo al ciudadano en el centro y que se permita el lujo de politizarse de esa manera públicamente, es gravísimo. En un país democrático de verdad, esto no sería posible. Cada uno vota a quién quiere, pero que hayan sindicatos que se hayan mostrado ciertamente partidistas hacia la derecha en este país, es de una gravedad tremenda, porque significa que hay una gran parte aún de la Policía que entiende que no son un servicio público, sino un contrapoder. Y eso no se puede permitir.
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