Este artículo se publicó hace 4 años.
DesahuciosPróximo desalojo en el Raval: el Sindicato de manteros y otras asociaciones podrían quedarse sin espacio de reunión y trabajo
Diversos colectivos sociales se organizan para frenar el inminente desalojo del espacio en el que se reúnen. Por lo pronto, hace unos días la Guardia Urbana envió varios furgones al lugar, en el que identificaron a varios migrantes. "Nos intentan amedrentar", denuncian.
Madrid-
En un rincón del Raval, justo en la calle Creu de la Peu con la esquina d'Agustí Duran i Sanpere, se encuentra, enmarcada por un gran mural de graffiti, la entrada al local okupado de la Caracola. Parece un único espacio amplio, pero en realidad son varias naves que albergan el trabajo colectivo de diversas organizaciones sociales, entre las que se encuentran el Sindicato de Manteros de Barcelona, el Espacio del Inmigrante, La Caracola y Ravart.
Sin embargo, más de un año de proyectos de acción social podría venirse abajo con la amenaza de desalojo inminente durante la próxima semana. La promesa de compra al actual propietario, Criteria Caixacorp, por parte de la Cooperativa SÓM, - grupo perteneciente a la industria cultural que alberga otras entidades como Sàpiens, Ara Llibres y Contrapunt- ha acelerado el proceso de intervención en el inmueble.
"Antes de que llegásemos al espacio esto era un narcopiso. Hasta que lo desalojaron". Así inicia su relato Adrián Ponce, miembro del Espacio del Inmigrante, que cuenta cómo fue el proceso de acondicionamiento de los locales: "Tuvimos que sacar como 300 jeringas, había sangre en las paredes…".
Su colectivo fue el primero en instalarse en el local y poner en marcha proyectos de autogestión colectiva, orientados a la asistencia legal de personas migrantes y procesos de regularización. Actualmente se dedican también a la formación de mujeres migrantes y al reparto de alimentos a 30 familias del Raval. El resto de formaciones se fueron sumando al espacio, como es el caso de la Caracola, compuesta por un grupo de mujeres mayores de 60 años.
Desde hace meses, el espacio ha permitido desarrollar proyectos de vivienda y convivencia vecinal, además de talleres de autofinanciación. En otro de los locales, también se ha instalado el Sindicato de Manteros, donde mantienen su taller de la marca de ropa Top Manta. En estas mismas instalaciones fue donde pudieron organizarse para donar miles de mascarillas y batas a diferentes hospitales durante la pandemia. Por último, Ravart representa un proyecto juvenil gestionado por el Sindicat de Habitatge del Raval, orientado a desarrollar actividades artísticas en el barrio. La creación de un tejido asociativo accesible para el barrio es lo que está haciendo que la gente se movilice estos días en el distrito de Ciutat Vella ante el posible cese de su actividad.
Lamine Sarr, portavoz del Sindicato de Manteros de Barcelona, explica cuál es la situación actual del espacio: "Nos llegó la orden el 1 de octubre y tenemos fecha de desalojo abierto hasta el 15". También comenta que no han conseguido tener contacto directo con la Fundación "La Caixa", principal accionista de Criteria, pero sí que han acudido en reiteradas ocasiones a la ayuda de intermediarios para establecer un diálogo con la propiedad, ya que les gustaría tener la opción de acceder a un alquiler social. En este sentido, desde Criteria han declinado hacer declaraciones al respecto.
"Darnos la espalda a nosotros era dar la espalda al barrio"
Ari Vilas, miembro del Sindicato del Raval, cuenta que iniciaron negociaciones con el Ajuntament de Barcelona antes de marzo, pero con el inicio de la pandemia no les volvieron a comunicar nada más y se han encontrado esta semana directamente con la orden de desalojo: "Cuando vimos que la negociación política era más complicada, intentamos que al menos el Ajuntament se responsabilizase de la gente mayor y en situación de vulnerabilidad que hay viviendo aquí", comenta Ari.
"Les intentamos dejar claro que darnos la espalda a nosotros era dar la espalda al barrio, y nunca han mostrado interés ninguno, ni nos han dado ninguna respuesta". De acuerdo con las asociaciones, la prioridad a la hora de mantener el espacio reside principalmente en su función social crítica para las personas que participan en él: "Queremos el espacio porque lo que hacemos no lo hacen los servicios sociales ni las instituciones, no por capricho de tener un espacio en sí", señala Adrián.
Fuerte presencia policial antes del desalojo
No es el primer intento de desahucio que hay sobre La Caracola en los últimos meses. En febrero de este mismo año ya intentaron desalojar el espacio, aunque el alzamiento fue paralizado por un error de coordinación entre las instituciones judiciales y policiales. "Fue un intento de desalojo ilegal porque la Guardia Urbana se equivocó de día o tuvo algún problema de comunicación con el juzgado y no pudieron ejecutarlo. No miraron la fecha y vinieron apretando la puerta de forma muy violenta" cuenta Ari. También señala que el pasado 4 de octubre hubo otro incidente durante el desarrollo de las actividades de permanencia en el espacio, que engloban diferentes charlas y encuentros, y que hizo pensar a los allí congregados que las fuerzas del orden procederían al desalojo.
Según explica Adrián, la Guardia Urbana volvió a intervenir en el espacio ese día durante un taller de guitarra, "yendo directamente a intimidar a los compañeros negros". Ari cuenta que aparecieron 5 furgones policiales con hasta 20 efectivos equipados con material antidisturbios. "Se bajaron y retuvieron a la gente que estaba allí durante 15 minutos, con un cordón policial y el amago de entrar, sin decir si era el desalojo o no".
Finalmente, pusieron una multa a una de las personas que se encontraba en el taller musical. "Tenemos claro que ha sido una demostración de fuerza. Una prueba para ver la capacidad de respuesta del espacio", explican tanto desde el Espacio del Inmigrante como desde el Sindicato del Raval. También concuerdan en que las identificaciones racistas y las actuaciones policiales desproporcionadas se efectúan de forma sistemática en el barrio, especialmente desde el confinamiento."Una identificación a alguien que esté sin papeles puede hacer que acabe en un CIE", cuenta Lamine.
La regularización es clave para los migrantes
Elena Manjón, desde la Coordinadora Obrim Fronteres -agrupación de asociaciones antirracistas precursoras del movimiento #RegularizaciónYa en Barcelona, explica que en este contexto, "la regularización es el primer paso para ejercer el resto de derechos como es el acceso al trabajo o a una vivienda digna. En situación administrativa irregular no tienes contrato de trabajo y sin contrato de trabajo no alquilas. Y si a esto le sumas el racismo social y habitacional que discrimina las personas migradas, incluso las que están en situación administrativa regular, en la hora de acceder a un alquiler... Sin regularización, seguimos condenando a la población a la exclusión social".
Precisamente, esta exclusión social ha venido también legitimada por la presencia permanente del discurso "anti-okupas" en la agenda mediática. Desde el Sindicato de Habitatge del Raval afirman que esta cuestión no es, ni mucho menos, una novedad: "Todos los veranos se crea un discurso para justificar los desahucios, especialmente en el Raval. El año pasado fue la inseguridad y este es la okupación. Antes podía haber 10 o 12 desahucios al día en el distrito de Ciutat Vella, ahora hay como 130 a la semana en Barcelona". En relación a esto, desde el Espacio del Inmigrante parecen tener claro que la amenaza de desahucio no se debe únicamente al acuerdo de compra del local: "Nuestro desalojo se enmarca en un operativo más grande de desahucios que pretenden echar a las clases populares del Raval y hacer una 'limpieza étnica'".
Durante la semana, el espacio seguirá organizando actividades y talleres orientados a la resistencia de los locales. Las asociaciones afirman que están recibiendo un gran apoyo de los vecinos, y que seguirán sacando trabajo a pesar de la amenaza de desalojo inminente. Por lo pronto, los activistas y la comunidad afrodescendiente seguirán intentando resistir en un espacio que estaba deshabitado a su llegada y que con su labor han conseguido dar vida, forma y un sentido social.
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